Capítulo 16

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DRAC

El sol aún no aparece por lo que demoro unos segundos para buscar una linterna en el bolsillo de la puerta del auto. Lanzo la puerta con fuerza para cerrarla, sin importarme mucho romperla. Tanteo el botón que enciende la linterna y cuando consigo hacerla encender, me aproximo hasta la ventanilla del auto. Puedo notar un derrame de algún líquido espeso que parece tratarse de gasolina, en la parte trasera del auto. Enfoco la linterna frente a mi, y observo una chica rubia con lo cerrados, además de hilos de sangre deslizándose lentamente sobre sus sienes. Es fácil para mi descubrir su identidad. Melena rubia, tez blanca, mejillas sonrojadas. Barbara Anderson. La insoportable amiga de Sullivan.

Al parecer el destino insistía en joderme la existencia, recordándome a la castaña mañosa a cada segundo de mi vida. Exhalando un bufido, procedo a abrir la puerta del auto. No obstante, se encuentra atorada, bloqueando todos mis esfuerzos en querer abrir la puerta.

Por otro lado,  Barbara comienza a removerse vagamente sobre su asiento. Ella pestañea varias veces con lentitud, daba la ligera impresión de que hasta los párpados le dolían, no quería imaginarme en qué estado físico estaba el resto de su cuerpo. Finalmente, al cabo de algunos segundos, sus orbes verdosas con pequeños rayones azules, se fijan en mi presencia. La rubia agita la cabeza, y al instante una mueca de dolor se marca en su rostro. Luce desconcertada, asustada y perdida en el espacio.

Quizás debería explicarle la situación pero el tiempo avanza al igual que el rastro de gasolina que desprende del vehículo.

—Barbara... ¿puedes escucharme? —le inquiero, al no saber qué más hacer para abrir la puerta. Ella demora un par de segundos en responder, asintiendo con su cabeza—. Necesito que abras la puerta desde adentro para poder sacarte de allí, ¿puedes hacer eso?

Sus cejas se unen pero finalmente, intenta estabilizarse para extraer el seguro que bloquea la puerta. Puedo sentir a la adrenalina y desesperación filtrarse a través de mi torrente sanguíneo, mi corazón se dilata y no puedo comprender la razón. Siento un extraño hueco en el pecho, y no puedo despegar mis ojos de ella. Por un instante, la imágen de una pequeña niña rubia se plasma en mi mente, aturdiendome, ella intenta abrir la puerta de la habitación, el fuego se expande pero cuando se da por vencida, alguien la envuelve en sus brazos para salvarla.

El sonido de un chispazo, me extrae de mis cavilaciones. El vehículo no demora en explotar como un fuego artificial. Por lo tanto, comienzo a desesperarme, viendo como inútilmente Barbara se remueve con los dedos temblorosos para sacar el maldito seguro.

—Barbara, necesito que te apresures —le indico.

—¡No abre! —se inquieta, moviéndose sobre el asiento. Está dejando que la desesperación tome el control y no puedo luchar contra ello.

Sus ojos vidriosos me estudian a través de la ventanilla, puedo notar la dificultad que se ha instalado en su garganta para tragar. Ella niega con su cabeza mientras jadea desesperadamente, golpeando el cristal que nos separa con sus manos.

Trago la bilis.

Las palmas de las manos me tiemblan y tengo que frotar mi rostro seguidas veces para deshacerme del exceso de sudor. Busco por una solución pero mi mente se nubla. Entonces sucede, el auto estalla en un chasquido, y el fuego comienza a crecer.

Mi cerebro grita Deja pero mi corazón se ha paralizado. Puedo sentir como se encoje hasta volverse diminuto.

—¡Drac, sácame de aquí! —rompe en llanto, golpeando el vidrio rápidamente—. No...no me dejes morir. Te lo suplico.

Casi no logro entender lo que exclama entre sollozos. Ella llora mirándome con esos ojos verdosos entonces una luz me ilumina. Aferro con fuerza mis dedos alrededor de la linterna, inhalo una bocanada de aire antes de impactar el objeto contra la ventanilla repetidas veces hasta quebrarla. Suspiro de alivio y me apresuro en envolver su cuerpo entre mis brazos para alejarnos del auto antes de que termine de pulverizarse. Barbara continúa sollozando en el hueco de mi cuello y puedo sentir a su cuerpo temblar sobre el mío. Una extraña sensación se apodera de mi cuerpo, y por un segundo, me siento agradecido de haberla encontrado a tiempo. No quería ni imaginarme lo qué hubiese sucedido si no llegaba antes.

DOMINIK© [2]✔Where stories live. Discover now