Boda

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Esta mañana despierto radiante al pensar en que hoy en es gran día. Hoy dejaré de ser Jazz Collins a ser Jazz Reynolds, la mujer del hombre de mi vida.

Y lo cierto del caso es que este chico me ha atrapado como una mariposa en un frasco, sólo que esta mariposa entró voluntariamente y ha hecho del frasquito un cómodo hogar del que no quiere alejarse en ningún momento.

Me he dado cuenta de que mi hogar es el lugar donde Nathan esté, pues sin él, yo no sería absolutamente nada. Es todo lo que necesito y siempre he necesitado, pues a veces, no requieres de alguien que te levante cuando te caigas, sino alguien que se acueste a tu lado hasta que puedas hacerlo por ti misma.

A veces creo que mi profundidad es ridícula.

Nathan es la manera del mundo de decirme «¡qué bonita es la vida!». Pero, obviamente, mi vida se hace bonita con la presencia de él. No puedo ni recordar cómo era mi vida de adulta antes de que él reapareciera en mi vida para quedarse. Es como si él es todo lo que puedo recordar.

No estaba en mis planes enamorarme, tampoco lo estuvo despertar cada mañana junto a alguien, pero a veces, hay que romper la rutina y probar algo diferente y ¿qué mejor manera que casándote?

Mis recuerdos antes-de-Nathan son simples relámpagos, pero hay un sentimiento en todos ellos; un vacío profundo. No creí jamás poder llenarlo, pues no sabía qué era lo que me faltaba. Y resultó ser amor.

Nathan se marchó en la madrugada. Lo sentí levantarse, pero fingí seguir dormida. Escuché cómo se duchaba y me susurraba al oído, con gotitas cayendo de él sobre mi mejilla:

—Te veré en la capilla, futura Señora Reynolds —y plantó un suave beso en mi mejilla.

Cuando escuché la puerta cerrarse, no pude evitar sonreír, suspirar y reír como tonta. ¡Me iba a casar! Es, como mínimo, el día más perfecto de mi vida, ¡y no lleva ni dos horas!

Desde esa hora, me la pasé recostada, viendo el techo, sonriendo, con mi mente maquinando las miles de opciones viables de lo que ocurrirá hoy en la capilla. Y sé que no será el evento del año, que no aparecerá en los periódicos ni tendré conocidos en el lugar, pero al menos estaré unida al amor de mi vida, y es lo que importa.

Cuando ya son las ocho y me he aburrido de ver todas estas películas, me levanto y me doy una ducha. Es momento de empezar el día que marcará el resto de mi vida desde este momento.

Me visto con ropa sencilla, y obviamente, el anillo. Me gusta la presión que causa en mi dedo anular izquierdo, pues ahora cuando un pretendiente se acerque, lo mostraré, pero esta vez será real. ¡En verdad estoy comprometida!

Mamá estaría tan orgullosa de que su pequeña Jazz consiguiera el amor de su vida, que no pararía de verme con lágrimas en los ojos. La extraño endemoniadamente.

Salgo de la habitación, bajo por el ascensor y cruzo las grandes puestas del lobby. Camino hasta la acera, donde llamo a un taxi que va pasando. Él se detiene y subo. Le pregunto por una tienda de vestidos de novia, ya que esta es la primera vez que vengo a Las Vegas.

—Yo la llevaré —guiña a través del retrovisor.

Le agradezco mientras bajo la mirada, sin ganas de mantener contacto visual con su extraña mirada, que comienza a asustarme, para ser sincera.

Una vez se detiene en una elegante tienda de vestidos, le agradezco su amabilidad y saco de mi cartera dos billetes de veinte, aunque uno está demás. Quiero darle una buena propina por haberme llevado hasta aquí.

—Gracias. Serás una novia hermosa —asegura.

Yo me sonrojo y asiento, mientras camino apresuradamente dentro de la tienda. Ese sujeto me incomodó hasta un nivel inimaginable.

Revenge©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora