Principales sospechosos

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Las voces de varios hombres charlando con Nath en la habitación me despiertan del sueño en el que caí en un momento, sin darme cuenta siquiera. Supongo que después de tantas vueltas y pensamientos mi cerebro terminó cansándose y dejándose llevar.

Mis párpados se abren y bostezo, lo que llama la atención de los presentes en la habitación, que resultaron ser dos policías. Mi pulso se desboca y el sueño que sentía sale pitando de mi organismo. ¿Policías?

Esto no podía ser bueno.

Las expresiones de los hombres eran rudas y frías, mirándome con severidad. Nathan lucía cansado, y noté que le dolía el cuello por la mueca que hacía cada vez que negaba con la cabeza. Y era de esperar, luego de la posición en la que estaba durmiendo, no podía tener menos que un horrible dolor en el cuello y tal vez espalda.

El oficial más bajo y más viejo me ve, a lo que le da un golpecito a su compañero, alto y rubio, con aspecto de adolescente, y le señala con el mentón a mi dirección. Nathan voltea también, y el alivio es notorio en su expresión.

–Señorita Collins, qué alegría que haya despertado –dice el más bajo, con acento inglés.

Mi mirada migar entre ambos oficiales y mi novio, sin saber precisamente qué decir. Me encojo en la cama, queriendo ser tan pequeñita que nadie pueda verme. Estoy asustada y angustiada por su visita, y de inmediato pienso que he sido atrapada, que tienen pruebas en mi contra.

Y luego, el miedo crece cuando caigo en cuenta que he arrastrado a Nathan en esto, y que irá a la cárcel conmigo por complicidad.

–Soy el oficial Hudson –el bajito me extiende la mano y yo titubeante acepto el gesto– y él es el oficial Allen –señala al otro oficial, quien con largas zancadas se acerca a mi cama y repite el gesto.

–Un placer. Pero, ¿podría saber qué los trae a nosotros? –Lucho para que mi voz suene firme y sin temblores.

–Anoche, la recepcionista del hotel en el que se hospedan, Nicole Banfield, fue asesinada brutalmente. –Suelta el oficial Allen. Finjo estar sorprendida mientras un grito ahogado sale de mi garganta.

–Vaya, eso es simplemente terrible. –Digo, con los ojos lo más abiertos que puedo, esperando que no se vea exagerado.

–Sabemos que la condición en la que se encuentra en estos momentos y que no es oportuno estresarla ni conmocionarla, pero, ¿podríamos hacerles unas preguntas? –el tono del oficial Hudson es tranquilo y paciente.

Miro a Nathan, en busca de aprobación o negación. O bien podría usar mi «condición» como ventaja para no contestar y sugerir llamarlos cuando esté mejor para crear una mejor excusa, o bien puedo contestar las preguntas y librarme de estos hombres.

Nath se encoge de hombros y cruza los brazos sobre su pecho.

–Claro que sí.

–Pero deben ser por separados –el Oficial Hudson lo dice más como una disculpa que como una orden.

Mis nervios aumentan. ¿Cómo haremos para decir coartadas similares si no escuchamos la del otro? Este, definitivamente es mi fin. Corrijo, nuestro fin.

–Lo siento, pero no quisiera dejarla sola luego de lo que ocurrió anoche –dice Nathan con firmeza. Sé que más que eso, vio la expresión perdida en mi rostro y dedujo que necesito tiempo para pensar en qué hacer. Chico listo.

–No le ocurrirá nada a su novia, señor Reynolds. Somos policías, sabremos qué hacer, ¿no cree? –dice el oficial Allen, con burla.

Nathan me ve, ya sin saber qué hacer. Mi teléfono en la mesilla de noche junto a la cama comienza a vibrar, por lo que lo tomo y lo reviso. Bah, sólo un mensaje de la empresa…

Revenge©.Where stories live. Discover now