Recaída

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Salgo de la ducha y me coloco ropa cómoda. Cuando atravieso la puerta del cuarto de baño, Estefania está sentada junto a Nathan, charlando animadamente, riendo de algo que ella dijo.

Siento algo extraño en mi pecho y un retorcijón en mi estómago. Es algo que jamás he sentido antes, pero si todos los libros que he leído tienen razón, esto se llama «celos».

Y no me gustan.

—Eh, ¿nos vamos? —Interrumpo, no queriendo ver más a mi esposo y mi amiga reír de una broma privada.

—Claro. —Dice con entusiasmos Estefania—. Fue un gusto verte, Nathan. Te veo luego, cuñado —le guiña un ojo y se encamina a la puerta caminando como un gato que mueve la cola.

Mis ojos se vuelven rendijas. ¿Es que no puede existir una chica en este mundo que no sea una total zorra? Esto no es nada justo.

—Te veré en la noche, cariño —le digo a Nathan, besándolo.

—Te amo.                                           

—Te amo más —respondo sonriendo.

—Oww, hacen una hermosa pareja —interrumpe Estefania, entrando nuevamente a la habitación.

—Es que ella es hermosa —explica Nathan, viéndome, mientras sonríe embobado.

Salgo de la habitación, suspirando. Me pellizco el brazo. No es un sueño, claro está. Tengo el brazo lleno de marquitas por los pellizcos diarios, pero he perdido casi toda la sensibilidad en esa zona debido a las cortadas de años atrás.

—¿Y qué quieres hacer, amiga? —Pregunta Estefania, enrollando su brazo con el mío.

—No lo sé. Jamás he hecho estas cosas —admito.

—Woah. Esto va a ser duro —ríe.

Yo río, pero me siento rara. Como si fuera una simple máquina. Por alguna razón, Estefania me recuerda demasiado a Logan, y esto hace que mi corazón se retuerza de dolor. ¿Cómo alguien, con tan poco tiempo, pudo cambiarme de esta manera? Es inexplicable, pero siento un vacío, en el que pienso que sólo puede caber Logan. Y eso es terriblemente malo.

El secreto del beso es algo que me llevaré a la tumba, pero si sigo ocultándolo, no lo esconderé durante mucho, pues la ansiedad me consume cuando pienso en eso. Creo que debería contarle a alguien, pero sólo tengo a Nathan.

Aunque…

—¿Puedo contarte algo? —Le pregunto a Estefania, interrumpiendo su animada conversación conmigo, aunque no le presté nada de atención a los que estaba diciendo.

—Claro —responde, al tiempo que atravesamos las puertas del lobby.

Suspiro. ¿Será buena idea? Sólo la conozco desde ayer, pero me siento muy apegada a ella por algún motivo    que desconozco. Es como si pudiera confiar ciegamente mi vida en esta chica.

—Tengo un secreto —comienzo, y entonces, no puedo parar de hablar.

Le cuento todo. Bueno, a excepción claro de la venganza. La cuento sobre el bullying, sobre cómo conocí a Nath, sobre Logan y el beso, y siento que libero un montón de toneladas de encima de mis hombros.

—¿Y Nathan lo sabe? —Me pregunta.

—¡Obvio no! —Exclamo—. No sé qué haría si se entera.

Claro que sé. Nos mataría a ambos, o sólo a él y luego se suicidaría. O moriríamos los tres. No lo sé, pero jamás puedes confiar en las reacciones de alguien roto. Lo digo por experiencia.

Revenge©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora