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Tres años después de que empezara la guerra, por fin me decidí a aceptar el trabajo que me ofrecieran en la oficina de desempleo, fuera cual fuera. Sabía que no se correspondería con mi nivel, pero aún así el estómago se me contrajo cuando vi que era de barrendero.

El primer periódico que recogí tenía impresa la cara del héroe del mundo mágico. Harry me sonrió desde el papel y, antes de echarlo al cubo, le devolví la sonrisa con tristeza. Al fin y al cabo, ¿qué otra cosa podía hacer?

CaminosWhere stories live. Discover now