17 "Editado"

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Erik

Desde que la besé no puedo dejar de pensar en sus labios. No puedo quitarme de la cabeza como reaccionó cuando finalicé el beso y la miré a los ojos. Algo había cambiado. Me asusté que hubiera pasado el límite y la hubiera presionado ha hacer algo que ella no quería. Pero antes de irme vi en sus ojos que ella también lo deseaba, tanto o más que yo, por eso me arriesgué y decidí a hacerlo.

Cuando se apartó tan rápidamente no me lo esperaba. Sabía que lo había disfrutado tanto o mas que yo por como su cuerpo reaccionó a mis caricias, por como cerró los ojos en cuanto nuestros labios hicieron contacto. Pero su reacción y su mirada de después me descolocó. Sus rostro desprendía miedo y eso era lo ultimo que quería hacerle sentir. No se que habrá pasado con su ex, pero cuando nos lo encontramos en el restaurante su forma de hablarle y su desplante hacia él me dejó claro que le había hecho daño. Casi no pude reprimir mi impulso a darle un puñetazo por como hizo que sus ojos reflejaran ese dolor. No soy un chico que le gusta meterse en problemas y apoyo que con la violencia no se llega a ninguna parte, pero hacía tiempo que no me daban tantas ganas de pegarle a alguien que hasta yo mismo me sorprendí. Mis dedos picaban por cogerlo y echarlo del local para que no la tocara, para que nos dejara en paz.

Después de ese altercado, la cita transcurrió normal. No le pregunté nada sobre su ex porque no quería estropear lo que teníamos en ese momento. Puede que ella no se diera cuenta que su rostro había pasado de estar relajado a triste, que sus hombros parecían más hundidos por el peso emocional que le causaba ver a Ian, pero yo sí, y quise no darle más vueltas para que se olvidara. Tampoco le pregunté por qué había dicho que yo era su novio. Estaba claro. Quería que se largara y no volviera a aparecer nunca en su vida fingiendo que ya estaba con alguien. 

Durante todo el día mi pecho se hinchaba de felicidad al ver cada sonrisa que dibujaba sus labios y que yo era el causante. Verla tan natural, tan ella misma, sin protocolos de trabajo, sin rechazo por su parte... conseguían que un nudo se instalara en la boca de mi estomago.

Le habría besado mucho antes, nada más verla salir del portal de su bloque de pisos. Pero me tuve que mantener a raya si no quería que me dijera más que a un perro por haberme pasado de la raya. Tuve que echar de todo mi autocontrol para no rodearla con mis brazos y besarla ahí mismo y disfrutar de esos pantalones vaqueros que le quedaban tan bien. Pero bueno, la espera mereció la pena.

Ahora después de lo del beso no quiero que se aparte de mi. Cuando estuve con ella fue como un soplo de aire fresco, todas mis preocupaciones quedaron en un segundo plano. Me llenó de vitalidad, de seguridad, de una calidez extrema que casi no podía dejarme respirar. Estallé en mil sensaciones que me dejaron fuera de lugar, porque creía que lo único que me atraía de ella era lo físico y ese constante reto que ella ha despertado en mí. Pero ahora, después de sentir el calor de su cuerpo entre mis brazos, el sabor de su boca y conocerla un poco más, ha conseguido que me guste más de lo que pensaba.

Pero claro, ahora viene lo malo. Merida me echó de su casa, mas o menos, después de besarla. Con miedo en su expresión y en sus ojos que no entendía a que venían. Sigue cerrándose a que no quiere nada conmigo aunque ese día su cuerpo demostrara una cosa totalmente diferente. Y sin saber realmente por qué me he obsesionado tanto con esta chica, solo busco cualquier excusa para volver a coincidir con ella. No estoy dispuesto a que solo seamos amigos, como ella dice, pero tampoco quiero agobiarla. Sé que ella también lo desea, pero también noto la lucha interna que tiene con ella misma. Sigue empeñada en que los hombres solo valemos para una cosa, pero yo estoy deseando demostrarle que se equivoca. 


...


Espero en la puerta de su portal a que baje y me enciendo un cigarro porque siento que los nervios me están comiendo por dentro. Hacía mucho tiempo que no me sentía así. Creo que la última vez fue en la primera cita que tuve con una chica y eso fue a los dieciséis años. Ahora, que tengo más experiencia y más seguridad, me siento igual que entonces. Como si estuviera esperando a que la chica que me gusta me haga caso.

Que Empiece El Juego (1º bilogía Juego) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora