Confesiones

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Su rostro queda en blanco. No hay expresión en este, no dice nada ni mueve un solo músculo, pero sí ha perdido todo el color en este. Como no dice más nada, continúo:

—¿Recuerdas aquella vez que Nathaly reveló a todos mi Libro Negro? ¿En el que hablaba de asesinatos? —Él asiente—. Bueno, siempre me dije a mí misma que lo haría, me lo prometí. Se lo prometí al cubículo del baño en el que lloraba cada día por culpa de Heyly. Me vengaría. Y eso es lo que haré.

»Vengo de Tennessee.  Donde vivía Nathaly. Sí, Nath, vivía. Lo hice. Cumplí con mi promesa. —Sus ojos se abren como platos, y ahora lo sé todo. Lo he perdido. No se levanta, pero su mirada refleja temor. Temor hacia mí—. Y vine aquí por lo mismo, pero por ti… por aquella vez del baile. Pero encontré un chico maravilloso, dulce, y carismático, que me enamoró. Un chico por el que deseo poder tener el privilegio de cuidarlo y despertarlo cada mañana con un beso y un café. Jamás te haría daño. Fuiste borrado de mi lista desde el momento en el     que me salvaste del ebrio en el bar.

»Me gustas mucho. No hay nada que desee más que estar a tu lado, pero temo que me lastimes. No creo que mi corazón se recupere que la única persona que le importa le haga daño. Y debo irme. No soy una mediocre, y aún faltan muchas personas para terminar. Una vez acabe con Heyly (que está al final de mi lista) seré libre. Mi alma estará en paz, mis cicatrices se habrán borrado y el peso que tengo encima desde los trece se habrá ido. Y si no me quieres, bien, lo entiendo. ¿Quién quiere hacer una vida con alguien que terminará en la cárcel? Así que, debo decirlo de una u otra forma. Nathan, te quiero.

El temor en sus ojos desaparece, y es reemplazado por calidez y amor. He visto esa mirada sólo en dos personas, y eran mis padres cuando charlaban en la cena. Siempre soñé que, si iba a casarme y enamorarme, quisiera vivir una historia así de hermosa, romántica e imposible que la de ellos.

Pasa algún tiempo antes de que cualquiera de los dos rompa el silencio. Él no ha respondido nada.

—¿Nath? ¿Estás bien? —Chasqueo mis dedos frente a su rostro, trayéndolo nuevamente a este mundo.

—Sí. Es solo que… —resopla—. Es mucho para procesar. ¿Sabes? Nathaly era una de mis mejores amigas en la secundaria. Y ahora está muerta… por tus manos.

Listo. Esta es la parte en la que dice «yo también te quiero, pero estás loca, y la policía viene en camino».

Pero no pasa nada.

—Es mi turno. —Yo sonrío y asiento—. Jazz… me gustas. Mucho, como ya te habrás dado cuenta. Me gustas desde secundaria, pero como me dijiste más temprano, no es sencillo un día estar en el trono, el rango más alto, y al siguiente ser invisible. Simplemente quería encajar como todos, pero maduré y noté que luego de la graduación, no pasó nada. Por el hecho de ser popular en secundaria y el rey de casi todos los bailes, no me dieron empleo más rápido, no entré antes que otros a una universidad, no conseguí una hermosa esposa. Nada. No valía la pena, en verdad. Me arrepiento de no haberte dicho esto antes. Cada día me levanto con un «¿Qué habría pasado si me hubiera confesado con Jazz? ¿Sería mi esposa? ¿Estaría dándome los buenos días justo ahora?». Y por fin, te encontré. No soy de los que creen en el destino, pero si no es eso, entonces no sé qué diablos sea.

»No sé qué más decirte, excepto una confesión. Yo era suicida. También tengo cicatrices como tú, pero siento que eres más fuerte pues tú las sellaste. Jamás nadie lo supo, y mejor así. Y ahora ves que no somos tan diferentes.

»La verdad es que me pareces la mujer más perfecta de todas, la más hermosa, a pesar de todo. Te quiero con tus defectos y cicatrices, tanto externas —gira mis muñecas, revelando las cicatrices de mis cortadas de años atrás. Las acerca a sus acolchados labios y las besa, sonrojándome—, como las internas. Ambos tenemos muchos demonios, y lo mejor, es que pienso que son compatibles —me dedica una sonrisa, y yo sonrío igual. No podría estar más de acuerdo—. El infierno es divertido si estás con los demonios correctos. Así, que, Jazzie —se arrodilla como si me fuera a proponer matrimonio y río tontamente—, ¿quieres estar conmigo en este infierno al que llamamos «vida»?

Revenge©.Where stories live. Discover now