Capítulo 16

24 9 1
                                    

En menos de media hora se encontraba en la oficina de la oficial Eminda, en el Departamento de Policía. Después de una breve introducción comentó entusiasmado:

—La cámara oscura es el dispositivo formador de la imagen, que como analogía en nuestro caso, es el vientre en papel fotográfico. La cámara captura la imagen idéntica a la real. El vientre de la fotografía captura la imagen del vientre materno. Y tal como ocurre con el procedimiento técnico de una fotografía común, esta imagen sería permanente después de haberla secado en la oscuridad. Esto nos dice que el mal está a un paso de trascender la barrera dimensional y apoderarse de la tierra.

—Por si no lo ha notado... eso ocurrió hace siglos, doctor Sié.

—No me refiero al mal cotidiano que cohabita entre nosotros. Hablo del mal espiritual. El padre Milson sabe de qué hablo.

—Gracias por la indirecta —respondió.

Tras el correctivo interpretativo prosiguió con la explicación:

—Todas las mujeres que perdieron misteriosamente sus bebés debieron ser fotografiadas con anterioridad, pero muy cercano al día del hurto para hacer coincidir la fase de evolución del feto en el tiempo. Esto significa, que el vientre materno y la fotografía sean un espejo. La misma copia; así se dará continuidad al proceso de gestación. El cuadro que Légore conoció y que desapareció, fue real. Existe.

—¿Intenta decirnos que los fetos han sido transferidos a fotografías de las mismas mujeres embarazadas? —preguntó Eminda.

—Es una hipótesis —respondió.

—¿Y así mismo se supone que llegarían esos espíritus malignos?, ¿a través de fotografías?

—Es parte del argumento...

—¡Cuántas películas de fenómenos paranormales ve al día, doctor Sié?

El padre Milson carraspeó la garganta.

Todos lo miraron. Hasta los fisgones del comando que no tenían nada que ver.

—El doctor Sié está en lo cierto —comentó el Padre—. Si me permiten...

Tomó un marcador y se dirigió al papelógrafo. Dibujó el símbolo tatuado con fuego.

Explicó:

—Lo copié de la mano del padre Loenzo, el día que fui a visitarlo preocupado por su comportamiento. Él mismo me lo enseñó. Dijo no saber nada al respecto. No recordaba cómo o quien se lo hizo. Nada en absoluto. Hasta ahora ignoraba su significado, pero luego de escuchar el razonamiento del doctor Sié... tiene sentido. Falta justificarlo. Esta línea recta representa la espalda, la forma esférica es el vientre materno, el tridente con las puntas hacia arriba es la representación del demonio con su liderazgo, y el diminuto espacio en el centro curvado donde se interrumpe el símbolo, representa el ombligo...

—El pequeño orificio por donde entra la luz —manifestó el doctor Sié agrandando los ojos, que a la vez parecieron agrandar el rostro para continuar encajando en ellos.

Se dirigió al papelógrafo para hacer su aporte:

«El hijo de la bestia retornará a la tierra para reclamar su trono» Está representado en el tridente —lo señaló—. «No entrará por puertas ni ventanas... bastará un diminuto orificio». Es la cámara fotográfica sin lente simbolizada en el ombligo —igual lo señaló—. «El bien le servirá de resplandor para que todos lo vean». Se refiere al feto. Esa es la luz —fue lo tercero que identificó en reemplazo del tridente—. «Su imagen será perpetuada como un fantasma en la oscuridad». No es otra cosa que la fotografía —encerró todo el dibujo en un círculo y le puso por nombre: «Visitante del averno».

Había despedazado la frase del padre Loenzo pronunciada en la homilía descifrando cada parte al hacer la correspondencia, que hizo coincidir a la perfección, con fragmentos del símbolo escarificado en la palma de su mano izquierda.

Todos tenían los ojos agrandados...

—Felicitaciones a los dos, me acaban de vinagrar el desayuno —dijo la mujer.

El doctor Sié continuó con su retórica:

—Hay que hallar los cuadros fotográficos. Averiguar en cuál de los fetos encarnará la bestia. Cuáles son las características que lo diferencian de los demás. Cuál puede ser la participación de Légore. Cuál....

—Respire, doctor Sié —intervino la oficial—. Qué le parece si comenzamos porque nos cuente qué clase de sitio es el que se supone que debemos buscar. ¿Tiene alguna idea?

—Claro que sí.

Basándonos en el principio de la cámara oscura, se proyecta una imagen captada por un pequeño agujero que en este caso es el vientre. El papel fotográfico utilizado es el mate, que se caracteriza porque no brilla y no se refleja. Las fotografías ya existen. Deben estar ocultas en el sótano de algún edificio, habituándose para ser secadas en la oscuridad al momento de nacer: un sitio secreto, algún socavón, un lugar abandonado... Allí están los fetos...

Mostró la impresión de la cámara natural que bajó de la web.

—Dicen que la fotografía no es algo verdadero... Igual que los demonios. Pero los dos existen —comentó Eminda.

El doctor Sié retomó la explicación:

—Supongo que mientras es el momento de parir, cosa que no sé cómo ocurrirá, los fetos dentro de los vientres fotográficos necesitarán un ambiente frío y sombrío con una mínima luz. Estoy hablando de un sótano... enorme o pequeño, en un lugar probablemente abandonado o solitario; un templo, una casa antigua, un taller oculto, una cueva, etcétera —recalcó por segunda vez.

—Si es obra del demonio también aconsejo buscar en los sótanos de las iglesias más antiguas —agregó el eclesiástico.

—¿No se supone que es terreno sagrado, padre Milson? —preguntó Eminda.

—Es verdad. Y supongo que no estaría en los planes de la policía dudar de estos sitios. Pero igual se supone que los eclesiásticos también lo son, y sin embargo, hay quienes con sus acciones turbias profanan la iglesia, los ornamentos sagrados, la hostia consagrada, los objetos litúrgicos y hasta la homilía como ya aconteció con el padre Loenzo. Y a mi parecer, me inclino por pensar que si hay eclesiásticos involucrados en este asunto, no tendrán escrúpulos para ocultar los cuadros allí.

—Por lo que intuyo, padre, el demonio mismo es un secreto oculto en los andares de la religión, que tienta a quienes visten los ornamentos con inseguridad —comentó el doctor Sié.

—Así es, amigo. La duda posando sobre la fe... la costra sobre la herida —respondió—. Es por lo mismo que no debemos ser considerados ni temerosos al explorar, cuando estamos siendo invadidos por el mal desde nuestras propias acciones. No todos en el clero son un dechado de virtudes...

—Como diga, padre. Entonces haremos lo siguiente: nos concentraremos en la búsqueda de los cuadros fotográficos donde se supone que estarán los vientres con sus fetos. Si los encontramos, tendremos la evidencia para disipar el resto de las dudas y relacionarlas con los responsables.

La oficial Eminda reunió a los agentes, y les dio las nuevas instrucciones para continuar la búsqueda bajo ciertos parámetros, que contemplaba: edificaciones antiguas activas que ostentaran sótanos y túneles. También incluyó rascacielos abandonados de los que estaba inundada la ciudad.

La exploración apoyada por la red de sistemas avanzaba con lentitud en el perímetro urbano de los cinco distritos de la ciudad que nunca duerme. En ese mismo lapso de tiempo el hurto de fetos iba en aumento. La iglesia repudió las acciones de la investigación y acusó al padre Milson de conspirar en su contra luego de que se enterara de su participación.    

Entre vientres de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora