18 "Editado"

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Merida

Al terminar de cenar nos despedimos de Cloe y Pedro en la puerta del restaurante y agradezco que por fin nos dejen unos segundos a solas a Erik y a mí. La cena no ha estado mal, pero tener a tu amiga más pendiente de tus movimientos que de su nuevo novio, no hacia que disfrutara del todo de lo que me ponían en el plato. 

-Te acompaño a tu casa.- me dice Erik haciendo que aparte la mirada de las espalda de mi amiga, viendo como Pedro le pasa un brazo por sus hombros para después dejar un beso en su cabeza y con un poco de envidia al ver esa complicidad que tienen los dos.

-Vale.- le digo volviendo a la realidad. Echo a andar sin saber que más decir, sin saber como empezar una nueva conversación ahora que estamos solos. Camino a su lado cohibida y con los nervios a flor de piel que la expectación por lo que pueda pasar me produce.

-¿Cloe tenía un signo de interrogación encima de la cabeza o me lo parecía solo a mí?.- me dice consiguiendo que se me escape una sonrisa porque yo también lo había pensado.

-Si, cuando llegue a su casa me llamará para acribillarme a preguntas. Mis amigas no están acostumbradas a verme hacer algo normal con algún chico.- y doy un pequeño suspiro.

-¿Algo normal?.- me dice levantando una ceja.

-Si. Tomar café..., ir a cenar..., ver una película...- y me encojo de hombros. Continuamos en silencio cada uno pensando en lo suyo y en menos de cinco minutos llegamos a la puerta de mi casa.

Nos quedamos unos segundos mirandonos sin llegar a decir nada, solo con una pequeña sonrisa de vergüenza adornando nuestros labios. ¿Porque tengo ganas de que insista? ¿De que vuelva a besarme como la semana pasada?. Durante estos días le he dado vueltas a todo lo que me hace sentir Erik sin llegar a una solución concreta. Creo que es deseo porque la corriente que me recorre el cuerpo cada vez que me toca o está muy cerca significa eso, ¿no?. Tampoco me he podido quitar de la cabeza la sensación de sus labios suaves y lo bien que encajaron con los míos. Ni que habría pasado si no hubiéramos parado ese beso, hasta donde habríamos llegado. Su cuerpo me atrae, esta claro, tengo ojos. Y su sonrisa me provoca un pequeño nudo en el estomago cada vez que me la dedica. Mi cuerpo me pide una cosa muy concreta y a lo mejor una posibilidad para dejar de pensar en él es llegar a más. Si nos acostamos a lo mejor podemos acabar con esta tensión sexual que siento que hay cada vez que nos vemos. ¿Me quiero arriesgar? ¿Y si me estoy equivocando y acabo peor de lo que estoy?. El run run de mi cabeza no desaparece mientras espero a que sea Erik el que de el primer paso, pero al ver que no lo hace, me precipito a decir lo que mis labios estaban reteniendo.

-¿Quieres subir a tomar café?- y me doy una torta mentalmente por mi estupidez. ¿Café? ¿Por la noche? ¿Enserio he sido capaz de preguntarle eso? Veo como Erik abre los ojos sorprendido por mi pregunta.

-Claro.- y me indica para que entre al edificio.

Entramos a mi piso y me dirijo directamente a la cocina sin mirarlo. Me siento avergonzada. Le he soltado la excusa más tonta que existía. Hasta el muchacho que estaba cruzando la calle en la otra punta de la ciudad se habría dado cuenta de que era una manera de pasar más tiempo con él.

Erik

Me llevo una sorpresa al oír la invitación de sus labios. Creía que me despediría en la puerta de su casa y tendría que volver a buscar una excusa al día siguiente para volver a verla. Pero me ha dejado perplejo.

Subimos a su apartamento a tomar café. La verdad es que yo no tomo café por la noche porque no podría conciliar el sueño. Pero si a escogido esa excusa para pasar más tiempo juntos no voy a decir que no.

Que Empiece El Juego (1º bilogía Juego) COMPLETAWhere stories live. Discover now