Capítulo 21

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Olí el maravilloso aroma que las flores amarillas desprendían. Se las llevaba a Nate, últimamente estaba con dolor gracias a los puntos que necesitó, pero ya la hemorragia se había detenido hacía tres días, es decir, el día del accidente. Pasado mañana era su cumpleaños y no tenía ni la menor idea de que podría regalarle o hacer por él. No sabía cuando le darían el alta, pero esperaba que pronto, no me gustaba verlo sufriendo sin poder moverse a ninguna parte. Me dolía.

Abrí levemente la puerta de su habitación y asomé mi cabeza un poco. Me lo encontré tratando de comer con el tenedor, pero veía que al levantar su brazo malo, se quejaba. Y Nate sólo podía comer con un brazo, nunca lo había logrado con el izquierdo. Noté que una enfermera estaba frente a él. Le quitó el cubierto y lo obligó a comer. Fruncí el ceño de inmediato.

-Vamos, come.-le insistió.-Después, te doy mi número si lo haces.

Nate bufó.

-Eh, tengo una hermosa novia a quien amo mucho, yo...

-¿Qué importa? No tiene que enterarse, ahora tienes que comer.

-Basta.-la cortó.-Yo comeré solo. Ya te dije que no estoy interesado.

La enfermera bufó mientras soltaba el tenedor en su plato. Se levantó, acomodó las sábanas de Nate y se dirigió a la puerta. Me alejé rápidamente y fingí como si recién fuera a entrar. Me dedicó una mirada amarga y se fue. Entré a la habitación de Nate con una sonrisa, me sentía feliz de que mi novio no fuera capaz de engañarme con alguien más bonita que yo. Porque vamos, la enfermera era alta y demasiado esbelta, con un cabello rizado de oro y ojos brillantes como esmeraldas. En cambio, yo tengo el cabello castaño, ojos cafés, soy delgada pero ni tanto y mido casi un metro sesenta y ocho.

-Viniste.

Miré a Nate mientras asentía. Tomé asiento en un hueco de su camilla y depositaba el ramo de flores en la mesita de noche. Besé sus labios y acaricié su suave cabello.

-Claro que vendría.

Le ayudé a comer. Logró terminar su plato entre risas y algunos besos en el camino.

-Lo lograste.-aplaudí.-Mereces un premio.

-No necesito un premio cuando te tengo a ti.-respondió sonriendo, no evité el hecho de sonrojarme violentamente.-Eso ya me hace lo suficientemente afortunado.

-Nate...

-¿Qué?-se encogió de hombros, haciéndome reír.-Estoy diciendo la verdad. ¿Quieres el postre?

Tomó la pequeña copa de gelatina que llevaba una considerable cantidad de crema para batir encima. Parecía ser de frambuesa, gracias a su fluorescente color rosado y su dulce aroma.

-Podemos comerlo entre los dos.-propuse mientras tomaba la cuchara que había en la bandeja y sacaba crema. Nate me la quito antes de que pudiera llevarla a mi boca.-¡Hey! ¡Era mi bocado!

-Ahora es mi turno de alimentarte.

-¡Pero no puedes!-me carcajeé vilmente.

-Intentaré.

Llevó lentamente la cuchara a mi boca, pero su brazo tiritó un poco, dejándome parte del labio superior y mejilla con crema.

-Te lo dije.

-Te he manchado.-hizo un puchero. Juro que moriré de ternura si lo veo hacer lo mismo otra vez.-Ven, déjame arreglarlo.

Me incliné hacia él, tomó la servilleta entre sus manosa pero cuando pensé que iba a limpiar la zona sucia, me tomó de la nuca y estampó sus labios contra los de él. Reí al sentir su lengua pasar por la crema. Se separó con una sonrisa, a lo que reí.

-Listo.-tomó mi mano.-Relájate, pareces un tomate con patitas.

Debía agradecer a mi diosa, Beyoncé, ya que hoy era domingo y podía estar con Nate todo el día.

-Cállate, todo esto es tu culpa.

Me crucé de brazo, fingiendo enojo. Nate acarició mi mejilla derecha con suavidad, y luego besó mi mano.

-Lo siento, es sólo que amo verte así.-rió.-Te ves adorable.

-Tú lo eres cuando haces pucheros ridículos.

Volvió a hacer uno, así que gruñí lanzándome a sus brazos con cuidado. Acaricié los pequeños rulitos que se le formaban en la nuca y luego la zona de su pecho. Nate acarició mi brazo con el suyo que se encontraba en buen estado. Miré el reloj que descansaba en la pared de la habitación, marcaba las tres con quince minutos. Celebré internamente ya que las visitas eran hasta las seis, me quedaban casi tres horas con Nate.

La puerta se abrió de la nada, el señor Archer apareció. Me separé de Nate de inmediato. Venía con una enfermera diferente.

-Lamento interrumpirlos, pero vienen a ponerte un calmante. Lograrás dormir un poco.-le sonreí a Nate con algo de incomodidad.-Violet, acompáñame hacia afuera, me gustaría hablar contigo.

Miré a mi novio y él asintió. Besé su mejilla y me levanté con cuidado. Fui hasta donde el señor Archer y salimos.

-¿Cómo se encuentra?-me preguntó tomando asiento en una de las sillas que se encontraban afuera.

-Muy bien, gracias. ¿Usted?

-Preocupado por Nathaniel, pero bien.-suspiró.-Quería disculparme con usted.

-¿Por qué?-pregunté confundida.

-He sido muy duro contigo, pude darme cuenta de lo mucho que amas a Nate cuando estabas en la sala de espera...

-Lo hago, señor. Con todo mi corazón.-pasé mi mano por mi cuello.-Sentí como si... Todo muriera, ese día.

Estiró su mano frente a mi.

-Eres una buena chica, Violet.-acepté su saludo.-Eres lo que mi hijo necesita en su vida.

Asentí con una sonrisa asomada en mis labios. El señor Archer se levantó y volvió con su hijo. Pero cuando estuve a punto de entrar, un grito llamándome me detuvo.

-¡VIOLET!

Me di vuelta, encontrándome con Shawn corriendo hacia mí. ¿Qué quiere ahora?

-¿Shawn? ¿Qué haces aquí de nuevo?

-Le pregunté a tu madre donde estabas, así que aquí estoy...-jadeó, noté que había llorado. Estoy rogando para que no hable de Aaliyah de nuevo, me da tristeza.-Necesito de tu ayuda, es urgente.

-¿Qué?

Shawn suspiró y luego me miró.

-Karen está embarazada.

Who Says; Shawn MendesWhere stories live. Discover now