PRÓLOGO.

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Aún recuerdo aquel trágico y horrible día, nunca imagine que perdería a mi familia en un día y menos por culpa de un demonio. Al menos, desde aquel día Progenito no ha aparecido, al parecer me ha dejado en paz o al menos eso espero con toda el alma.

Me encuentro en un orfanato, después de que un juez tomó mi caso y al no tener familia que se hiciera cargo de mi, el juez decidió que me enviaran a este horrible lugar.

Perdí la esperanza de salir de aquí, cuando alguna familia viene, adoptan a los bebés y no a los niños grandes como yo, así que aquí pasaré mi vida o al menos lo que queda de ella.

Carlos tampoco ha tenido suerte, él en estos momentos se encuentra en un centro de rehabilitación, recuperándose de sus heridas. Lo único que no entiendo es, ¿Por qué tuvo que decir que el incendio lo provocó un demonio?

Después de haber dicho eso, nadie le creyó, así es como termino en un centro de rehabilitación, yo decidí no decir nada acerca de Progenito pues nadie me creería y no quiero volver al centro de rehabilitación infantil.

Desde que llegué aquí no me han dejado verlo, no he visto a Nadia, Sam y mucho menos a Grace, no sé ¿Cómo está ella?, después del ataque que tuvo al descubrir el cuerpo de Diego en el salón de clases.

Algunas veces, mientras estoy aquí pienso en la posibilidad de morir, no tengo a nadie, nadie sufrirá por mi y nadie me recordará. Todo el día me quedo encerrado en esta sucia habitación en la espera de que alguna familia se apiade de mi y decida llevarme con ellos.

Respiró profundamente, mientras observo todo a mi alrededor, me pongo rápidamente de pie cuando la puerta de mi habitación se abre.

—¡Buenos días Daniel!

—Buenos días enfermera Kinney.

Sonrió levemente, ya que la enfermera Kinney es la que se está haciendo cargo de Carlos, entonces si está aquí, es porque hay buenas noticias.

—¿Qué pasa? Al fin podre ver a Carlos —la miró esperando una respuesta de ella.

Ella asiente con la cabeza, mientras se acerca a darme un abrazo.

—Alístate, te llevaré a que lo visites.

La enfermera Kinney sale de la habitación, yo rápido me dispongo a alistarme y así lo hago.

La enfermera Kinney y yo caminamos por un pasillo largo, ella me observa con una sonrisa en el rostro. Llegamos al final del pasillo y ella se agacha un poco.

—Verás a Carlos, pero no importa cuánto te lo pida, no le quites la camisa de fuerza, es por su propio bien.

La miró con confusión en el rostro, aun así, asiento con la cabeza, ella abre la puerta y yo entro, puedo ver a Carlos sentado en una silla.

—¡Carlos!, ¿Estas bien? —le preguntó un poco sonriente.

El me mira fijamente, rápido noto una mirada distinta, este no es el Carlos que vi en el hospital, se ve tan diferente.

—¿Por qué tienes eso? —le preguntó, señalando la camiseta de fuerza.

—No lo se, ellos piensan que soy peligroso, es por esa razón por la que estás aquí, tú necesitas ayudarme a salir de aquí —Carlos me observa con su mirada perdida.

—¡No puedo ayudarte a salir de aquí, ¿A dónde irías?! —le digo confundido.

Él se pone de pie, yo comienzo a alejarme un poco de él, no entiendo ¿Porque hace esto? El comienza a asustarme.

—Daniel... No me refiero a salir de este lugar, me refiero a salir de Carlos.

Abro los ojos del asombro, no puedo creer lo que está diciendo, un horrible y feo presentimiento llega a mi.

—¿Progenito?

—Hola Daniel, ¿Me extrañaste?

El corre hasta a mi, me golpea contra la pared y caigo al suelo, perdiendo el conocimiento.

No mires bajo tu cama 2 - El regreso de Progenito.Where stories live. Discover now