Capítulo dieciocho

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—Romeo— César bromeó entrando a la habitación. James lo miró con las cejas elevadas, solo él lograba soportarlo—. Jamás pensé que la noticia de mi estupidez la iba a mandar al hospital.

—Julieta— el chico sonrió al ver que le seguía el juego —. Te voy a castrar por cada tontería que salga de tu boca y por todos los problemas en los que me has metido.

—Estoy muy seguro de que Doctor House vería eso como algo científicamente improbable— declaró y una sonrisa sacarrona se dibujó en su rostro. Esa clase de amenazas no conseguían que él se comportase. Así que se tomaba la libertad de hacer y deshacer hasta prácticamente exasperar a James.

>>Te has quedado todas las noches con ella. El siguiente hospitalizado serás tú así que deberías ir a descansar un poco— asintió, más tarde podría hacerlo. Necesitaba seguir a su lado, la sensación de sentirla a salvo era lo único que le importaba en ese momento. Sabía muy bien que algo sucedía dentro de su familia, sin embargo, nunca supo más allá de lo que Jessica llegaba a compartirle sin intentar evadir el tema porque hablar de ello le incomodaba—. Mi sexy Romeo, tal vez yo pueda invitarte a cenar, no sé tú, pero yo extraño nuestras citas románticas.

James lo examinó y César lo miró divertido buscando su mano hasta entrelazarla con la suya. La sujetó suspirando con dramatismo, sonriendo con esa picardía que solía emplear en Nicole, no obstante, el joven la agitó sacudiendo su mano, atizándole un manotazo cuando intentó sostenerla de nuevo. Definitivamente era una cosa anormal su actitud, daba la impresión de que los tornillos adheridos a su cabeza ya se le habían perdido.

—Mete tus manos escurridizas en otro lado que no sea yo — soltó rodando los ojos, posando su mirada en Jessica. Aún no había podido hablar con ella debido a que su amiga pasaba todo el día pegada a su cama y estaba el hecho de que la administración de sus medicamentos la dejaban sedada, sin embargo, no podía evitar sentir que tenía que protegerla. Ya estaba al tanto de la situación en la que la había puesto Verónica y la realidad era que el miedo a saberla en peligro lo invadía—. No puedo dejarla sola, temo que esa señora entre a la habitación y algo le suceda. Ya lo has escuchado, vive en un cuadro de esquizofrenia y no puedo sentirme seguro hasta no saber que la han encontrado.

—Ella estará bien, la están buscando por todos lados— James asintió notando la firmeza de sus palabras­—. El doctor ya ha mandado vigilancia a la puerta de su padre y a la de ella. Son jodidamente rudos y tienen esa mirada desafiante. Completamente aterrador... Nada malo sucederá.

— ¿Por qué lo hiciste? — Preguntó cambiando de tema y el chico lo miró fijamente sabiendo a que se refería. Era una persona vinculada a la palabra problemas que olvidaba las consecuencias que estos pudiesen acarrearle y ambos comprendían que él jamás tendría remedio, o por lo menos eso pensaban, porque el tener a Nicole en su vida lo hacía ser un poco más dócil y razonable.

— ¿Qué es lo que hice? — Quiso saber haciéndose el desentendido, comenzaba a notar que sus nervios se alteraban, siempre había sentido una aberración por los hospitales.

—Sabes perfectamente de que hablo. La realidad realidad es que siempre haces cosas estúpidas— el joven le sonrió, no podían ser amigos si no supiera entender sus palabras.

—Margot había dicho que Harry, Landon y Roger querían jugar con ella. La noche de la fiesta estaban haciendo una lista para cerrar la apuesta. La Harley, iba a ser el premio de lujo, cada uno de los presentes tenía que participar en ella o bien poner a un candidato. Yo estaba muy borracho así que solo decía sí a todo— él asintió. Era evidente que el hecho de ser Cupido solo se trataba de una tonta excusa—. Sin embargo, sabía que tú tenías que ser mi candidato y no esa bola de tarados neandertales que se divierten jugando con todas las chicas.

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