Capítulo once

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Escuchó a James entrar a su habitación y alzó la vista para observarlo. Él le sonrió mientras Jessica dejaba el libro en su lugar. El joven contaba con un librero bastante extenso que capturaba todo el interés de ella.

— ¿Por qué me miras así?

Caminó hacia ella hasta estar lo suficientemente cerca, ocasionando que su cuerpo rozase con el escritorio de James. La chica sonrió.

—Porque me gustas— dijo siendo sincero y con su índice golpeó su nariz haciéndola sonrojar—. Me gustas mucho.

—Entonces, ¿por qué no me has besado? Después de una declaración así...

No dijo más, James bajó su rostro al de ella, cubriendo sus labios con los suyos. Sus manos se dirigieron a sus muslos alzándola y dejándola sobre la superficie del escritorio al tiempo que sus lenguas se encontraban. Jessica deslizó sus manos por su pecho hasta enredarlas en su cuello, aferró sus dedos en su cabello y lo besó con mayor intensidad.

>>Besas bien, chico romántico— habló sobre su boca, con la respiración agitada. Él sonrió al tiempo que sus labios se perdían hasta llegar a su cuello.

—Me alegra que lo estés disfrutando. Tú has sido mi primer beso real— murmuró bajito capturando por completo la atención de ella. Había besado ya otros labios, sin embargo, solo eran presionas que no iban más allá de lo normal, incluso se limitaba a no usar su lengua porque para él solo se resumía a eso.

—Probablemente me estés mintiendo. ¿Esperas que te crea? — Cuestionó atónita sosteniendo su mirada.

—Tal vez debas hacerlo. La realidad es que has sido la única con la que he llegado a más que una presión de labios.

>>No solo porque pones locas a mis hormonas y porque deseo tanto explorar cada parte de ti. Sino porque te quiero— confesó sincero observándola con fijeza—. Despiertas sentimientos muy fuertes que están creciendo con rapidez.

Procesó lentamente sus palabras. Suponía que James ya había tenido acercamientos sexuales con alguien más. Porque ella ya había perdido su primer beso en un tonto juego de la botella. Y no se trataba de solo una rápida presión, sino que había sido una fatídica experiencia en la que solo hubo presiones húmedas e insistentes y una lengua muy atrevida que la habían hecho lavarse la boca con jabón, por lo menos durante una semana. Sin embargo, es loca la manera en la que su cuerpo reacciona en cada momento a James y la forma en la que hace temblar sus piernas cuando siente su tacto sobre su piel.

Incluso algunos de sus encuentros habían dejado de ser tan inocentes porque ambos perdían el control del momento. No habían llegado a tener relaciones, pero era bastante claro que se tenían unas ganas intensas que explotaba en atracción.

— ¿Cuántas frases románticas le estás copiando a los libros? — Lo miró fascinada. A esas alturas ya sabía que él devoraba libros en cuestión de segundos y eso era algo que agitaba los latidos de su corazón porque la hacia sentirse a gusto cuando ella simplemente decidía delirar por los protagonistas de algún libro que estuviese leyendo. Incluso se encontraban debatiendo entre lo real e irreal que eran las relaciones de los personajes o de que autor era el mejor dentro de los géneros que solían leer.

—Las suficientes para hacer sentir orgulloso a Nicholas Sparks.

Se inclinó y rozó su boca en un dulce beso que la hizo perder la razón.

—Espera, ¿también eres virgen? — Habló sobre su boca. La verdad es que tampoco ella había llegado tan lejos con algún chico, mucho menos se había atrevido a coquetear tan deliberadamente con alguien del sexo opuesto, pero admitía que James le hacía sentir atracción y no se negaba a la posibilidad de que algún día entre ellos sucediera ese tipo de acercamiento.

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