Que Empiece El Juego (1º bilogía Juego) COMPLETA

23 "Editado"

Merida

Mi corazón va a mil por hora por la confesión que le acabo de hacer. Se que conozco a Erik desde hace poco, pero necesito sacarlo, necesito hablarlo con alguien porque sé que esos recuerdos me están comiendo por dentro y así no soy feliz. Como ha dicho él antes, no puedo continuar toda mi vida de esta manera porque estaré condicionando mi vida a algo que realmente no quiero hacer.

Desde que pasó todo solo lo he hablado una vez con alguien y ha sido con mis amigas. Siempre he agradecido que en estos tres años ninguna de ellas sacara el tema. Pero ahora, que los recuerdos no me dejan vivir, ahora es cuando esa fuerte batalla conmigo misma se que no me permite disfrutar del presente y, prácticamente, tampoco del futuro.

Sus ojos están abiertos con sorpresa por lo que le acabo de contar, pero igualmente continúo hablando. Ahora que se ha abierto el cajón de recuerdos, no puedo cerrar mi boca y que toda esta verborrea mental no salga a la luz.

-Hace tres años mis padres tuvieron un accidente de coche cuando se iban de vacaciones. Un hijo de puta borracho que pensaba que no iba a pasar nada se chocó contra su coche en una carretera comarcal.- digo con toda la rabia y el dolor del mundo mientras se me escapa una lagrima. Es como si mi mente regresara a esos días, los peores de mi vida, y pudiera sentir el dolor de entonces. Agradezco que Erik se levante y me envuelva en sus brazos. No me gusta nada llorar delante de la gente, pero esta historia y mis lagrimas van en un pack.

-Lo siento mucho Merida, de verdad.- dejo que me abrace por un momento pero enseguida lo aparto. Ahora que he empezado a hablar no puedo parar o volveré a cerrarme como estos tres años.

-El hijo de puta triplicaba la tasa de alcoholemia cuando la policía le hizo la prueba. Y lo peor de todo es que a él no le pasó nada. Destruyó unas vidas y una familia entera y a él no le pasó nada.- repito - Desee que se quedara paralitico, aunque no esté orgullosa de eso. Pero cuando me enteré que solo se había roto una pierna desee lo peor para él por joderme la vida.  

-Tienes excusa por haber pensado eso. Yo también lo habría hecho.- me dice intentando reconfortarme.

-Yo estaba justo en el pueblo de mis padres cuando sucedió. Tenia unos días libres y quería ir a verles antes de que se fueran a ese viaje. Cuando me enteré me creí morir. Te lo juro. Mi mundo se había roto, se había derrumbado llevándose mi alma con ellos. Lloré, lloré y lloré hasta que no me quedaron fuerzas.- guardo silencio mientras intento limpiar las lagrimas con mi muñeca.- Estaba sola cuando me enteré. Llamaba a Ian, mi ex novio, sin parar para decirle lo que había pasado, pero  no me cogía el teléfono o lo tenía apagado. No respondía ni a mis mensajes. Las únicas que estuvieron ahí fueron mis amigas, las que ya conoces.- mis lagrimas caen por mis mejillas sin parar y Erik me las limpia con sus pulgares.- Fueron los tres peores días de mi vida.

-¿Tres?- me pregunta.

-Si. Un día en el Tanatorio para que la gente se despidiera. Al día siguiente los incineramos. Y el tercer día los enterramos en el cementerio del pueblo de mis padres.- Erik asiente como entendiéndome.- No supe nada de Ian en todo ese tiempo hasta el cuarto día que volví a la ciudad. No podía quedarme en casa de mis padres sabiendo que ellos ya no iban a estar nunca más.- Recordar eso vuelve a crecer la rabia en mi interior. Imágenes de ese día me martirizan y se repiten una y otra vez delante de mis ojos. Ahora mismo no veo a Erik, solo recuerdos.

-Que hijo de puta.- es lo único que susurra.

-Cuando llegué a nuestra casa oí risitas y cuchicheos. Enseguida me puse alerta. Llámalo sexto sentido, pero nada mas cruzar la puerta, sabia lo que me iba a encontrar. Pero hasta que no lo viera por mi misma no me lo quería creer.- de mis ojos ya no salen lagrimas, solo fuego de la rabia que siento hacia Ian por pensar en ese día.- Cuando entré en mi habitación los vi. Estaban desnudos, uno encima del otro.