12 "Editado"

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Merida

Unos pasos que se acercan hacen que vuelva a la realidad y me aparto rápidamente de él. ¿Que acaba de pasar?. Respiro hondo un par de veces disimuladamente para intentar tranquilizar los nervios que han aparecido en mi estomago.

-Maria dice que dónde están los hielos.- pregunta Vega que hace acto de presencia en la cocina. Yo cojo esa excusa para moverme y distraerme haciendo otra cosa aunque note la mirada de Erik en mi nuca todo el rato consiguiendo que mis movimientos sean torpes y nerviosos. 

Abro el congelador y le doy la bolsa de hielo a Vega que la coge y desaparece por donde ha venido. Con la mirada busco algo por la cocina con la que mantenerme ocupada ya que no quiero dar a entender a Erik que ahora mismo su presencia me está pasando factura.

-¿Quieres que te ayude en algo?- me pregunta acercándose otra vez a mí y yo doy un pequeño paso hacia el otro lado intentando mantener las distancias.

-No, gracias.-le digo por educación. En mi mente intento buscar cualquier tema de conversación y querer borrar este silencio tan incomodo que se ha creado entre nosotros. Rebuscando encuentro una buena pregunta para él.- ¿Por qué hiciste como que no me conocías el día que te presentaste en la cafetería?- le digo cruzándome de brazos como una manera de dibujar el limite de mi espacio personal.

-¿Qué?- me pregunta con una ceja arqueada pillandole completamente desprevenido.

-El día que Pedro conoció a mi amiga Cloe también estabas tu en la misma cuadrilla y sabías perfectamente quien era yo cuando entraste en la cafetería.- le acuso. Erik agacha la cabeza y se mira las puntas de sus zapatos. Podía escuchar que en su mente se decía "mierda, me han pillado". Levanta otra vez el rostro para clavar sus ojos en los míos con una sonrisa divertida.

-¿Tu te acordabas de mí?- me pregunta mientras mete las manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros.

-¿Yo? ¡No! Pero...

-Pues ya esta, me ha pasado lo mismo que a ti.- dice cortándome. Abro la boca sin saber que contestar a su última frase. Aún que me fastidie tengo que darle la razón, soy igual de culpable que él y es posible que le haya pasado lo mismo que a mí. Que nos pasamos mucho con el alcohol esa noche.

...

Salgo de la cocina un poco enfadada conmigo misma por haberme comportado de una manera tan tonta delante de Erik. No puedo permitir que él sepa que me ha dejado como si un gato me hubiera comido la lengua, sin saber como dejarle en mal lugar. Seré yo, que siempre tengo que tener la última palabra. En el comedor ya están todos sentados al rededor de la mesa rellenando sus copas de una gran cantidad de alcohol y refresco mientras la música que se escapa por la minicadena suena de fondo. En cuanto me siento en mi sitio, Erik hace lo mismo que yo sin haber desaparecido la sonrisa divertida de antes de sus labios consiguiendo que mi mal humor no mejor. No soporto esa seguridad que desprende con cada cosa que dice o hace.

-¿Jugamos a un juego?- pregunta Maria con la misma ilusión en sus ojos que una niña que quiere ir a Disneyland. 

-¿Cual?- pregunta Izan intrigado. Se le nota que los efectos del alcohol ya han hecho acto de presencia en su cuerpo. Siempre se sorprende de la capacidad que tenemos María y yo de tolerarlo, pero es que creo que nosotras tenemos un problema.

-Maria, ya no tenemos 18 años para jugar a juegos de beber y así tener una excusa para emborracharnos.- y pongo los ojos en blanco.

-Que aburrida eres. Yo sigo en mis eternos 18.- dice Maria ofendida.

Que Empiece El Juego (1º bilogía Juego) COMPLETAWhere stories live. Discover now