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La puerta de la funeraria se abre, Martha, Carlos y yo entramos lentamente, puedo escuchar los llantos de Tony desde aquí, puedo ver a Isabel llorando desde aquí.

Después de que la enfermera Kinney le dijo a Isabel que sufrí una crisis nerviosa, ella no quería ni verme, es así como ese día, hasta hoy he estado en casa de Martha.

Algunas lágrimas caen por mis mejillas al recordar lo que hice, ver el ataúd de Mauricio me hace recordar ese día, como si lo estuviera viviendo de nuevo. Cierro mis ojos y lo único que logro ver es a Mauricio encima de la mesa sin vida.

—Hola Isabel, quiero darte mi más sentido pésame —menciona Martha dándole un abrazo a ella.

Isabel fija su mirada en mí, me observa con odio, algo que me duele bastante, yo no quería que esto pasará, pero paso, ya no puedo cambiarlo aunque es lo que más quisiera.

—Isabel —susurró, mientras le intento dar un abrazo.

Ella se aparta de mi rápidamente y se acerca a darle un abrazo a Tony, puedo ver que le dice algo en el oído, de seguro le dice que no hable conmigo porque soy un asesino.

Carlos me toma del brazo y juntos caminamos hacia una silla, me detengo por completo al pasar junto al ataúd de Mauricio, el cual me llama mucho la atención.

—Quiero verlo, ¿Puedo? —le preguntó a Carlos angustiado.

—No creo que sea buena idea.

Quito su brazo del mío y caminó en dirección al ataúd, me subo a un banquillo y lo veo, el cuerpo de Mauricio se encuentra ahí. Algunas lágrimas caen por mis mejillas.

—¡Lo siento tanto Mauricio! Yo no quería hacerte daño —agrego, tocando levemente el ataúd.

Bajo del banquillo y me acercó de nuevo a Carlos y los dos nos alejamos hasta las sillas, tomamos asiento junto a Martha.

—¿Estas bien? —me pregunta Martha, al verme llorar.

Asiento con la cabeza, mientras fijo mi mirada en Tony, quisiera estar junto a él, apoyándolo en este difícil momento, pero Isabel no me lo permite, creo que nunca más me dejara acercarme a Tony.

***

Limpió algunas lágrimas que caen por mis mejillas, nunca imagine que algo así pasaría, pero eso es lo que Progenito hace, arruinarme la vida.

La puerta de la habitación de Carlos se abre y él entra dirigiéndose a mi rápidamente.

—¿Estas bien? —me pregunta él preocupado.

Niego con la cabeza, mientras le doy un fuerte abrazo, en estos momentos tan sólo necesito cariño por parte de mi familia.

—Ya no quiero sufrir, quiero que todo esto termine —comentó, poniéndome de pie.

Caminó de un lado a otro en la habitación, tengo muchas ganas de ver a Isabel, a Tony, darles un fuerte abrazo, pero ellos nunca me perdonarán lo que les hice, nunca lo harán.

La puerta se abre nuevamente y Martha entra por ella, me observa con una pequeña sonrisa en el rostro.

—Tus amigos vienen a verte —añade para luego alejarse.

Nadia y Ángel entran a la habitación, rápido se acercan a darme un abrazo. Veo que Carlos se levanta de la cama y sale de la habitación.

—No saben por todo lo que he pasado estos dos días —comentó, tomando asiento en la cama.

—De algo nos enteramos, lamento mucho tu pérdida —Nadia trata de sonreír.

—Los extraño mucho —susurro y algunas lágrimas resbalan por mis mejillas.

Ángel y Nadia se miran entre si, de seguro han de tener muchas preguntas y la mas importante de todas, ¿Por qué no estoy en casa de Isabel?

—¿Pasa algo? —les preguntó frunciendo el ceño.

Nadia niega con la cabeza, Ángel asiente con la cabeza, luego sonríe un poco y se aleja un poco de mi.

—¿Por qué estas aquí? —pregunta Ángel confundido.

Lo miró fijamente, luego mi mirada se fija en Progenito que aparece detrás de Ángel, el niega con la cabeza, luego pasa su dedo por su cuello.

—Es una larga historia, pero creo que tarde que temprano se enterarán —les digo angustiado.

Ángel y Nadia fijan sus miradas en mi, luego los tres volteamos a la puerta que se abre de golpe.

—¡La enfermera Kinney esta aquí Daniel! —grita Carlos desde la puerta.

Rápido me pongo de pie y caminó a la puerta, salgo de la habitación, miró a Carlos y él asiente con la cabeza.

Caminó en pasos lentos y silenciosos hasta la sala de la casa de Martha, miró por la orilla de la pared y la veo. La enfermera Kinney se encuentra sentada en el sofá junto a Martha.

—Digame, ¿A que debo su visita? —pregunta Martha a la enfermera.

—Vengo de la casa de los Suarez, Isabel me comento que Daniel se esta quedando aqui después de lo ocurrido, vengo a traerle esto —la enfermera Kinney le entrega un sobre tamaño carta a Martha.

Veo que ella lo abre, luego voltea hacia el pasillo, me escondo rápidamente para que no logre verme, ella regresa la vista al sobre y lo abre con mucho cuidado.

—¿Una citación? —pregunta Martha angustiada.

—Si, una citación para que Daniel se realice algunos estudios para determinar el grado de su problema, al parecer del doctor y mio no es la primera vez que Daniel sufre una crisis nerviosa, lo único que queremos es que no le haga daño a nadie mas.

—Esta bien, yo lo llevaré, ya que Isabel esta muy enojada con el —añade Martha.

La enfermera Kinney se pone de pie, al igual que Martha, las dos caminan hacia la puerta. Yo corro a la habitación donde Carlos, Nadia y Ángel hablan de lo sucedido con Grace.

—¿Pudiste escuchar algo? —pregunta Carlos acercándose a mi.

—Si, lo escuche todo.

Caminó hasta Nadia y Ángel, les explicó que ya se tienen que ir, que pronto les contaré lo que pasa y lo que pasará.

Ellos salen de la habitación, Carlos camina a cerrar la puerta, para que nadie nos escuche.

—¿Ahora dime? —pregunta el nuevamente.

—La enfermera Kinney le entregó una citación a Martha para mi, me realizaran estudios para saber lo grave de mi problema.

Carlos me observa preocupado, luego se acerca a darme un abrazo fuerte, comienzo a escuchar aplausos provenientes de Progenito.

—Vaya, vaya, ¿Quién pensaría que Carlos te metería en más problemas de los que ya tienes? —añade Progenito comenzando a reír.

Carlos y yo fijamos nuestras miradas en Progenito, quien camina de un lado a otro en la habitación.

—No le hagas caso Daniel, yo tan sólo quería salvarte —comenta Carlos angustiado.

—¿Salvarlo?, pero mira que lindo, yo no quiero que lo salves —Progenito comenta acercándose a Carlos.

—Si, yo solo lo salve.

Progenito lo observa con odio, luego lo lanza al suelo y comienza a presionar su cuello.

—¡Progenito déjalo! —gritó, estirando a Carlos lejos de él.

No mires bajo tu cama 2 - El regreso de Progenito.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon