Capítulo 22

14.1K 1K 241
                                    

Amber Sullivan

La luz del sol me despierta. Una fina manta se adhiere a mi cintura, y un par de piernas se encuentran enlazadas con las mías. Parpadeo un par de veces para alejar el cansancio de mis ojos, y detallo mi entorno. Dominik aún duerme a mi lado. Nos quedamos dormidos encima del puente en el que estábamos la noche anterior, esa inolvidable noche en la que volvimos en el tiempo como si seguimos siendo lo mismos, como si nada hubiese podido arruinar nuestra felicidad.

Me paso las manos por el rostro para limpiar los hilos de saliva que por lo general no puedo evitar durante mi período nocturno, y me aseguro de verme presentable o en mínimas condiciones favorables para cuando Dominik se despierte. De todas maneras, sé que no le va a importar si parezco un mapache rabioso por las mañanas. El siempre me ha aceptado tal cual soy.

Siento su cuerpo moverse a mi lado, apretando mi cuerpo contra una acera. Toco su cabello con la yema de mis dedos, y la suavidad de su cabello me transmite tranquilidad.

—¿Ya es de día? —Dominik se incorpora, sentándose con las piernas extendidas frente a él, y talla sus ojos con los puños de sus manos.

Le sonrío con los labios cerrados aunque sé que el no puede verme.

—Es lamentable, pero si, el sol ha salido, cariño.

Dominik deja de tallar sus ojos para mirarme con una mueca en los labios. Tiene un pequeño hundimiento en una de sus mejillas que me resulta irresistiblemente atractivo.

—No quiero ir a la oficina —me informa, pasando las manos por su cabello, peinandolo de atrás hacia adelante—. ¿Qué te parece si nos ausentamos el día de hoy? —me guiña un ojo, y deja de tocarse el cabello para inclinar su torso hacia mi dirección.

Meneo la cabeza, considerando la idea. No tengo ánimos para ir al trabajo, mucho menos luego de lo que sucedió la última vez que me quede hasta tarde en la oficina. No estoy segura si debería comentarle ese suceso a Dominik, puede que no me crea o puede que me crea, pero no lo tome a bien.

Así que decido por reservarlo para mi misma. Nadie tiene porqué saberlo. Nadie tiene porqué enterarse de que Robert Sullivan está con vida.

Si el fingió su muerte habrá tenido una razón lo suficientemente trágica para hacerme pasar por todo lo que he vivido pensando que estaba muerto.

—Me encantaría ausentarme pero no creo que a mi jefe le parezca buena idea —le comento, poniéndome de pie para tomar un poco de aire fresco.

El viento golpea mi rostro con fuerza, y zumba en mis oídos. Dominik me imita, y procede a ponerse de pie.

—Las reglas fueron creadas para romperse —me sonríe, y guarda la manta en la mochila que cuelga del manubrio de la motocicleta.

Le miro enarcando una ceja.

—Te noto insistente. ¿Qué haríamos si no fuésemos al trabajo hoy? ¿tienes algún plan para pasar el día?

El me guiña un ojo, y se coloca la chaqueta de cuero que vestía la noche anterior. Le asienta de maravilla, para ser honesta, pudo haber sido un modelo masculino reconocido en su vida pasada.

—Se me ocurren muchos planes para pasar el día —eleva ambas cejas con sorna, y avanza unos cuantos pasos en mi dirección—. Podríamos hacer lo que quieras... —sus manos se posan en mis caderas, y evito soltar un risa por lo que aprieto los labios.

—No se me ocurre ninguna cosa que quiera hacer —le contesto, colocando mis brazos alrededor de su cuello para finalizar entrelazando mis dedos por encima de su nuca.

DOMINIK© [2]✔Where stories live. Discover now