Capítulo 8

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Dominik

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Dominik.

Reconocí a Joe al instante en que le ví. Joe había hecho de mi vida un infierno durante los tres años que estuve en prisión. El me acusaba constantemente de todo los delitos que alguna vez llegué a cometer, me aislaba durante días, ordenaba a las camareras que no me diesen comida por días, e incluso, llegó a cruzar el límite quitándole la luz a mi celda. No me agradaba la idea de que el fuese el encargado del caso de Christina.

Por otro lado, la muerte de Christina se me resultaba un completo enigma, puede que Sullivan tuviese razón. Christina no parecía ser del tipo de persona que se arranca su propia vida, no después de todas las atrocidades que tuvo que cometer para mejorar su estilo de vida. Sin embargo, pudo haberse tratado de un suicidio tal y como el imbécil de Joe lo describía.

¿Por qué Christina? ¿Por qué precisamente una persona tan vulnerable? ¿Qué sabía Christina que pudiese ser una amenaza para alguien?

La pobre mujer de casualidad recordaba su propio nombre. El día en que la ví me sorprendió mucho ver el estado en el cual se encontraba, su cerebro había envejecido y sus memorias parecían haber sido borradas, pues en cuanto intenté acercarme a ella para hacerle algunas preguntas sobre la manera en la que escapó del psiquiátrico, ni siquiera se esforzó en reconocerme.

Dejo salir un suspiro mientras termino de bajar las escaleras hasta la planta de abajo del psiquiátrico. Para mi desgracia, tanto Joe como su inútil compañero se encuentran haciendo una encuesta a la rubia de la recepción. El día transcurría cada vez más lento, mis energías estaban por los suelos y solamente quería que Sullivan terminara de arreglar las cosas de su madre fallecida para poder dejarla en su maldito hotel de una vez por todas.

Derek me había obligado a recoger a Sullivan al hospital, me opuse tanto tiempo como pude pero después de mil súplicas accedí. No precisamente por ella, ni por el, más bien, me sentía en deuda con Christina, así que decidí llevar a su hijastra al lugar en el cual murió.

Si eso no es amor, no se que lo podría ser. Me impresionaba la manera en la que Sullivan después de todo el daño que recibió a causa de su malvada madrastra sea capaz de venir a este lugar a despedirse.

Sin duda alguna yo jamás haría algo como eso. Quizás no amaba a nadie lo suficientemente como para perdonar todo el daño que pudo haberme causado.

-Es un tremendo placer encontrarte aquí -exclama Joe dejando a su compañero junto a la rubia mientras enfrasca su mirada café en la mía-. ¿No te parece que es un tremendo placer?

Una sonrisa irónica surca mis labios mientras termino de bajar el último peldaño de la escalera.

-Lo dudo.

Joe se echa a reír a todo pulmón sin importarle que la rubia y su colega se encuentren presentes.

-Siempre tan tremendamente carismático, Dom -dice tras colocar una de sus manos sobre mi hombro. Me apresuro en apartarla con un movimiento brusco de torso a la vez en la que muevo mis pies hasta el medio de la recepción.

DOMINIK© [2]✔Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt