32

6.4K 671 161
                                    

Cuando me desperté a la mañana siguiente, me encontré a Harry sentado al lado de la cama, mirándome fijamente con el rostro apoyado sobre los nudillos. Me sonrojé, un poco por la alegría de que estuviera al fin de vuelta, un poco por la vergüenza de que me estuviera observando dormir.

   —Hola —dije contento, con la voz ronca que me salía por las mañanas. A continuación añadí, con un ligero tono de flirteo:— ¿Me estabas espiando?

   Los ojos de Harry se iluminaron con diversión.

   —Puede —respondió mientras se incorporaba y venía hacia a mí, que lo observaba con nerviosismo—. Verás, estabas tan hermoso... No he podido resistirme.

    Se sentó en la cama, muy cerca de mí. Casi sentí un escalofrío al notar su conocido olor envolviéndome de nuevo, mucho más cuando acarició mi mejilla y se inclinó para darme un suave beso en los labios. Con esa tontería, mi corazón se puso a cabalgar como loco.

   —Te he echado mucho de menos, Harry —susurré, asiéndolo por la camiseta, como si así fuera a impedir que se alejara de mí de nuevo.

   —Yo a ti también, amor —respondió él, y me estrechó fuertemente entre sus protectores brazos.

   Me estremecí. No tenía ni idea de cómo había podido pasar esos días sin Harry. Él para mí era como el agua, como el aire. Cuando no estaba algo en lo más profundo de mí empezaba a marchitarse y se extendía como un cáncer, pudriéndome por entero.

   Odiaba sentirme así. No era bonito, no era romántico. Era asquerosamente dependiente. Yo quería ser alguien libre y autónomo, no un pobre incapaz de hacer nada si no estaba en la compañía de alguien al que ni siquiera podía llamar pareja. Toda la independencia que se me había prometido de niño, debido al dinero que poseía mi familia... Borrada, deshecha, truncada, por la sola existencia de Harry. Y, aún siendo consciente de ello, ¿qué podía hacer para dejar de sentirme así?

   Me separé un poco de él, pero solo para poder besarlo de nuevo.

   —Por favor, no vuelvas a irte nunca —le supliqué, odiándome a mí mismo ya mientras pronunciaba esas palabras.

  —No lo haré —respondió él, mirándome a los ojos, y yo supe que no mentía.

   Aquel día hicimos el amor de la manera más bonita y dulce que nunca en mi vida. Cuando terminamos, yo sentía que el corazón podría estallarme de tanto amor que sentía.

   —Te quiero, Draco —me dijo él, besándome con cuidado en la frente y con la voz rota de cansancio.

   —Yo a ti también —respondí tembloroso, sin creerme que eso de verdad me estuviera pasando a mí.

   Intenté no pensar en lo atrapados que estábamos ahora tanto uno como otro. Juntos, solos, aislados del resto del mundo en un piso diminuto...

   La verdad es que no me resultó muy difícil ignorar ese pequeño aguijón de pensamientos retorcidos, clavado en el fondo de mi mente. En ese momento me sentía plenamente feliz. No entendía muy bien por qué estar solo con Harry, siempre con Harry, podría ser considerado un problema. Al fin y al cabo, lo amaba a él y solo a él.

   ¿Qué otra cosa podría desear?

CaminosWhere stories live. Discover now