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Isabel y Mauricio creen que yo me haría daño, después de todo lo que pase, después de ver a mi familia morir. En verdad quisiera decirles la verdad, pero no puedo, Progenito me mataría.

—¿Cómo pueden decir eso? Claro que no me hice daño, es una simple cortada, todo mundo se corta —comentó un poco enfadado, puedo notar que lágrimas salen de mis ojos.

Isabel se pone de pie y camina hasta mi, toma mi mano y la soba lentamente, mientras me observa con tristeza en el rostro.

—He conocido a niños que se cortan para evitar el dolor que sienten al perder a algún miembro de su familia, se lo que paso con la tuya, es sólo que estoy preocupada Daniel.

Frunzo el ceño, respiró hondo y trató de no llorar, sólo que ver a Isabel y Mauricio viéndome ocasiona que yo me ponga triste.

—Yo no lo hice, estoy consciente de lo que paso con mi familia, yo quiero superarlo pero parece que todos tratan de recordarme día con día —desvío mi mirada de Isabel, prefiero ver la puerta que ver a mis nuevos padres, acusándome de cortarme, lesionarme a mi mismo.

—Te queremos Daniel —escuchó que Mauricio comenta, para luego salir junto a Isabel de la habitación.

En estos momentos es difícil no llorar, limpio las lágrimas que caen por mis mejillas, suspiró profundamente. Cierro los ojos un momento y comienzo a escuchar risas, ¿Acaso Progenito jamás me dejará en paz?

—Muy bien Daniel, estoy muy orgulloso de ti, te has ganado un día, no mejor dicho, una semana más de vida —el ríe un poco y luego se esfuma.

Miró fijamente la puerta, en estos momentos es cuando quisiera estar recostado con mis padres, Flor, Carlos, viendo alguna película familiar, comiendo palomitas y bebiendo limonada.

Cierro mis ojos y logro ver a la abuela, ella me saluda, toma mi mano y me dice que todo estará bien. La puerta de la habitación se abre, por ella entra Sam, quien rápido camina hasta mi, voltea brevemente a la puerta y regresa su vista a mi.

—Daniel —Sam susurra cerca de mi.

Yo la miró confundido, ella me ve con el rostro lleno de miedo.

—¿Qué pasa Sam? ¿Estás bien? —le preguntó angustiado.

Ella camina por toda la habitación, ve todo con precisión, incluso se asoma debajo de la camilla, estoy comenzando a preocuparme.

—Todo esto que paso es muy extraño, intente decirle a Carlos, pero él dice que yo soy la paranoica.

Sam corre a la puerta y ve por el pequeño cristal que esta tiene, regresa a mi y ve mi brazo con detenimiento.

—No entiendo de qué hablas —la miró y ella toma asiento en el sofá junto a mi camilla.

—Yo estaba ahí Daniel, tu no cerraste la puerta, dime ¿Quién lo hizo? —Sam dice llena de temor.

Abro los ojos del asombro, analizó cada palabra de Sam, ella sospecha algo o todo, tengo que hacer algo.

—Pero ¿Qué dices? Es obvio que yo cerré la puerta, ¿Quién más podría haberlo hecho? —le preguntó, tratando de saber qué tanto sabe.

Ella niega con la cabeza, la puerta de la habitación se abre y por ella entra Carlos casi corriendo, intentando llevarse a Sam.

—Trato de averiguar ¿Quién lo hizo?, pero no puedo es demasiado por procesar.

Veo que Carlos la saca de la habitación, cierra la puerta y verifica que Sam se haya ido lejos de la habitación.

—Ella no puede saber, ¿Sabes lo que le haría Progenito?

Carlos asiente con la cabeza, yo estoy muy nervioso ahora que Sam intenta averiguar lo que paso conmigo.

—Yo me encargare de ella, ya lo verás —Carlos comenta, mientras se dirige a la puerta.

—¡Espero que lo hagas pronto! No quiero hacerle lo mismo que a Luis, que a Jack, ¿Recuerdan a Jack? Oh si, era tu amigo —Progenito señala con el dedo a Carlos, quien lo observa con temor.

***

Salgo de la habitación del hospital, la enfermera Kinney me lleva del brazo directo a Isabel y Mauricio. Puedo ver también a Carlos y Martha.

—¡Daniel! —Martha me da un fuerte abrazo.

Después de algunos largos saludos, abrazos, la enfermera Kinney le entrega unas hojas a Isabel, ella las firma de inmediato.

—Eres un niño muy fuerte Daniel, puedes irte a casa —la enfermera Kinney comenta, para luego alejarse de nosotros.

Sonrió un poco, mientras salimos del hospital, nos dirigimos al auto y todos subimos en el.

Veo que vamos por un camino diferente a donde se encuentra nuestro hogar, recuerdo las preguntas que hizo Isabel sobre mi cortada, mi respiración se acelera.

El auto se detiene y respiró profundamente al ver que hemos llegado a casa de Martha y Carlos, y no al centro de rehabilitación. Los dos bajan, se despiden y entran a su hogar.

Miró por la ventana, por breves segundos volteo a ver a Isabel y Mauricio, no les hablo, tan sólo los observó.

El auto se detiene fuera de nuestro hogar, bajamos de el y entramos, Tony nos espera viendo televisión, él me saluda, abraza y me cuenta que le he caído bien a sus amigos.

Al menos una noticia buena en todo el día, después de tantas malas noticias que ni siquiera puedo contarlas, pero en particular una que me aterra, Sam.

Ella no puede seguir averiguando lo que pasó, no quiero que Progenito le haga daño, nunca me lo perdonaría.

—¿Éstas bien? —me pregunta Tony, observando desde la puerta de mi habitación.

—Sí, mírame estoy vivo, aunque no te puedo negar que mi brazo me duele.

El entra a mi habitación, toma asiento en la cama junto a mi, toma mi brazo y lo ve.

—¿Sabes? Carlos nos contó que te caíste, quisiera saber ¿Cómo? —él sonríe un poco.

Volteo hacia mi alrededor, puedo notar que Progenito me tiene vigilado, puedo verlo desde aquí.

—No quiero hablar de eso, por favor déjame solo —le digo y lo empujó hacia la puerta, la cierro y me dejo caer al suelo.

Lágrimas salen de mis ojos, y es que no puedo evitarlo, yo tan sólo quería una vida normal, una familia nueva, una vida nueva, en cambio recibo una familia que cuidar, y el mismo demonio que trata de controlar mi vida.

Ya no aguanto, tengo mucho miedo, ni siquiera se si mañana despertare con vida, Progenito me hace daño, yo sólo quiero que eso pare.

Me recuesto sobre el frío suelo de mi habitación, observo todo a mi alrededor, me arrastró hasta mi armario, busco mi maleta y sacó una foto de ella. En la foto me encuentro con mi familia en una día de campo, ese día mamá insistió en que merecíamos una foto familiar y aqui esta, al menos es lo único que conservo.

Abrazó la foto, cierro los ojos deseando verlos una última vez siendo todos felices, no como la última vez que los vi morir.

No mires bajo tu cama 2 - El regreso de Progenito.Where stories live. Discover now