Capítulo 18

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Clarke esperó la respuesta de Lexa con el corazón en un puño y conociendo su lado posesivo casi estaba segura de que diría "sí, sé mía" sin embargó, aun costándole mucho respondió otra cosa que no se esperaba. La ojiverde tragó saliva y con el corazón a mil:

– Clarke, voy a salir de una relación de doce años– se volvió a relamer los labios– no sé si estoy preparada para pedirte algo así.

Clarke abrió la boca por la sorpresa, aun sin apenas procesarlo supo que esa respuesta no le gustó nada, después de que se estaba abriendo a ella, se estaba dejando conocer y cuando le pareció buena idea intentar algo más, toma rechazo. La dio un empujón para que se alejase de ella:

– ¿Quién te has creído que eres? ¿El perro del hortelano que ni come ni deja comer?– dio otro paso y empujó de nuevo– no eres nadie para reclamar nada, largo de mi casa.

– Clarke– la agarró de las muñecas para que la dejase de empujar y entendiese las razones de su respuesta– lo que te quiero decir es que no hay que tener prisas, sin presiones y que todo fluya– pasó sus manos por la cintura de Clarke para pegarse a ella– Costia ha marcado cada paso que he dado en mi vida, necesito saber quién es Lexa Woods para ofrecerte lo mejor de mí– acarició con suavidad su mejilla acabando por pasar su pulgar por sus labios– déjame ubicarme antes, porque te juro que ando perdida, pero esto no quiere decir que te rechace o que no quiera nada contigo, porque la verdad es que me aterraba la idea de regresar y tener que esperar días para poder estar contigo así de nuevo.

Clarke tragó saliva y temió escuchar la respuesta a su siguiente pregunta:

– ¿Así como? ¿Sexo?

– Por dios, Clarke– aferró sus mejillas para fijar su mirada verdosa– eres mucho más que eso, me conformo con tu compañía y sin fingir, pero sin correr o presionarnos, llevo toda mi vida corriendo, por una vez quiero hacer las cosas bien.

La ojiazul que había dejado de luchar se quedó fija en ese verde intenso, sentía mariposeo en el estómago, la respiración agitada y el pulso acelerado, no podía seguir ignorando las señales que le mandaban su cuerpo y sus deseos más profundos, Lexa Woods era algo más que una amistad, algo más que atracción sexual, era la mole que estaba derribando todas sus fortalezas, aquellas por las cuales había luchado por construir, era el fuego que comenzaba en su pecho y se esparcía hasta la punta de cada uno de sus extremidades. Alzó sus manos hasta pasarlas detrás de su nuca, Lexa la pegó aún más a su cuerpo, irradiando todo ese calor que desprendían sus pieles. Clarke quería besar a Lexa y viceversa, anhelos que aumentaban sus ansias de querer acariciarse mutuamente. La punta de sus narices se rozaron, su respiración entre cortada hizo que se le escapara un suspiro sonoro:

– Está bien– añadió Clarke con sus labios rozando los de Lexa– nada serio, ni nada de poner nombre a lo que tenemos– gimió cuando notó una mano de la vaquera estrujar uno de sus glúteos– ¿Es mucho pedir que no te acuestes con otra? Solo conmigo,

Lexa giró con Clarke y le empotró contra la pared, rozó sus labios, despertando un hormigueo en ellos que se extendía por todo su cuerpo, los humedeció con una acaricia de su lengua, humedad que sintió en otra parte de su anatomía, las manos posesivas de la ojiverde comenzó a explorar todo su cuerpo, incrementando su hambre, haciéndola jadear de nuevo cuando notó su miembro erecto contra su pelvis:

– No tenía pensado acostarme con otra– acarició su seno por encima de la tela a la vez que le daba un pequeño mordisco en la barbilla– solo te deseo a ti.

No hizo falta decir nada más, las manos de Clarke adquirieron vida propia y empezaron a desabrochar los botones de su camisa, las ansias le pudieron cuando sintió los dedos de la ojiverde acariciar su sexo por encima de los pantalones incitando a abrirla de golpe haciendo saltar el resto de los botones, recorriendo su torso semidesnudo con ambas manos, descendiendo sus besos húmedos, junto con pequeños mordiscos o succiones en los puntos más sensibles, Lexa era tan hermosa, bajó un poco su sujetador, exponiendo sus pezones a su boca dispuesta a saborearlos y torturarlos. Lexa enredó sus dedos en los cabellos rubios, a la vez que jadeaba, excitada y dispuesta a más, pero cierta situación le pareció de lo más incómodo, ya que se percató de que un par de ojos no dejaban de mirarlas:

El diablo viste de Rojo (Clexa AU) (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora