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Veo fijamente a Marcos y Evelyn, ellos parecen estar acostumbrados a estar en este lugar, en cambio yo, creo que nunca me acostumbraré.

—¿Cómo se acostumbraron a estar aquí? —preguntó, observando a Evelyn y Marcos.

Ellos me observan con una sonrisa en el rostro, para luego comenzar a reír sin parar.

—Jamas te acostumbras, al menos yo no y pues Evelyn... Todos los días parecen su primer día —añade Marcos frunciendo el ceño.

—¿Cómo sabes mi nombre? Nunca te lo he dicho —menciona Evelyn un poco enojada.

—Tu siempre me lo dices, pero lo olvidas —comenta Marcos con una sonrisa en el rostro.

—¡No es cierto, no digas mentiras yo no los conozco! —grita Evelyn levantándose de la mesa y comenzando a correr.

Sonrió un poco y continuó comiendo mi sopa, veo a Marcos y él también continua con su comida.

—Hola chicos, es un gusto conocer a personas no tan locas —dice una chica sentándose junto a Marcos.

Marcos y yo nos miramos entre si, luego regresamos nuestra vista a la chica quien comienza a comer de la sopa de Evelyn sin preguntar.

—Oye esa sopa es de nuestra amiga Evelyn, no tuya —agrega Marcos retirando la sopa de la chica.

—Déjala de todos modos Evelyn no la terminará —le digo con una pequeña sonrisa en el rostro.

—Tu si me agradas, él no —la chica señala a Marcos, quien se pone de pie y mira con furia a la chica.

—Milena déjalo en paz, sabes que sufre de ataques de ira, no querrás que te golpee —comenta la enfermera Kinney acercándose a nosotros.

Milena hace gestos y se aleja de nuestra mesa, luego la veo caminar nuevamente hacia acá, toma la sopa de Evelyn y se aleja nuevamente.

Marcos se pone de pie y se aleja enojado, la enfermera Kinney ríe un poco y toma asiento para luego mirarme fijamente.

—Daniel, alguien a venido a verte —añade la enfermera angustiada.

—Creí que las visitas eran cada semana —la miró con confusión en el rostro.

—Claro que son cada semana, pero al ser tu madre la dejan pasar —menciona ella, se pone de pie y se acerca a mi.

Yo abro los ojos del asombro, nunca imagine que Isabel viniera a visitarme, pero no creo que lo haya hecho por ella, lo hizo por Tony.

—Vamos, ¿Qué esperas? —pregunta la enfermera Kinney tomándome del brazo.

Los dos salimos del comedor y entramos por la puerta de la habitación de visitas, desde aquí puedo ver a Isabel abrazando a Tony, miró brevemente a la enfermera Kinney y ella asiente con la cabeza.

—Ve, desde aquí te estaré viendo —la enfermera me da un pequeño empujón y yo comienzo a caminar.

Me acercó en pasos lentos hasta Isabel, ella rápido evita verme, en cambio Tony, él se acerca a darme un fuerte abrazo.

—Te extraño mucho Daniel, quiero que regreses a casa —dice Tony separándose de mi.

—Yo también quiero regresar a casa, pero no puedo Tony.

Él me observa con lágrimas en los ojos, fijo mi mirada en Isabel. Ella parece estar riéndose en mi cara por lo que me pasa, algunas lágrimas resbalan por mis mejillas y vuelvo a abrazar a Tony.

—Sigue con tu vida Tony, ya que yo estaré mucho tiempo aquí —le digo y me acercó a Isabel.

La observo fijamente y ella tan sólo frunce el ceño, para luego voltear a ver a Tony.

—Tony ya tenemos que irnos, anda vayámonos —agrega Isabel tomando a Tony del brazo.

—Adiós Tony y recuerda... Sigue con tu vida —comentó comenzando a llorar.

Tony intenta correr a mi, pero Isabel se lo impide, la enfermera Kinney se acerca a mi y me da un fuerte abrazo.

—Lo siento tanto Daniel —agrega ella mirándome fijamente.

Limpió algunas lágrimas que caen por mis mejillas, mientras observo fijamente la puerta por donde salio Tony e Isabel.

***

La puerta de mi fea habitación se abre y por ella entra la enfermera Kinney con un vaso de agua y un frasco de pastillas en la mano.

—Es hora de tu medicina —sonríe la enfermera, tomando asiento en mi cama.

—No quiero —mencionó respirando hondo.

—Daniel vamos, si no lo tomas nunca saldrás de aquí.

Estiro mi mano y la enfermera Kinney me entrega la pastilla y rápido me la coloco en la boca y le doy un sorbo al vaso de agua.

—¿Sabes?, mi intención nunca fue hacerte daño cuando te quería separar de tus padres —ella me observa frunciendo el ceño.

—Ya lo se, tan sólo hacia su trabajo —añado sonriendo.

—Si, pero también lo hacia porque nunca me ha gustado ver sufrir a los niños, cuando vi las marcas en tu brazo, creí que sufrías —la enfermera Kinney se pone de pie y camina a la puerta.

Ella voltea a verme con una sonrisa en el rostro, yo tan sólo la observo fijamente.

—Descansa —añade, para luego salir.

La puerta se cierra lentamente, veo a Progenito pasar a través de ella con un rostro de felicidad.

—Este lugar es increíble, esta lleno de niños sufriendo, justo lo que me gusta —comenta acercándose a mi.

Yo me pongo de pie y corro hasta la puerta, miró hacia la habitación de Marcos, por desgracia no puedo verlo, él ya debe estar dormido.

—Daniel tu sufrimiento siempre será el mejor —susurra Progenito detrás de mi.

Volteo a verlo con enojo en el rostro, pero no puedo hacer nada, el intentará algo contra mi y yo no puedo provocarlo.

—Déjame en paz —le digo, caminando hacia mi cama.

Estoy por tomar asiento en la orilla, cuando caigo al suelo de golpe, Progenito me arrastra hacia abajo de la cama, yo intento agarrarme de cualquier cosa sin obtener resultado.

—¡Ayuda! —gritó fuertemente al sentirme encerrado debajo de la cama.

Un profundo silencio inunda toda mi habitación, yo intento cerrar mis ojos y tratar de dormir, es la única manera de dejar de tener miedo.

—Daniel, puedes correr pero no esconderte —grita Progenito desde algún lugar de mi habitación.

Volteo a todos lados y no logro ver nada, tan sólo oscuridad, una profunda oscuridad.

Siento que me toman de los pies y me arrastran hacia la puerta donde recibo un fuerte golpe en la cabeza, siento que pierdo el conocimiento.

—Progenito ya basta —comentó, mirando a todos lados.

—Hace tiempo no te molestaba.

Progenito aparece frente a mi, me toma del brazo y comienza a presionarlo fuertemente. Siento un gran dolor y caigo al suelo de golpe.

—Ya basta —susurró adolorido.

Progenito niega con la cabeza y me da un golpe en la cara, el cual ocasiona que me desplome en el suelo y cierre mis ojos lentamente.

—Esto es tan divertido —escuchó la voz de Progenito y luego siento que comienza a arrastrarme.

No mires bajo tu cama 2 - El regreso de Progenito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora