33

419 50 10
                                    

Abro los ojos lentamente y logro ver que Progenito me arrastra fuera de la habitación, por todo el pasillo, siento dolor en mi rostro, en la espalda, quiero llorar, pero no quiero llamar la atención de alguien.

—¿Qué haces? Déjame por favor —susurró intentando zafarme de su brazo.

Progenito voltea a verme fijamente, él tiene una sonrisa marcada en el rostro, luego suelta mi pie y camina hacia la puerta de una habitación.

—Hoy en la tarde me entere que Marcos sufre de ataques de ira, creo que lo harás enojar un poco —Progenito abre la puerta de su habitación, por suerte no logró ver nada.

Lágrimas comienzan a caer por mis mejillas, mientras Progenito me arrastra ahora al interior de la habitación de Marcos, intento agarrar la puerta, sólo que Progenito me da un golpe en la mano.

—Vamos Daniel, ponte de pie —menciona Progenito tomándome del brazo.

—No quiero, por favor no —añado, intentando caer nuevamente al suelo.

—Esta bien, si tu no quieres esta bien, pero yo si quiero.

Veo que Progenito se esfuma y rápido siento que no controlo mi cuerpo, ahora él lo controla, yo tan sólo cierro los ojos haciéndome a la idea de que hoy sufriré mucho.

—¡Marcos despierta! —comentó involuntariamente, mientras golpeó a Marcos brevemente.

Él se mueve un poco y abre los ojos, yo tan sólo comienzo a llorar fuertemente, tal vez si me ve así, él se tranquilice.

—Daniel, ¿Qué haces aquí? —pregunta Marcos lleno de confusión.

—Vengo a golpearte, anda ponte de pie para acabar contigo —mencionó comenzando a reír.

Marcos se pone de pie enojado y confundido a la vez, él me da un empujón, el cual ocasiona que caiga al suelo de golpe.

—¿Eso es todo lo que tienes? —le digo riendo sin parar, mientras me pongo de pie.

En mi interior lloro, esa caída me causa un poco de dolor, pero creo que lo que sigue estará peor.

—¡Vete de mi habitación! —grita Marcos enojado.

Yo niego con la cabeza, veo como se acerca a mi con furia, me da un golpe en la cara y yo caigo al suelo de golpe.

Él salta encima de mi y comienza a golpearme cada mas fuerte, cierro los ojos intentando resistir el dolor, pero ya no puedo, me duele y Progenito tan sólo sonríe. Ahora lo veo observando como me golpean una y otra vez.

—No quería lastimarte, es solo que no me gusta que nadie entre a mi habitación.

Marcos agarra fuerzas y me da  patada en el rostro que me hace caer al suelo adolorido, sangrando y confundido.

***

Abro los ojos lentamente y rápido siento un enorme dolor en todo el cuerpo, siento ardor en las mejillas, incluso tengo un brazo vendado.

—¿Dónde estoy? —preguntó lleno de confusión.

Nadie parece escucharme, de hecho nadie se encuentra en esta habitación, tan sólo yo y Progenito observándome desde la puerta.

La puerta se abre y por ella entra la enfermera Kinney caminando de prisa hacia a mi.

—Daniel al fin despertaste, me tenias muy preocupada, a todos —menciona ella dándome un pequeño abrazo.

Siento dolor en todo mi cuerpo y veo a la enfermera Kinney fijamente, puedo notar lágrimas caer por sus mejillas.

—Quiero ver a Martha y Carlos, no me importa si falta una semana para las visitas, yo quiero verlos hoy —le digo angustiado.

Ella me observa con preocupación, veo que acerca una pequeña silla hacia mi y toma asiento.

—Daniel, llevas inconsciente una semana —la enfermera Kinney me observa frunciendo el ceño.

—¿Qué? Claro que no, apenas hace algunas horas paso todo —agrego lleno de miedo.

La enfermera Kinney me observa con lágrimas en los ojos, mientras yo no puedo creer que haya dormido una semana.

—Hace seis días te encontramos en la habitación de Marcos golpeado, él ya esta pagando por lo que te hizo —la enfermera menciona angustiada.

—¿Dónde está? —preguntó confundido.

—Marcos esta en una habitación aislada, ahí se encuentran las personas que rompen las reglas.

Ella se pone de pie y camina hacia la puerta, ya que alguien toca fuertemente.

—Pasen —comenta la enfermera Kinney abriendo la puerta.

Miró fijamente hacia la puerta y veo a Carlos y Martha entrar por ella, lágrimas caen por mis mejillas y trato de ponerme de pie.

—Daniel no te esfuerces —dice Carlos corriendo a recostarme de nuevo.

Una pequeña sonrisa se forma en mi rostro y le doy un fuerte abrazo a Carlos, no me importa si me duele, yo necesitó abrazarlo.

—¿Quién te hizo eso Daniel? —pregunta Martha acercándose hacia mi.

Desvío mi mirada de su cara y observó a la enfermera Kinney, agachó mi cabeza y miró mi brazo vendado.

—Esta bien si no quieres decirnos, lo importante es que estás bien.

Martha me da un abrazo el cual disfruto demasiado, ahora tan sólo me falta ver a Tony, desgraciadamente Isabel no lo traerá.

—¿Puedo hablar con Carlos a solas? Por favor —preguntó mirando a Martha y a la enfermera Kinney.

Ellas asienten y salen de la habitación, dejándome a solas con Carlos, él cual tan sólo me mira confundido.

—¿Dime? —él me observa detenidamente.

Miró rápidamente todo a mi alrededor, tengo que estar seguro de que Progenito no este aquí.

—Puedes ver debajo de la cama y decirme si ves algo extraño —susurró angustiado.

Carlos se agacha y ve debajo de la cama, luego se pone de pie y toma asiento en la silla que coloco la enfermera Kinney cerca de mi cama.

—¿Eso lo hizo Progenito? —pregunta Carlos, señalando mis heridas.

Volteo hacia la puerta, para ver que nadie este cerca y pueda escuchar lo que estoy por decir.

—No fue él, pero él lo provoco, por su culpa Marcos me golpeo —le comentó, comenzando a llorar.

Él me observa con lágrimas en los ojos, luego se aleja un poco de mi y mira a sus alrededores.

—Tenemos que hacer algo con Progenito, él no puede seguir haciéndote daño —Carlos me observa frunciendo el ceño.

Asiento con la cabeza, luego recuerdo aquel día en que le dije que encontraría la forma de desarmé de él, él intento asesinarme hasta pedirle perdón, no quiero que eso le pase a Carlos.

—Lo haremos, pero con cuidado —añado preocupado.

Carlos asiente y luego se aleja hasta la puerta, la abre, Martha y la enfermera Kinney entran por ella.

Yo me despido de ellos y así es como salen por la puerta dejándome con la enfermera Kinney, quién me entrega una pastilla y un vaso de agua.

—Tómala, en unos días podrás volver a tu habitación —sonríe la enfermera Kinney tomando asiento en la silla.

La observo sonriendo, ella se pone de pie y sale de la enfermería. Respiró profundamente y veo hacia mis alrededores. Progenito se acerca a mi.

—La enfermera Kinney me agradaba cuando era mala contigo, me doy cuenta que eso esta cambiando, eso no me agrada para nada —él me observa con furia en el rostro.

Veo que Progenito camina de un lado a otro para luego esfumarse, yo cierro los ojos intentando tomar el sueño.

No mires bajo tu cama 2 - El regreso de Progenito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora