Capítulo 2

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DOMINIK

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DOMINIK

Después de salir de prisión solo me quedaba continuar con mi vida.

Para mí, dejar ese establecimiento en tonos opacos y oscuros, donde la luz es un privilegio y la oscuridad mi único aliado en lo que fueron tres años de mi vida, ya sean perdidos o ganados, habían significado muchas cosas para mi. A partir del momento en el que mis ojos fueron cegados por la resplandeciente luz de una vieja bombilla colgante en el techo, me impuse una cuantas normas que marcarían la diferencia entre el antiguo Drac y Dominik.

Si Drac era un demonio, Dominik era el diablo.

Esta vez todo sería diferente. No iba a dejar que volvieran a destruirme, no habían terceras oportunidades para ningún ser viviente que se impusiera en mi camino.

Todos mis buenos sentimientos se habían ido al mismísimo infierno desde el momento en el que yo mismo había sido arrojado en él.

Observé la gruesa capa de nieve que se formaba sobre el pavimento de la autopista mientras el auto se desplazaba a gran velocidad. La nieve caía a cántaros, el clima estaba húmedo y frío a la vez. No era fanático de ese tipo de climas pero justo en ese momento me resultaba agradable.

El auto se detuvo frente a un edificio que reconocí al instante. Tenía tantos recuerdos inolvidables de aquel lugar que me resultaba curioso e intrigante estar devuelta después de tres años en una prisión. Me concedí un largo tiempo adentro del auto observando el exterior a través de la ventana. El sol se ocultaba detrás de las espesas nubes oscuras en el cielo. Tan pronto puse un pie en el suelo una fuerte ventisca impactó contra mi cuerpo, avancé a pasos flemáticos e impasibles, merodeando alrededor del lugar.

-¿Por qué lo has comprado? -me atreví a hablar en el momento en el que me detuve frente a la camioneta.

-¿Por qué no habría de hacerlo? -replicó en tono persuasivo-. Después de todo pensé que estarías acostumbrado a él, Dominik.

Günter se aproximó en llegar junto a mí, seguidamente rebuscó en el bolsillo de su abrigo y me lanzó las llaves del apartamento que hace unos quince años me había pertenecido.

-Estaré merodeando la zona para asegurarme de que no has escapado aún -me comunicó antes de comenzar a alejarse hasta su vehículo.

No tardé en entrar al edificio, había pasado tanto tiempo pero seguía estando en las mismas condiciones inhóspitas al igual que la última vez en la que estuve en ese lugar. Las escaleras habían sido remodeladas y reemplazadas por otras nuevas, el pasillo estaba alumbrado con pequeños farolillos en cada lado. Eché un vistazo alrededor del vestíbulo hasta que dí con una elegante puerta marrón y el número 53 en ella. Caminé hacia ella mientras los nervios me recorrían el cuerpo, no eran nervios, en realidad me sentía emocionado probablemente.

Al abrir la puerta me encontré con un apartamento sin vida. Todas mis cosas habían sido reemplazadas por artilugios modernos. Había una cantidad de cuadros colgados en las paredes, varios sofás en cuero, y cosas básicas que necesita un ser humano para subsistir. Cerré la puerta a mis espaldas y coloqué las llaves sobre la encimera de la cocina. Me quité el abrigo que yacía sobre mis hombros y me senté en el sofá.

DOMINIK© [2]✔Where stories live. Discover now