Capítulo 18 🌙

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Asher

¿Este día se pondrá peor? Hace minutos bailaba con Arianne y ahora debemos enfrentarnos a los malditos chupasangre. ¿Cómo sucedió tan rápido? ¿En qué momento nos atacaron? Cuando entramos al bar no había indicios de que este territorio les pertenece y tampoco fuimos advertidos por los dueños.

Así que tengo una conclusión.

Los vampiros están siguiéndonos el rastro. Si los Persson lograron localizarnos en la carretera, ellos pudieron hacer lo mismo. No me gusta creer que alguien es la razón principal de sus ataques, pero es inevitable no pensar en Arianne. Aulus la busca y estoy seguro de que tiene cómplices que lo respaldan.

El bar de mala muerte se convierte en un desastre. Los borrachos se unen a la pelea, golpeándose entre ellos. Veo a mis hermanos luchar también y busco a Arianne. La veo aferrada a Andrew y susurro en su mente:

«Vete con Andrew, pónganse a salvo. Los demás estaremos bien»

El vampiro da un paso cerca de mí. Es alto y musculoso con largo cabello rubio que toca sus hombros. Viste con ropa de cuero negro muy ceñido. Me mira de arriba abajo y sus labios se curvan en una sonrisa cruel con colmillos visibles.

Entonces arremete contra mí.

Me aparto antes de que llegue a golpearme. Él pasa volando y falla por pocos centímetros. La primera ronda la gano yo con una patada en el pecho que lo desorienta. La necesidad de cambiar me tienta, pero no puedo hacerlo con humanos presentes. Si llego a morder a este ser patético, podría infligirle una herida realmente grave y dudo que sobreviva.

Me toma desprevenido cuando me ataca nuevamente y pierdo el equilibrio mientras ambos caemos sobre la barra en un estruendo. Molesto conmigo mismo por darle una oportunidad de ganar, golpeo su frente con mi cabeza y me pongo de pie. El dolor sube a mis sienes, pero no freno mis asaltos. Sisea y salta sobre mí. Él determinado a clavar sus colmillos podridos en mi garganta y yo decidido a arrancarle el podrido corazón de su pecho.

—Dime quién te envió —gruño.

Sus dientes están manchados de sangre cuando se ríe.

—¿Quién no lo ha hecho?

Mi mandíbula hace tic, su tono sarcástico despierta la parte más oscura que habita en mi mente. La rabia se desata y aprieto su garganta en un agarre brutal. Él me golpea contra una pared, tratando de mantenerme inmóvil, pero soy difícil de vencer. Mi rodilla conecta contra su ingle y lo hago aterrizar sobre su espalda.

Le pateo en la cabeza repetidas veces y cojo una vara de acero de la esquina. Lo hundo en su estómago con un movimiento preciso que trae espumas de sangre a su boca. Oigo gritos y lamentos, pero nadie me va a detener. No me interesa si llaman a la policía, lo mataré.

—¿Quién demonios te envió? —Saco la vara de su cuerpo para apuntar a su corazón —. ¡Dímelo ahora o te mato!

No habla así que fuerzo la vara en su pecho, grita y retorciéndose de dolor.

—¡Habla, maldita sea! —insisto —. ¡Última oportunidad!

El vampiro gimotea con los dedos pálidos en el pecho. La sangre gotea de su nariz y sus ojos se entrecierran. Un movimiento más de mi parte y estará muerto.

—No es nada personal, licántropo. Solo hago mi trabajo porque me pagaron una buena cantidad.

Presiono la herida y se queja. La mujer que le sirvió la hamburguesa a Arianne está llamando a la policía y necesitamos irnos antes de que seamos arrestados. ¿Qué explicaciones le daremos? Los clientes vieron mucho.

Dulce Maldad [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora