Capítulo 26

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Dominik Habich




Sigo preguntándome cómo es que no me había dado cuenta antes. ¿Cómo pude tener a esa persona frente a mis ojos todo este tiempo sin darme cuenta de ello? Fue inteligente. Se supo ganar mi confianza y con ello, mi lealtad. Todo este tiempo pensé que solo había estado ayudándome. No. El solo sabía como utilizarme para que sus planes funcionaran. No me sacó de prisión porque le agradó la idea, sino porque solo me convirtió en otra pieza más de su juego macabro.

Me hierve la sangre al escuchar las explicaciones de Robert. ¿Estará diciendo la verdad? ¿Por qué le mentiría a su propia hija?

Soy consciente de que en mi fuero interior desearía que estuviesen mintiéndome una vez más. No, esta vez podía sentir como las piezas empezaban a encajar en el rompecabezas. El culpable. El enemigo que había estado buscando todo este tiempo pretendía ser mi mejor amigo. Mi hermano.

Mintió.

Siempre mintió.

Y nunca me di cuenta de que mentía.

Permanezco sentado en el sofá marrón de cuero en medio de la sala. Las gotas de agua se resbalan a través del cristal. Puedo escuchar los truenos retumbar en las paredes y ventanas. Tengo un vaso de cristal entre mis dedos, no he querido hablar con Amber. Sé que ella está tan afectada como yo, pero lo reconozco, estoy siendo egoísta. Recuerdo las palabras de Christina. Su llanto la última vez que fue a visitarme en la cárcel. Nunca entendí porqué hizo lo que hizo. ¿Por qué asesinó a Hugo? ¿Por qué causar tanto dolor a un niño? ¿Por qué me abandonó cuando más la necesitaba? ¿Por qué se fue? ¿Por qué se suicidó? ¿Por qué renunció a su segunda oportunidad?

¿Era yo su segunda oportunidad?

Las gotas azotan las ventanillas. El espacio a mí alrededor se encuentra oscuro. Las luces están apagadas al igual que mi alma. Siento que todo lo que me rodea sufre las consecuencias, mi hermana, mi madre, ¿quién sigue ahora? ¿Amber?

Recuerdo cuando creí que la perdí en aquel hospital. Robert se equivocó en un suceso de su historia: no fue Derek quien llevó a Amber al hospital después de que se desmayara...fui yo. Regresé por ella. La vi tirada en el suelo de la habitación, sus mejillas empapadas de lágrimas, su cabello revuelto, su rostro enternecido. No pude simplemente marcharme y abandonarla en ese lugar.

Nunca pude explicar lo que sentí aquella vez que la vi. Tan asustada, temblorosa. Podía sentir la manera en la que su corazón palpitaba, el mío también palpitaba con fuerza, y por un instante sentí que la necesitaba junto a mí. Deseaba verla vivir, seguir su vida y superar los obstáculos. Avistar desde la distancia su sonrisa. Supe que estaría bien solo si ella también lo estaba.

Porque desde el primer momento en el que le vi supe que ella le daría vida a mi vida.

Solamente ella.

Porque aunque me da miedo admitirlo en voz alta, ella me ha salvado de morir en vida. ¿Por qué continuar viviendo una vida que no te pertenece?

Solo ella puede herirme hasta romperme. Solo ella puede hacerme agonizar con tan solo decir una palabra. Pensé que jamás podría sacar su rostro de mi cabeza. Pero ella me pertenece. Siempre ha sido de esa forma.

Me encuentro perdido entre mis pensamientos en el momento en el que las luces se prenden a mí alrededor. No necesito girarme para saber de quién se trata. Lo sé a la perfección. No escucho sus pasos pero puedo sentir su respiración acercarse.

—Pensé que estabas durmiendo.

Ella suspira, deteniéndose en medio del salón. La única luz de la lámpara la alumbra. Su rostro está oscuro pero puedo percibir el enrojecimiento que cubre el puente de su nariz. No hace falta preguntar para saber que ha estado llorando.

DOMINIK© [2]✔Where stories live. Discover now