Capítulo 20

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A Clarke le entró un temblor en el labio por la osadía de Lexa. Una cosa era que le permitiera comportarse de forma obstinada en privado y otra que le encarara así delante de sus empleados. Apretó la mandíbula y apoyando las manos sobre la mesa se levantó encarándose a la ojiverde:

– De primero te voy a pedir un poco de respeto, Woods– dijo con su tono frío– de segundo, otra más como esta y estas en la puta calle, de tercero y aun que no me siento en la obligación de darte explicaciones de nada te contestaré a tu– hizo un mohín de desagrado– falta de confianza ¿te crees que vigilo lo que hacen mis amantes en su tiempo libre? Pues no y sinceramente me paso por el forro de los cojones lo que haga tu prometida también, así que no, no tenía ni idea– apretó los dientes– a no ser que te llame necesitándote algo– agarró sus cosas y se dispuso a irse, no sin fijar su mirada dolida en la ojiverde– será mejor que no te acerques a mí, hipócrita.

Lexa la agarró de la muñeca, pero esta se zafó de su agarre y salió de la cafetería, ya en la calle se giró hacia la puerta afligida. Le había dicho y confirmado en más de una vez que dejaría a Costia, incluso cuando le preguntó si estaba enamorada de ella vio la duda en sus ojos y por unos instantes tuvo esperanza, pero la forma como reaccionó al enterarse de que su prometida le había sido infiel, daba a entender que la señorita Hall aún seguía siendo importante en su vida. Debería sentirse aliviada, en el sentido de que así sería más fácil dejarla, pero al parecer, no era así.

Lexa regresó abatida hasta la mesa donde estaban Anya y Raven, que claramente habían estado expectantes a la discusión de ambas, pero se hicieron las remolonas cuando Lexa estuvo junto a ellas:

– Si puedo mudarme esta misma tarde lo agradecería.

Se dejó caer de nuevo sobre la silla donde había estado sentada momentos antes:

– Anya sale antes, te damos la dirección– respondió Raven más seria al ver cabizbaja a la morena– ella te estará esperando con un manojo de llaves.

Anya posó una mano en su hombro, en señal de apoyo, parecía ser que lo suyo con la jefa era algo más que una aventura:

– Bienvenida compañera.

La morena suspiró decaída. Se había expresado mal, había dado entender algo que no era. Lo que le jodía era que en el fondo se había estado sintiendo mal, lo que sentía por Clarke no estaba bien, por Costia y seguía siendo un error mientras no la dejara. Resulta, que su inocente y maravillosa prometida, le había puesto la cornamenta mucho antes, había sido capaz de mirarla a los ojos de besarle, tocarle y para colmo hablar de boda. Ella solo pudo soportarlo dos semanas, dos jodidas semanas y bien que decidió cortarlo. Teniendo claro que no podría besar, abrazar ni siquiera desearla como antes, teniendo a Clarke en sus pensamientos.

Clarke gruñó dolida y se fue hasta su despacho ¿por qué todo se estaba complicando? Con lo fácil que era sesión de sexo y cada una por su lado hasta la siguiente ¿por qué narices estaba llorando? Se juró y perjuró que después de Finn no volvería a llorar por nadie más y pensando en el rey de roma. Se lo encontró esperándola enfrente de su despacho. Vestido elegante con un traje negro, Clarke agachó la cabeza y suspiró, no tenía ánimos para más reproches:

– Finn si vienes a darme tu dosis de humillación– dijo intentando mantener la compostura– no estoy de humor.

Intentó cerrar la puerta del despacho en sus narices y perderle de vista, pero Finn puso la mano en la puerta y la empujó para que eso no ocurriera:

– No vengo a eso– los ojos húmedos de la rubia le dedicaron una mirada de odio– ¿has estado llorando?

La ojiazul comenzó a reír con ironía. No se lo podía creer, a esas alturas de la vida:

El diablo viste de Rojo (Clexa AU) (G!P)Where stories live. Discover now