Prohibido Apostar +18

Capítulo veintitrés

-Así que editoriales Pellegrini, mi novia realmente aspira a un mundo maravilloso dentro de la literatura.

Tomó su rostro entre sus manos y besó su frente con ternura. La chica lo abrazó de inmediato, escondiendo su rostro entre su cuello, mientras él acariciaba su espalda.

-Puedo hacer la pasantía en New York, y posterior a ello pedir un intercambio a Suecia- dijo serena, respirando profundo. El joven sonrió llevando un mechón de cabello detrás de su oreja. Jessica, al sentir su caricia cerró los ojos-. ¿Te imaginas? Trabajar en la matriz de dónde comienzan los sueños.

-Lo que puedo imaginar es a mi bonita y atractiva novia siendo una exitosa escritora.

Ella elevó el rostro, presionó su boca sobre la suya antes de alejarse un poco, sonriendo alegre al tiempo que James acercaba una mano hasta su mejilla, acariciándola con suavidad.

-Eres un adulador, mi chico romántico.

-Y aun así te encanto.

-Tu ego acaba de asfixiar a Dorian Grey.

-Oscar Wilde sabrá como traerlo a la vida.

-Y a ti a la tierra- musitó con burla.

-Tendremos que vivir en Suecia- expuso captando por completo su atención. Tomó su mano y presionó sus labios sobre los dedos de ella, con deliberada parsimonia, haciéndola suspirar.

A Jessica le encantaban esa clase de gestos. No encontraba explicaciones para hacerle saber a James lo que le hacía sentir, pero comprendía que el tiempo que duraran juntos él sería su lugar feliz y perfecto porque al tenerlo cerca comprendía que era inevitable evitar que su corazón estallase.

- ¿Tendremos? - Preguntó serena, mirándolo fijamente, él alzó levemente la comisura de sus labios y soltó su mano, acercándola más a su cuerpo. Sería excesivo vivir tan lejos de ella, más aún después del tórrido de emociones que se desencadenaba entre ellos

-Desde luego, una vez que finalicemos nuestros estudios universitarios podríamos vivir juntos- le indicó acomodando su cabello, quitándoselo de su hombro, con suavidad.

- ¿Quieres realmente vivir conmigo? - Quiso saber perdida en sus caricias y él asintió acercándose cada vez más a ella. Lo extrañaría de eso no había ningún ápice de duda, pero aun sentía ese temor de que lo suyo no funcionara a tantos metros de distancia. La chica pasó saliva buscando su mirada y lo estudió en silencio, él realmente estaba siendo sincero con sus palabras-. Tú estarás en Australia o Rusia y tal vez lluevan las oportunidades para ti durante la universidad. No puedes simplemente rechazar contratos a diestra y siniestra. No deberías hacerlo...

Al escucharla arrugó la frente. Lo cierto es que incluso ya había estado planeando lo que vendría después de que todos sus estudios finalizaran, incluso las posibles opciones que le permitirían regresar al lado de ella.

-Quizá deba alterar un poco lo que el destino quiere para mí- lo miró confundida-. Tú me amas, yo te amo. No me parece una mala idea perseguir nuestros sueños juntos- admitió absorto en sus ojos grises y entrelazó sus dedos con los suyo.

-Estamos hablando de que aún nos quedan un par de años de por medio- susurró, él asintió comprendiendo el significado de sus palabras. Sabía que el tiempo traía consigo consecuencias, sin embargo, deseaba tanto mantenerla grabada en su alma de la manera correcta que no podía dejar de pensar en un futuro juntos.

- ¿Qué pasa con la cosa de no importan los años, esperaré por tu amor eterno? Jem Carstairs tardó alrededor de cien años para tener al amor de su vida- lo observó divertida.