Capítulo 22

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Era un cumulo de "no me lo esperaba" primero blanco, luego negro, blanco, negro ¿Cómo narices creer que se mantendría y no cambiaría de idea? Esa era Clarke Griffin, bipolar y con cantidad de caras, muchas de ellas por descubrir. Clarke la mala perra, Clarke la frágil, Clarke de Asbury Lake, Clarke la sexual y la que le terminaba de desconcertar, la que le ocultaba cosas. ¿Estaba dispuesta a esos cambios de humor? Te quiero, ahora no te quiero, creo en ti pero desconfío a la mínima, pero ahí estaba, suplicándole, asegurándole que la quería y quería estar con ella. Lexa miró al suelo y suspiró, arriesgar o no arriesgar, se giró y abrió la puerta del taxi.

Un "se acabó" pasó fugaz por la cabeza de Clarke, sintiendo un pesar casi insoportable en su pecho ¿En tan poco tiempo había llegado tan lejos Lexa? La humedad de sus ojos pesó como plomo y cobraron vida, lágrimas destinadas a humedecer sus mejillas, pero espera un momento, algo detuvo su desconsuelo:

– Puede esperar otro par de minutos.

Escuchó decir la voz de Lexa:

– Oiga señorita espero lo que quiera, pero el taxímetro sigue en marcha.

– Pagaré– La morena se giró para quedar frente a frente con Clarke– ¿Por qué lloras?

Clarke se quitó la humedad de las mejillas con la mano antes de dar un pequeño empujón a la vaquera:

– Porque pensaba que te ibas.

Lexa sonrió, le quitó una última lágrima traicionera con el dedo pulgar, se acercó dispuesta a darle un beso, el beso que llevaban reclamando sus labios casi dos días, cuando paró en seco y miró a su alrededor:

– ¿Qué pasa?

Preguntó la ojiazul, que se había acercado para recibir el impacto de su beso:

– Tus empleados alucinan, están viendo a la diabólica de su jefa llorar ¿estás preparada para que te vean besándote conmigo?

– Que les jodan.

Musitó agarrando la nuca de la vaquera para atraerla y acortar la poca distancia que les quedaba para chocar sus labios. Lexa rodeo con sus brazos la cintura de Clarke, disfrutando la delicatesen que ofrecía su boca y que hacía enloquecer a cada neurona de su cuerpo, provocando corto circuitos eléctricos y elevaba su adrenalina hasta el punto de querer más. El claxon de un vehículo les hizo sobresaltar, la ojiverde miró ceñuda al taxista que hizo unas señas a su reloj:

– Tengo que pedir otra vez las llaves a Raven.

Clarke se mordió el labio inferior y asintió con la cabeza:

– Termino de hacer unas cosas y ¿salimos a cenar? Si te parece bien claro.

Propuso la ojiazul:

– Sí, será estupendo.

Para qué engañarse, primero fue el subidón para acabar en una sensación de extrañeza. Clarke acostumbraba a no dar explicaciones de nada a nadie, acostumbraba a hacer lo que le daba la gana, sin habérselo propuesto se había metido en una relación con la vaquera y Lexa no había acabado una relación cuando a los cinco minutos, ya estaba morreándose con su exjefa delante de su exnovia y de sus excompañeros.

Costia y Raven contemplaron toda la escena típica de las comedias románticas de Meg Ryan cuando estaba en pleno apogeo, solo que de comedia poco, se podía palpar el drama y la tensión. La exnovia sentía como la rabia y el dolor se aglomeraba en su interior como una bomba a presión:

– Ni siquiera la reconozco.

Al fin descubrió quien era la otra y fue la persona que menos se lo esperaba, casi se sintió traicionada, más por su jefa que por Lexa, es decir, había trabajado y pasado horas con esa mujer que la había hecho la vida imposible, no le fue suficiente aguantar sus humillaciones, también tuvo que joder su compromiso con la vaquera. Se encontraba apoyada en el mostrador de la castaña y por unos segundos Raven se compadeció de la chica, después de todo la habían dejado y no la habían dado tiempo de luto cuando ya estaba con la jefa metiendo su lengua hasta la campanilla. Hasta que recordó, Costia era otra endemoniada que le caía mucho peor que satán:

El diablo viste de Rojo (Clexa AU) (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora