Capítulo 12 🌙

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Arianne

Al día siguiente me despierto con la mejilla apoyada sobre un libro e incómoda. Me froto el dolor en el pecho y mis ojos pican. Miro el entorno para notar que estoy en la habitación que me asignaron los Karlsson.

Anoche lloré hasta quedarme dormida.

Sentándome en la cama, dejo caer la cabeza en mis manos y suspiro. Me siento cada vez más frustrada por las pistas confusas. Regresar a Chicago y enfrentar a mamá es la mejor alternativa. Lo único que me motiva del día es que Asher me llevará a la manada Persson. Estoy deseosa de verlos cambiar de forma. No puedo asegurar que estaré calmada, pero intentarlo es un progreso.

Me enderezo con un bostezo que suena poco delicado y gimo al ver que no tengo ninguna llamada de mi madre mientras registro el celular. Hay un mensaje de Lily diciéndome que no me preocupe y siempre seré bienvenida en su cabaña. Le responderé después.

¿Qué sucede con mi madre?

Lanzo el celular de nuevo en la cama y me acerco a la ventana. El día está muy gris al igual que mi alma. Veo los pájaros meciéndose en el viento y una vieja colina a lo lejos. En otra vida New Hope sería mi sitio favorito porque tiene todo lo que necesito: naturaleza abundante, pocos habitantes y aire puro.

Pero ya nada aquí me parece atractivo. No cuando fue contaminado por la muerte. Enlazo los dedos en mi cabello y me deslizo por la pared con los ojos cerrados. La afirmación de Alem mató mi fe de encontrar vivo a Theo, pero no me daré por vencida.

Tiene que haber otro camino.

Existen miles y no renunciaré por las palabras dudosas de un sacerdote.

El culpable de mi tristeza arderá.

Es una promesa.

—¿Puedo pasar? —Asher toca la puerta esta vez y sonrío.

—Adelante —respondo, levantándome con esfuerzo. Sus ojos observan la habitación con el ceño fruncido al ver tanto desastre —. Fue una mala noche —explico y bostezo de nuevo.

—Estás cansada —dice —. Volveré más tarde.

—No, no —Lo detengo y empiezo a recoger algunas cosas de la cama —. Me daré un baño y después iremos a la manada Persson. Dime que aún sigue en pie tu plan.

—Te di mi palabra —Asher me ayuda a poner en orden la cama —. Primero quiero escuchar algunos detalles.

Guardo mis cosas en la maleta.

—¿Qué detalles?

—Sobre el licántropo que atacó a Theo. ¿Recuerdas cómo era exactamente?

A pesar de mi determinación de no dejar que me afecte, un pequeño escalofrío me sacude mientras mi lengua repite la descripción que tanto desprecio.

—Era enorme, con pelaje gris y ojos rojos —me estremezco —. También babeaba mucho y sus garras eran puntiagudas.

Una señal de tensión aparece en su frente, pero no expresa nada. Es inquietante.

—Gris y de ojos rojos. Un color muy inusual.

Me siento a su lado con las manos sudadas.

—¿Lo has visto alguna vez por aquí?

Comprueba la hora en su reloj.

—El entrenamiento de los Persson empezará dentro de una hora —informa —. Tienes tiempo de bañarte y desayunar. Te espero en el comedor.

—Oh, bien.

Sus ojos avellanas me miran con tanta intensidad que me encojo en la cama para tratar de aliviar esta tensión entre nosotros. ¿Cuándo terminará? Al parecer nunca. Respirar el mismo aire que él es adictivo porque huele delicioso y amaría recorrer sus músculos con mis dedos.

Dulce Maldad [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora