Capítulo 49 Impotencia

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Sentía que el corazón le iba a salir, el barrio que había escogido Clarke era tranquilo y había un buen colegio al lado, muy familiar, le hubiera gustado estar presente cuando tomó la decisión de que esa era la adecuada, guiada por Raven hasta el segundo piso Lexa tenía miedo, miedo de que sus propios hijos le rechazaran o se pusieran a berrear porque les da pavor al ser una desconocida. La vaquera miró a su amiga:

_ Me sudan las manos_ dijo con voz temblorosa_ ¿y si me rechazan?

_ Claro, también saldrán corriendo, uy no pueden si aún no andan

Dijo Raven con tono jocoso, ya se sabe que la castaña pocas veces se toma algo enserio y mejor que sea así, ya se sabe que cuando saca su vena macarra es capaz de partir dientes:

_ Raven, te hablo enserio

_ Y yo también_ dijo ahora con tono más circunspecto_ los mellizos son como tú, agradables y sociables, no como la psicópata de Clarke

_ RAVEN

_ Bueno_ se retractó la castaña_ como la borde de tu mujer.

Por fin el momento había llegado, se hallaban enfrente de la puerta. Los ojos de Lexa le brillaron. El acontecimiento que llevaba esperando desde que despertó, curvó la comisura de los labios. Obviamente le gustaría entrar por esa puerta sin ayuda, caminando y poder sostener a sus dos hijos en brazos. Parece que se tenía que conformar con, ver a sus hijos desde la distancia. Cuando entró se encontró a Clarke en el salón, Alicia estaba en un porta bebes color verde celeste y Aden en otro porta bebes color azul claro, solo por salirse de los tópicos, niña rosa, niño azul.

Carta de Lexa

Me costó recordar, no porque no quisiera, mi mente tenía que asimilar muchas cosas. Pero cuando os vi, una lluvia torrencial de recuerdos vino a mi mente. En el instante en que vuestra madre me dio la noticia que estaba embarazada, o que cuando me aseguró que no habría camino interrumpido hasta nosotras, justo en el momento que tuve la suerte de escuchar vuestros corazones. Aun en el vientre de Clarke, dos pequeñas judías creciendo dentro de vuestra madre, de ella, míos, nuestros. Ni que decir en el instante que tuvimos que elegir nombre Aden y Alicia. Debo reconocer que mi corazón se acongoja nada más escucharlos y sonreí de orgullo nada más veros. Ojala hubiera estado el momento en que llegasteis al mundo, pero me complace saber que no estuve porque os protegí, os volvería a proteger de misma manera a los tres.

Y pensar en el comienzo de todo, la primera carta donde no dejaba de visualizar a uno, un hijo, no sabía por qué, pero mi mente siempre visualizaba el vivo reflejo de Clarke, será mi amor incondicional hacia ella, quien me llena de orgullo saber que en mi hijo la veré a ella también.

El meollo de la cuestión, es que ella no dejaba de ver a una niña, morena, de ojos verdosos. Debe ser, que al final ambas os deseamos tanto, que al final acabasteis materializando por dos. Recuerdo nuestras lágrimas caer de felicidad cuando supimos vuestro sexo en la segunda ecografía. También tendré presente el miedo que tuve al cogeros por primera vez, en un principio me negué, no por rechazo, al contrario, mi amor resultó ser tan inmenso, temía que mi torpeza pudiera ser la causante de algún daño. Pero ahí estaba Clarke, no iba a quedar a gusto hasta que os sintiera en mis brazos, completamente míos, así pues, la primera y por orden de nacimiento. Fuiste tú Alicia, era como ver un pequeño reflejo, tu madre me ayudaba a sostenerte, no era consciente de que mis ojos estaban empapados, nuestros ojos estaban empapados, Clarke hacía tanto que soñaba con ese momento. Si te cuento que no me lloraste, no me gritas, ni me berreaste, estiraste tus bracitos e intentaste quitarme el sombrero, mucho más grande que el tuyo, dibujaste una sonrisa aun con el chupete en la boca, haciendo más regorditas tus mejillas.

El diablo viste de Rojo (Clexa AU) (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora