Capítulo 4

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All that matters - Justin Bieber





Hinata se levantó de la cama cuando estuvo convencida de que no podría volver a conciliar el sueño. De todos modos no había podido dormir muy bien que digamos esa noche. Miró la hora en el reloj de su buró y suspiró cuando vio que solo eran las cinco. Estaba estresada y confundida. Se puso su top deportivo negro, su pantalón de licra del mismo color y sus tenis Nike para correr. Salió hacia la cocina y devoró allí una barrita de granola para no desmayarse de hambre, tomó su botella de agua y luego salió cerrando el apartamento.

Mientras esperaba el ascensor, ató su cabello en una coleta alta y se enfundó en su sudadera gris favorita. Saludó a Hayate, el guarda de seguridad que cuidaba la entrada del edificio y le dio play a Inspiration de Unknown Brain y Aviella antes de empezar a estirarse ya en la acera.

No pudo evitar recordar la razón por la que se sentía tan inquieta y llena de ansiedad. Todo se resumía a una cosa, o mejor dicho un hombre: Naruto Namikaze. Durante las ultimas ocho semanas podía decir que se había acoplado bastante bien a su trabajo, tardó cuatro en ponerse al día con ayuda de Temari y el resto se las arregló sola, aunque en realidad se estaba enamorando de su trabajo.

Las atenciones de su jefe la confundían. Lo había descubierto mirándola en muchísimas ocasiones, durante las juntas de todos los días y cada que salían juntos a alguna reunión. Cuando ella le mostraba algo de su tableta, él se acercaba al punto de casi invadir su espacio personal y lo escuchaba respirar profundamente. Le rozaba los dedos cuando debía pasarle algún documento que necesitaba él firmara o revisaba.

Hasta el momento habían sido atenciones sutiles que prefería pasar de largo ignorando los poderosos latidos de su corazón cuando él se le acercaba.

Dobló en una esquina y sintió el rubor subir a sus orejas cuando recordó lo sucedido el día anterior en el ascensor.

Al abrirse las puertas en el último piso del enorme edificio, la dulce sonrisa de Rin, la recepcionista, la recibió. Había logrado congeniar con todos los que trabajaban allí, excepto, claro está, con Shion. Se acercó a ella sonriéndole de igual manera, era una chica bastante guapa y humilde. Se mostró agradable con ella desde el primer día, junto a Temari, mostrándole como eran las cosas allí. Trabajar con Naruto era sinónimo de eficiencia. Era un hombre controlador, frío en los negocios y buscaba siempre tener a su disposición al mejor personal.

―Buenos días, Rin ―saludó deteniéndose un momento a su lado.

―Buenos días, Hina ¿quieres café y donas? Obito me las trajo, pero son muchas realmente ―rió bajito y a Hinata se le iluminaron los ojos al ver la enorme caja.

― ¡Por supuesto! No desayuné y realmente muero de hambre ―respondió tomando una dona con cubierta de chocolate e hincándole el diente no tan femeninamente. A Rin le hizo gracia observarla.

―Te llevaré el café. Con leche y dos de azúcar ¿verdad? ―Asintió mordiendo su desayuno y yéndose a su escritorio. Saludó a Sarah e ignoró a Shion de la misma forma que ella la ignoraba. Encendió su Mac y empezó a prepararlo todo. Su jefe estaba a punto de adquirir una naviera en el sur de Francia y por lo tanto había muchísimo trabajo pendiente. Exportó todos los documentos y la presentación que se proyectaría en la sala de juntas a su tableta. Minutos después lo vio entrar y sintió que presenciaba una pasarela de ropa de diseñador al observar a tan atractivo hombre, sus pasos eran desgarbados, masculinos. Siempre con la frente en alto y el ceño levemente fruncido. Su presencia siempre era notoria allá donde fuera. Llevaba una tasa de café en la mano, con su guardaespaldas siguiéndolo a la distancia reglamentaria. Sus ojos, inmediatamente, se desviaron hacia ella.

ANGEL - NaruhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora