26

8.2K 881 140
                                    

Resultó que Cho Chang se había convertido en una adulta seria e inteligente.

   —¿Qué le preocupa, señor Malfoy? —preguntó con una mirada incisiva que no daba lugar a evasivas. Yo se la devolví con cautela. Ella suspiró y compuso una sonrisa amable y cansada—. Señor Malfoy, estoy aquí para ayudarlo. No debe desconfiar de mí, no tiene motivos. Céntrese en su recuperación.

   —No nos caíamos demasiado bien en el colegio. Comprenda que tenga mis reservas, señorita Chang.

   —Señora Chang —me corrigió—. El colegio queda ya muy atrás, señor Malfoy, y las personas sanas no dejan que el rencor condicione sus vidas. De todas maneras, si no quiere fiarse de mí, quizá tenga a bien fiarse de nuestro buen amigo Harry —volvió a sonreír, esta vez de una manera casi cómplice—. Él opina que puedo hacerle mucho bien.

   Asentí, poco convencido.

   —Comencemos entonces —dijo la señora Chang, cruzando sus hermosas piernas—. Imagino que no le apetecerá hablar de la guerra ni de ninguno de sus progenitores para comenzar, ¿no es así? —le di la razón con un gesto—. Entonces, ¿qué le parecería hablarme de algo más llevadero, como su relación con Harry?

   Tampoco es que me apeteciera mucho hablar de él, pero de algo tenía que ser, supongo.

   —Harry es una persona muy especial para mí.

    La señora Chang esperó para ver si decía algo más, pero me mantuve callado.

   —¿Especial en qué sentido?

   Dudé.

   —Bueno, él me ha ayudado mucho estos últimos meses. Si no fuera por él, no sé qué habría sido de mí. Con él veo un poco de alegría, un poco de esperanza que ya creía perdida. Pero es mi antiguo enemigo, ya sabe... Es complicado. Las cosas con Harry siempre han sido complicadas.

   Chang asentía mientras la pluma a vuelapluma tomaba nota de todas mis palabras.

   —¿Qué quiere decir con que siempre han sido complicadas?

    Me sonrojé un poco. Por Merlín, odiaba tener que hablar de esto.

   —Bueno, no lo sé. De pequeño Harry era mi héroe, y cuando nos conocimos él me rechazó... Eso siempre me ha dolido. Y todo el mundo, ¡todo el mundo! lo adoraba, os comportabais como si fuera el nuevo Mesías. Harry lo tenía todo: amigos y amor y cariño y respeto y devoción. Yo solo tenía a un padre irascible, a una madre indiferente y a unos amigos que solo me seguían debido a mi apellido.

   —Le tenías envidia y por eso lo provocabas.

   —No, no —niego con voz suave, triste—. Bueno, quizá en parte, pero lo que yo de verdad quería era que viera que no todo el mundo estaba a sus pies, que a mí no podía conquistarme. Además, era divertido pelear con él. Emocionante, pero también desgarrador.

   —¿Desgarrador por qué? —Chang me ponía nervioso. Me miraba con atención, pero me hacia preguntas cuya respuesta ya conocía solo para hacérmelas decir en voz alta.

   —Porque era mentira, claro. Harry sí que podía tenerme, si me hubiera estrechado la mano es probable que yo hubiera sido su fan número uno —tuerzo el gesto con desagrado—. Patético.

   —Bueno, al menos no se autoengaña y proclama que lo odiaba —me sonríe, como para darme ánimos. Yo me encojo de hombros. ¿Qué motivo me queda para mentir?—. ¿Cuándo fue su despertar sexual?

   Si estuviera bebiendo me habría antragantado.

   —¿Qué interés tiene eso?

   —Responda a la pregunta, por favor.

   Me apoyé la mano en la mejilla.

   —En torno a los catorce años, creo.

   —¿Lo motivó algo en particular?

   —Sí. Sí, por Merlín —cerré los ojos, sin poder creer que fuera a confesar lo que estaba a punto de confesar—. Ese año había mucha tensión en casa, se hablaba de la posible vuelta de  Quien-usted-sabe y yo estaba nervioso, y emocionado,supongo. Y entonces llegué a Hogwarts y Harry estaba particularmente guapo ese año, o al menos a mí me lo pareció. Y luego vino Krum, el mejor jugador de Quiddicht en años, amor platónico de cualquiera que tuviese sangre en las venas. Y bueno, la verdad es que Diggory... Oh, por Merlín, Diggory era su novio, doctora Chang. Lo siento mucho.

   Noto que se me ponen rojas hasta las orejas, pero la señora Chang no parece inmutarse.

   —No pasa nada, señor Malfoy. Soy consciente de que Cedric era un chico muy guapo —Me quedo callado. No me apetece seguir hablando—. ¿Alguno de esos chicos despertaba en usted sentimientos románticos, además de excitación sexual?

   —Por supuesto que no.

   Chang me dirigió una mirada severa sorprendentemente parecida a la de McGonagall.

   —¿De verdad, señor Malfoy? ¿Ni siquiera Harry?

   —¡No! —exclamé, un poco molesto—. Yo no lo interpreté así, al menos. Ese año estuve muy contento porque parecía que por fin había cortado su relación con Ronald Weasley, enfadado porque él había tenido la oportunidad de entrar en el Torneo de los Tres Magos (y lo había conseguido) y yo no, y también preocupado por si moría. Quiero decir, yo nunca le había deseado la muerte.

   Chang asiente, pero no comenta nada al respecto. En su lugar, pregunta:

   —¿Cómo se siente con respecto a él en este momento, señor Malfoy?

    —Ya le dije que es...

   —Complicado, sí —completa ella, descartándolo con un movimiento de la mano—. Dígame la verdad, ¿lo ama?

   Cojo aire y lo vuelvo a soltar, solo para ganar tiempo.

   —No lo sé —respondo finalmente—. Ya sé que no le gusta que lo diga, pero es que es complicado. Me gusta, sí, y soy consciente de que ha hecho tanto por mí que no se lo voy a poder pagar en la vida. Antes, en el cuarto de ahí al lado (estoy seguro de que se dio cuenta), lo besé, y me sentí indescriptiblemente feliz, por primera vez en mucho tiempo. Pero no soy estúpido. Sé que está comprometido con Ginevra Weasley, y...

   Chang asintió, miró su reloj de pulsera y anunció:

   —Nuestro tiempo está a punto de acabarse, señor Malfoy —continuó mientras recogía sus cosas:—. En esta sesión he podido deducir que se siente inseguro y perdido en relación a Harry, pero también que lo aprecia íntimamente —Justo en ese momento, Harry se apareció con un fuerte crack. Chang hizo caso omiso de él—. Por eso, he decidido pedirle que trabaje en su relación con él de aquí a nuestra próxima cita, la semana que viene. Puede llamarlo deberes, si gusta. Buenas tardes.

   Se desapareció. Harry se volvió hacia mí, con una sonrisa desconcertada, y preguntó:

   —¿Te ha dicho que trabajes en tu relación conmigo? ¿Qué significa eso?

   Me encogí de hombros y confié en no sonrojarme. Maldita Chang.

CaminosWhere stories live. Discover now