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Alguien toca la puerta, volteo y veo a Carlos realmente nervioso, le hago señas de que abra la puerta y así lo hace.

—Daniel, me gustaría hablar contigo a solas —la enfermera Kinney comenta, observando a Carlos y a mi.

La miró realmente sorprendido y nervioso espero no lo notó, respiro hondo mientras asiento con la cabeza.

—Estaré abajo —menciona Carlos brevemente, para luego salir de la habitación.

Sigo con la mirada a la enfermera Kinney, quien toma asiento en mi cama, ella me observa fijamente.

—Daniel —susurra en voz baja.

—¿Si? —le preguntó, acercándome más a ella.

—Háblame acerca de tus marcas —ella sonríe y se dispone a anotar algo en una pequeña libreta que sostiene con las manos.

—Ya le dije todo lo que se, me las hice en la pijamada, tuvimos pelea con almohadas.

Ella me observa con seriedad, luego fija su mirada en la pequeña libreta, donde escribe tal vez lo que he dicho.

—Tony me dijo que él las hizo, ¿Crees que haya sido él?

—No lo se, ese día estaban mis amigos, sus amigos, ni siquiera me di cuenta —agregó fijando mi mirada en ella.

Ella asiente con la cabeza, se pone de pie y camina hacia la puerta, la cual rápido abre. Voltea a verme brevemente.

—Ya nos veremos luego —una sonrisa dibuja su rostro, mientras desaparece de mi vista.

Escuchó que baja las escaleras, rápido me dispongo a seguirla, bajo las escaleras y la veo hablando con Isabel y Mauricio.

—Analizaré sus declaraciones, es muy probable que vuelva —la enfermera Kinney camina hasta la puerta.

Ella está por abrirla, cuando Martha se pone de pie del sofá y camina hasta ella.

—No puede estar insinuando que Isabel y Mauricio Suárez agraden a sus hijos, yo fui la encargada de aceptar la adopción de Daniel Foster, ellos tienen un excelente expediente familiar —Martha dice angustiada.

La enfermera Kinney voltea y la ve por algunos segundos, para rápido regresar la mirada a la puerta.

—Eso ya lo veremos —añade la enfermera Kinney, para luego salir de nuestro hogar.

Puedo notar angustia, preocupación en todos, volteo hacia arriba de las escaleras y Tony observa al igual que yo lo sucedido.

Carlos se acerca a mi rápidamente, él me observa angustiado, como era de esperarse.

—¿Escuchaste todo? —pregunta él.

Asiento con la cabeza, comienzo a caminar hasta Isabel, le doy un fuerte abrazo.

—No era mi intención meterlos en problemas —le susurró en voz baja.

Ella me observa con lágrimas en los ojos, luego voltea a ver a Mauricio, quien tan solo nos observa lleno de angustia.

—Vamos a arreglar esto, ya lo verán —comenta el tratando de sonreír.

***

Pico una y otra vez mi comida, yo simplemente no entiendo como todos los demás pueden comer, cuando estamos en serios problemas. Creo que es porque nadie de ellos se siente tan culpable como yo.

—Daniel tienes que comer, ya verás que todo esto se arreglara —Isabel dice con una sonrisa en el rostro.

Sonrió un poco, y comienzo a comer, aun así no puedo evitar pensar en todo lo que pasa, maldito Progenito, todo es tu culpa.

—Gracias por la comida Isabel, pero ya tenemos que irnos —comenta Martha levantándose de la silla.

—Gracias a ti por intentar ayudar —Isabel se levanta y acompaña a Martha y Carlos a la puerta.

Volteo y miró por algunos segundos a Tony, él está tan feliz por la excursión, por todo lo que ha pasado, aun no le ha dicho nada a Isabel.

—Tony, ¿Le dirás tú o lo hago yo? —le preguntó, cuando veo entrar a Isabel por la puerta.

Una gran sonrisa se forma en el rostro de Tony, él se pone de pie y sale de la cocina, minutos más tarde regresa con el permiso en la mano. Isabel y Mauricio lo observan sonriendo.

—Mamá. Daniel y yo queremos permiso para ir a la excursión que realizará la escuela en dos semanas, ¿Podemos ir? —pregunta Tony emocionado.

Isabel y Mauricio se miran entre si algunos segundos, luego regresan la mirada a nosotros.

—Claro que si chicos, además necesitan despegarse de todo este asunto con la enfermera Kinney.

Tony se levanta de la silla gritando, saltando de la emoción y sale de la cocina, en cambio yo tan sólo sonrió levemente.

—Tu no estas tan feliz, ¿Por qué? —pregunta Mauricio.

—Porque me siento culpable, por mi culpa la enfermera vino, tal vez no debería ir a ese viaje —les digo un poco preocupado.

—¿Cómo dices eso? Claro que iras, debes estar muy emocionado por ir —Isabel comenta frunciendo el ceño.

Asiento con la cabeza, mientras me pongo de pie y salgo de la cocina saltando y gritando de la felicidad, pero sólo lo hago porque no quiero que ellos me vean triste.

Llego hasta mi habitación y saltó encima de mi cama, estoy muy cansado hoy ha sido un día muy largo.

—Me gustan las excursiones ¿Sabes? —Progenito aparece junto a mi.

Lo miró brevemente y luego miró el techo, todo esto que pasa es por culpa de Progenito.

—¿Estas enojado conmigo?, oh dios esta enojado conmigo —Progenito grita riendo.

Me pongo de pie y caminó a la puerta, estoy por abrirla pero Progenito aparece frente a mí, él me empuja demasiado fuerte que me golpeó con la cama. Toco mi cuello y me doy cuenta que estoy sangrando.

—¿Que hiciste? No puedes lastimarme, la enfermera Kinney se dará cuenta —le digo y rápido corro hasta el baño.

Tomo un poco de papel higiénico y comienzo a limpiarme la sangre que me ha salido, mi respiración se acelera.

Caminó hasta mi cama, me recuesto sobre ella y cierro mis ojos, no puedo creer que todo esto este pasando.

Recuerdo mi vida antes de que Progenito apareciera, era un niño de doce años, no parecía de esa edad, ya que tenía un comportamiento muy infantil, incluso tenía una cama en forma de carrito. Todo lo sucedido después de que Progenito apareció me hizo madurar, ya no soy aquel niño infantil, ya crecí y he madurado debido a tanta pérdida que he tenido. Recuerdo cuando mi única preocupación era deshacerme de mi cama de carrito, ahora mis preocupaciones son desde salvarle la vida a alguien hasta no dejar que Progenito tome mi alma.

Algunas lágrimas caen por mis mejillas, creo que no es buena idea recordar mi triste pasado, pero es inevitable, yo no quiero regresar a un orfanato, yo quiero mucho a Isabel y Mauricio, no quiero alejarme de ellos.

Pero al parecer la enfermera Kinney lo quiere lograr y todo por mi culpa, de Progenito, estoy pensando que Carlos tiene razón, debo decirle a alguien de lo que me pasa, tal vez alguien pueda ayudarme, puedo tener una vida normal, puedo vivir en paz el resto de mi vida.

No mires bajo tu cama 2 - El regreso de Progenito.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz