DANGEROUS LOVE || MARICHAT +15 || (En Edición)

//Extra 2//

Fue bajando las manos, acariciando la tela y su calor traspasando la misma hasta llegar a la piel de la joven azabache que en respuesta, le dio un escalofrío recorriendo su espina dorsal,  uno de esos que te alteran y te hacen desear más.

Ella acariciaba su cabello con suma suavidad, despeinandole y topándose con las orejas falsas las cuales también sobo. Se aferro aun más a su cuello y dejo que sus fosas nasales fueran llenadas con el embriagador olor a la colonia que Chat llevaba.

Las manos del joven por fin llegaron hasta su trasero y con lentitud apretó el agarre causando que un gemido se ahogara en los labios de la muchacha, y eso no le pareció.
Beso su cuello, combinando sus labios y lengua para degustar el sabor de la piel blanquecina de Marinette. — Gime, princesa. Sabes que eso me encanta.— lamió sus clavículas.

Sus labios con lápiz labial se entre abrieron y dieron paso a aquellos gemidos que eran consecuencia de las suaves y tiernas caricias del felino, que no solo hechas con sus manos, sino también con su boca. Sintió como sus manos sobaban sus piernas y subían el vestido cada vez más hasta que la tela solo cubría la parte de arriba. Siguiente de esto, el frío golpeó en sus piernas y trasero descubierto; sin embargo, frío era lo último que sentía en ese momento.

Chat recorrió ambas clavículas con besos húmedos hasta que quiso besar aun más, por lo que empezó a desesperarse por quitar ese vestido. Pero entonces, la joven le gano en velocidad y le quito el saco, se alejo solo para ver su rostro; estaba sonrojada y se veía que su respiración se había alterado ligeramente. Esos ojos azules le miraban el torso mientras esas tersas manos  acariciaban su pecho con cada botón de desabrochaba. Fue un espectáculo excitante, tanto así que la sangre se estaba yendo a su miembro, poniéndolo duro y altivo.

Ella lo sintió.  El pene de Chat, a pesar del pantalón, comenzó a rozar contra su monte venus sacándole otro gemido más y deseando que de una buena vez la penetrara.

Pero tenían que ser pacientes, porque a ambos les gustaba entregarse  de una forma que fuera lenta y pasional, sin prisas ni demasiada agresividad. Porque en verdad le agregaban eso que normalmente faltaba a la hora de quitar las prendas; amor.

— Levantate, amor. — con sus manos en las caderas la ayudo a levantarse. — Quítate la ropa.— ordenó con su ronca voz.

Marinette podía sentir la humedad en sus bragas, su voz tan varonil y profunda le exitaba demasiado. Y provocar esa voz le hacia sentir un erótico gusto.
Tomó la orilla del vestido y lo levantó lentamente, creando un espectáculo para su chico rubio. Se fue quitando de apoco loa tirantes del sostén y finalizo desabrochando éste y tirándolo justo donde dejo el vestido.

Chat noir gruño al ver los pechos firmes de su novia y esos redondos pezones que sabia perfectamente, necesitaban su atención.
— De ese me encargaré yo.— impidió que ella quitara sus bragas negras.
Miro a detalle el cuerpo de Marinette y observo como ella se doblegaba provocativa mente para retirar sus medias negras.  — No las quites. Me gusta el color negro en ti, princesa.
Tomó su mano y la jaló suavemente para ponerla de nuevo sobre él. La besó y acaricio su espalda, de nuevo bajo sus besos hasta que sus labios se toparon con sus senos, su lengua probó primero el montículo izquierdo y sus labios lo aprisionaron y jalaron ligeramente, logrando sacar gemidos  y jadeos más audibles.

La joven de ojos azules sabia que con ese rufián perdía su cordura completamente, sin embargo las ideas para estimularlos a ambos seguían llegando.
Separo al gato lejos de sus pechos, lo cual obtuvo un gruñido de su parte, y se retiro de encima, sentándose a un lado y moviéndolo para que se pusiera de pie frente a ella.
— Tu turno gatito.— hablo sensual y se mordió el labio inferior mientras observaba el candente torso de Chat.
Aun con la respiración agitada miro como su chico sin despegar la mirada de la suya, retiro la camisa y la aventó por algún lado
Ésto la hizo sonreír, ya que notó que cada vez que lo hacían Chat tenía esa costumbre de aventar las prendas sin importarle donde caerían.