Capítulo 8

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Viernes. 4:30 a.m.

— Auch... Carajo.— dijo mientras se incorporaba. Sobó su cabeza.

Abrió mas sus ojos y pudo ver (y oler) claramente donde se encontraba.

Un contenedor de basura.

— Maldita bruja...— susurró.

La chica con la cual acababa de pelar -y besar- lo había dejado en un maloliente y desagradable lugar.

También pudo percatarse que no tenía su transformación. Ahora era el simple civil que detestaba ser.

Salió del lugar lleno de desechos y una brisa helada golpeó su descubierta piel, y por instinto se abrazo a si mismo.

Camino hasta su casa, no le quedaba de otra, su kwami necesitaba fuerzas y no tenía alimento que darle.

— Vaya chica, eh. — Plagg, ese era el nombre de un gatito negro pequeño y cabezón que la hacia de kwami.

El joven de ojos verdes lo miro enarcando una ceja. Casi nunca hablaba con su kwami, para lo único que le dirigía la palabra era para exigir alimento, un apestoso queso Camembert.

Su relación no era cercana y ambos sabían por qué.

A plagg lo encontró en uno de sus viajes fuera de Europa por el trabajo que tenía. Estaba en una playa de Japón cuando encontró la pequeña caja entre la arena. La abrió en su recamara y salió la cosita negra, al principio se asusto, pero al poco tiempo se dio cuenta del poder del cual era dueño.

Plagg trato de convencerlo de que su destino era proteger a la humanidad, que el poder del anillo era peligroso y tenía que ser usado con responsabilidad y puras intenciones. Sin embargo, como si le hubiera hablado a la pared, los pensamientos egoístas, ambiciosos y soberbios del joven -entre otras influencias- terminó por ser el maleante canalla, egocéntrico, embustero y traicionero que toda Francia temía y odiaba.

Esto decepciono demasiado al Kwami, tanto así que ignoro al muchacho por mucho tiempo.

— Si, te detesto y no te quiero hablar. Pero tengo que admitir que esa paliza fue épica.— mencionó la criatura negra soltando una carcajada.

Su amo frunció el ceño y siguió caminando sin mirarle.

— Oh vamos, no te enojes que tú te lo has buscado.

— Cállate Plagg, nunca dices nada y te prefiero así.

El Kwami siguió riendo fuertemente. Hace tanto que había querido que alguien se atreviera a enfrentarlo y por supuesto, su vieja amienemiga lo logró.

¿Cuánto hace que no la ve? ¿70, 80 años? ¿Quizás más? No estaba seguro, pero se alegro de verla de nuevo en acción. De sentir su presencia. En serio que la había extraña...

— ¡Hey! ¡Oye te estoy hablando!— Su portador chasqueó los dedos frente a él para llamar su atención.

—¿Ah? ¿Qué?

— ¿Qué te pasa? ¿Por qué tanto interés en esta chica? — preguntó intrigado. Plagg sabía algo que él no y se aseguraría de sacarle la sopa.

— ¿Tan idiota eres?— El muchacho solo le fulminó con la mirada, Plagg rodó lo ojos.— ¡Es como tú! Quién quiera que sea esa chica, tiene un Kwami y por lo tanto un miraculous, y vaya que debió demostrar algo especial ante el Guardián. El miraculous de Ladybug es de los más poderosos, mi otra mitad. Mi complemento.

El joven analizó las palabra de su pequeño acompañante. Si esa tal Ladybug también era portadora de aquellos mágicos poderes, lo más seguro era que lo usaría para un fin contrario al suyo. Bueno, eso lo dejo bastante claro.

DANGEROUS LOVE  || MARICHAT +15 || (En Edición) Where stories live. Discover now