31 "Editado"

2.3K 221 23
                                    


Merida

Mi cuerpo se pone rígido y en alerta en el instante que veo a Ian atravesar la puerta y acercarse a mi. La última frase que me dijo el otro día en el bar pasea por mi mente repetidas veces, como una canción que cuando la escuchas no se te quita de la cabeza en todo el día: "Esto no va a quedar así".

Mirándome, y con aires de superioridad, se acerca hasta la barra y se sienta en el taburete que hay en frente de mí. Una peste a alcohol inundan mis fosas nasales en cuanto está cerca y tengo que reprimir una arcada. Sus ojos están brillantes a la vez que turbios y su aspecto es descuidado y sucio, como si llevara cuatro días sin ducharse y sin cambiarse de ropa. Su atuendo es el mismo que llevaba el viernes pasado, cuando nos lo encontramos en el restaurante y parece que no haya pasado por casa en todos estos días.

Me asusto al sentirme tan indefensa bajo su mirada, y saber que no hay nadie a mi al rededor y que estoy sola, no ayuda a que me sienta segura. Aún así no me amilano y me pongo recta mientras me seco las manos con un paño para que no se de cuenta de que me están temblando. Su sonrisa no me da ninguna seguridad, es demasiado abierta, demasiado forzada y terrorífica. Enseña todos sus dientes de una manera espeluznante que parece que esconde muchas cosas.

-Hola guapa.- me dice y que me llame así me causa repulsión. No desvío mi mirada de la suya intentando que sepa que no me asusta y que no le tengo miedo, pero muy en el fondo, estoy buscando cualquier solución o cualquier manera para conseguir que se vaya y me deje en paz.

-Hola, ¿quieres un café?- le pregunto intentando parecer profesional y doy gracias que mi voz haya sonado tan segura. Si le doy a entender que le tengo un poco de miedo eso le ayudará a crecerse más y sabrá que tiene más poder sobre mí.

-Una cerveza.

-Aquí no tenemos cerveza- miento porque no creo que sea lo más indicado que su organismo siga ingiriendo más alcohol del que ya lleva encima. 

-No mientas pajarito, que sé cuando lo haces.- me dice llamándome por el apelativo que me decía cuando estábamos juntos.

-No te voy a servir una cerveza.- le digo muy segura y con más rotundidad queriendo dar por zanjada la conversación intentando conseguir que se vaya de aquí sabiendo que no le voy a dar lo que me pide.

-¿Crees que soy un alcohólico?- me dice un poco alto y se le nota como arrastra las palabras al hablar.

-No creo que estés en condiciones para beber más. ¿Ahora te ha dado por emborracharte un lunes?- le pregunto plantandole cara, aunque me esté muriendo de los nervios en mi interior.

-No tienes que creer nada. Tu eres la camarera y yo el cliente. Tu me sirves y yo te pago.

-No te voy a poner una cerveza.- vuelvo a repetir.

-¡¡Que me pongas una puta cerveza joder!!- me grita levantándose de su asiento y pegando un golpe sordo con sus puños en la barra.

Doy un respingo en mi sitio ante su repentino ataque. Su furia hace que me encoja un poquito pero no dejo que mi cara cambie a una de terror. No quiero que sepa que ahora mismo tiene el poder y sabe que puede hacerme daño.

Intentando que la cosa se tranquilice, le sirvo lo que me pide, queriendo así que esta conversación se termine, se la beba y se largue de aquí. No paro de mirar la puerta deseando que aparezca Erik, como ha estado haciendo esta última semana, y que me saque de aquí y de esta situación incomoda.

Ian se bebe la cerveza en cuatro tragos largos sin dejar de mirarme, y yo para distraerme, empiezo a lavar los platos.

-¿Quien es ese idiota con el que estabas en el restaurante el otro día?- me pregunta mientras juega con el vaso casi vacío.

Que Empiece El Juego (1º bilogía Juego) COMPLETAWhere stories live. Discover now