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—¿Qué significó aquel beso?

   Harry estaba de espaldas a mí, sacando de una bolsa de papel varias piezas de fruta que acababa de comprar en el mercado. Al oírme se giró con una ceja alzada y me miró dubitativo.

   —¿Puedes especificar más? —preguntó.

   Yo estaba tembloroso como un flan. Tenía miedo de que para Harry solo hubiera sido un juego, un reto estúpido, una manera como otra cualquiera de convencerme para que me abriera delante de Chang.

   —¿Qué significó el beso... Para ti, Harry? —titubeé antes de seguir hablando, pero decidí hacerlo. Chang tenía razón, debía aclarar las cosas con Harry, o terminaría volviéndome más loco de lo que ya estaba. Con el corazón en un puño, continué:— Porque para mí significó mucho, Harry. Significó el mundo entero. Supongo que ya te lo imaginas —añadí con timidez, agachando la mirada.

   En un primer momento, Harry no dijo nada. Sentí sus pasos cruzando la pequeña cocina para acercarse a mí, y entonces me obligó a alzar la cara tomándome la barbilla con dos dedos. Solté un respingo al ver lo cerca que estaba.

  —Así que el mundo, ¿hm? —preguntó con una sonrisa petulante, empujándome con todo el peso de su cuerpo contra la encimera.

   Me sonrojé porque de pronto parecía haber subido la temperatura, pero también bufé, indignado. ¿Quién se creía que era para hablarme de esa manera.

   —No juegues así conmigo, Harry, yo...

   Nunca llegué a terminar esa frase. Harry se inclinó sobre mí y me besó con ternura y con pasión contenida. Cuando nos separamos, yo notaba que me faltaba el aliento, y a Harry también debía faltarle, porque estaba jadeando. Nos miramos un segundo a los ojos.

   —¿Responde esto a tu pregunta?

   No me molesté en seguir hablando y me apreté contra él para darle otro beso, enterrándole las manos en el pelo. Era más suave de lo que parecía.

   Harry bajó la mano por mi espalda hasta que encontró mi culo y la dejó ahí, pecaminosa y descarada. Sentí que comenzaba a excitarme, y Harry debió de notarlo, porque de pronto también sentí algo duro entre sus piernas. Con una sonrisa perversa, lo obligué a alejarse de mí.

   —¿Qué pasa? —preguntó Harry, confundido y con los labios amoratados.

   Sin responder, lo obligué a cambiar posiciones conmigo, de tal manera que ahora era él el que estaba aprisionado contra la encimera. Le desabroché esos pantalones muggles que tanto le gustaba llevar y disfruté de la expresión de placer absoluto que se le dibujó en la cara cuando metí la mano en sus calzoncillos y comencé a acariciar su polla.

   —Draco —jadeó—, no tienes que...

   —Cállate, por Salazar —dije, impaciente. Yo solo quería hacerlo sentir bien y al muy cretino solo se le ocurrió decir que no era necesario.

   Sin dudar, me puse de rodillas y me metí la polla de Harry en la boca, intentando hacerlo lo mejor posible, ya que no había hecho nunca nada parecido. Lo hice como creo que a mí me habría gustado, manteniendo el contacto visual en todo momento, tragando todo lo posible y con un ritmo tortuosamente lento. Debí de hacerlo bien, a juzgar por los estremecimientos y los ocasionales gemidos quedos que soltaba Harry de vez en cuando.

   —Draco, yo... Lo siento —dijo en un momento dado, con la voz muy ronca. Me agarró con suavidad del pelo y comenzó a moverse él mismo en el interior de mi boca, con embestidas bastante desesperadas. No tardó mucho en correrse después de eso y, como no sabía qué otra cosa hacer, me lo trague todo.

   Exhausto, Harry se dejó caer hacia el suelo, hasta que estuvo a mi altura. Me besó y metió la mano en mi túnica para sacudírmela hasta que me corrí, lo que fue vergonzosamente pronto. Harry sonrió y yo pensé que iba a reírse de mí, pero en su lugar dijo:

   —Te quiero, Draco.

   Y yo también sonreí.

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NA: ¿Os está pareciendo demasiado largo el fanfic, por curiosidad?

   También quiero advertiros de que seguramente no os guste el final que tengo pensado.

CaminosWhere stories live. Discover now