Capítulo 25

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Amber Sullivan


No podría llamarle a esto un secuestro, esto se debe a varias razones: 1) no me encontraba en aquella casa en contra de mi voluntad, por el contrario; me sentía emocionada de volver a ver a mi padre, poder intercambiar palabras con él, sentir su calor humano, ese sentido del humor que tanto echaba de menos. No, definitivamente esto no es un secuestro.

Es más bien, un rescate.

El me ha rescatado de todo aquél misterio que me había esclavizado durante los últimos años de su ausencia. No puedo mentir, Dominik me hace falta. Extraño cada parte de él, cada mirada, cada roce, cada beso...pero necesitaba este espacio. Necesitaba aclarar la maraña de pensamientos que andaban libre albedrío por mi cabeza. Necesitaba a mi padre.

Necesitaba saber la verdad, conocer ese trasfondo que siempre me habían ocultado.

Robert no era el mismo. Podía sentirlo en la manera en la que pretendía protegerme al aislarme de lo conocido, para mí padre, todo lo conocido durante estos años se escondía detrás de una garrafal farsa. Nada de lo que había conocido era real, ninguna persona era de fiar. Ni siquiera Dominik. O en eso insistió Robert tan pronto me trajo a su guarida secreta. Le pregunté más de una vez qué había ocurrido con él, por qué había desaparecido de esa manera, ¿por qué fingió su muerte? Pero todo lo que obtuve como respuesta, tal y como era de esperarse, fueron argumentos evasivos. Robert no considera que me encuentre mentalmente preparada para afrontar la verdad.

Salió hace más de una hora, ha estado actuando de una forma sospechosa, pero ha sabido mantener el silencio necesario para no soltar ni una sola pista de lo que sucumbe en sus pensamientos. Merezco saber la verdadera razón de su regreso, sin embargo; sospecho que el camino a la verdad se alarga cada vez más.

Me siento frente a la ventana, pequeñas gotas de lluvia se deslizan sobre el cristal, y a pesar de que la chimenea se encuentra encendida, un frío estremecedor latiga mis huesos con gran afán.
Junto mis brazos por encima de mi pecho en cuanto un sonido perteneciente a un par de llantas se hacen presentes en el lugar. Un par de focos aparecen, de pronto, frente a la ventana, y tras ellos se le adiciona otro vehículo el cual me esmero en identificar.

No me coloco de pies hasta que las voces irrumpen en la estancia. Dos voces masculinas, una más profunda, gruesa y ronca que la anterior pero de igual manera, se me resulta conocida. Podría estar inconsciente, e incluso así, podría reconocer al propietario de esas cuerdas vocales.

Robert abre la puerta de la casa, echa un vistazo alrededor de la sala en busca de alguien, y finalmente, sus ojos se detienen sobre los míos junto a una mueca que se extiende en sus labios. Es probable que esperase que estuviese en los brazos de Morfeo.

—¿Por qué sigues despierta? Te di un relajante antes de irme, ángel.

Su voz es recriminante pero después de unos minutos, suelta un suspiro dándome a entender que lo ha aceptado de buena manera. Robert se gira hacia sus espaldas, y sale de la cabaña. Sólo demora unos minutos cuando vuelve con una persona atada de manos, además de una venda sobre sus ojos. Mi corazón da un salto de acróbata cuando su semblante serio, incómodo y a la defensiva, aparece frente a mis ojos. Quiero gritar de la conmoción, lanzarme entre sus brazos a sabiendas que incluso atado de manos el haría lo que fuese para salvarme.

Él no me dejaría caer ni siquiera atado de manos.

Él siempre estaría allí, dispuesto a salvarme sin importar las circunstancias que nos rodean.

Porque de eso se trata el amor. Y aunque el nunca lo haya dicho antes, yo podía sentir su amor, de lo contrario, no me hubiese perdonado.

—Te quitaré esto —susurra Robert, posicionando a Dominik en medio del salón para proceder a quitar la venda de sus manos. Papá me echa un vistazo, y menea su mentón a su dirección—. ¿Te importaría echarme una mano, ángel?

DOMINIK© [2]✔Where stories live. Discover now