Bonus #1

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El día había llegado. Probablemente, sería el día más feliz de toda mi vida.

Hoy me casaría con Nathaniel Archer.

Mi corazón palpitaba con furia, tenía en el estómago un sentimiento de vacío y las mariposas volaban con vigor dentro de éste. Bajé las escaleras en cuanto escuché como alguien tocaba el timbre de la puerta.

Aún iba en pijama. Había mucho por hacer.

—¡Ranita! ¿Cómo sigues en pijamas? Anda, ve a bañarte.

—Ay, déjala, tesoro.—bufó mi madre para luego besar mi mejilla.—¿Estás lista?

—Sí. Estoy muy nerviosa.

—No lo estés, los nervios te jugarán en contra. Cuando yo me case con tu padre, presioné tanto el talón que rompí el tacón cuando iba caminando por el altar.

Noté a mis dos mejores amigas detrás de mis padres, así que mientras reía por las anécdotas de mi madre, las saludé.

—No me asustes, Mamá.

Tori me obligó a ir al baño. Me di una ducha bastante rápida pero refrescante. Al salir, me sequé el cuerpo y apliqué una loción con olor a vainilla que Nate amaba. Me coloqué ropa interior y una bata de seda encima mientras me preparaba. El chico que contraté para que me maquillara, también me peinaría. Me secó el cabello en cuanto llegó y comenzó a crear algunas ondas con mi melena castaña. Quedé asombrada con el look que me había creado en menos de media hora. Movió las ondas un poco, sacudiéndolas.

—¿Te gusta así o deseas algo más dramático?

—Así está bien. ¡Me encanta!

Riley rió. Prosiguió a mi maquillaje. Mis ojos iban pintados bastante naturales, le pedí que resaltara mis facciones. Colocó algo de iluminador, labial y pestañas postizas.

Me pregunto en qué estará Nate ahora mismo.

Miré el reloj. ¡Santa mierda! Quedaba solo una hora y media de soltería.

Una vez que Riley terminó con su trabajo, le pagué y me despedí de él, con una sonrisa. Prometí que lo volvería a contratar.

Fui hasta el dormitorio con Lisa y Tori. Me ayudaron a colocarme el vestido y luego los tacones.

Mi vestido de bodas no era tan grandioso. Preferí que fuera un corte sirena con brillos. Coloqué mi collar de cristales y mis aretes brillantes. Finalmente, apliqué perfume, el favorito de mi futuro marido. Estaba lista.

Bajé las escaleras. Noté de inmediato la tensión que había. Fruncí el ceño pero en cuanto me vieron todos callaron.

—Hija... Wow.

—Te ves hermosa, Vi. 

Me sonrojé sin quererlo.

—Gracias a todos. Estoy lista, ¿nos vamos?

—Sobre eso... Tenemos un problema.

Mi corazón se aceleró.

—¿Qué pasó?

—Tu padre ayer por la tarde se lesionó la rodilla. No te puede entregar en el altar.

—Mierda. Mierda. ¿Qué hago ahora?

Miré como la puerta se abría. Shawn apareció en mi campo de visión. Me miró con una sonrisa y una expresión de sorpresa. Se acercó a mí y me taladró con su mirada.

—Vi, eres la novia más guapa de todo el mundo. Te ves hermosa.—sus ojos se aguaron.—Te espera una vida llena de felicidad.

—Gracias, Shawnie.

Lo abracé fuertemente. Hace unos años, creía que estaría casándome con el mismísimo Mendes, pero vaya como la vida da vueltas. Una vez que me separé de aquel hombre tan alto, le sonreí tratando de guardar mis lágrimas.

—Te tengo una propuesta.

—Es tarde para arrepentirse y escapar. No seré cómplice.

Reí.

—No, no es eso. Es sólo que mi padre me iba a entregar en el altar, pero se lesionó la rodilla. Y no tengo a nadie más que me entregue. Me encantaría que tú lo hicieras.

—¿Lo dices en serio? ¿Yo? ¿Shawn Peter Raul?—asentí.—Sería un honor, Vi. No puedo creer que me lo pidas.

Veinte minutos después, una vez ya en la iglesia, las puertas frente a mí y a Shawn estaban cerradas, la música sonaba en la habitación donde estaba mi familia y la de Nathaniel esperándome para unir por el resto de mi vida a aquel chico de ojos azules y cabello rubio. Mi amigo sostenía mi brazo con fuerza y seguridad, yo llevaba mi ramo de azucenas en mi mano disponible. Mis piernas eran de gelatina.

—Antes de que hagas lo que tengas que hacer, ¿puedo decirte algo, Vi?

—Por supuesto.

Shawn relamió sus labios.

—Quiero que sepas que eres la mujer más dulce que he conocido y que no sabes lo feliz que me hace que tú seas feliz. Te amo, Vi. Mucha suerte. Estoy feliz de que logres vivir con alguien que sí te aprecia y te valora por lo maravillosa que eres.

—Yo también te amo, Shawn.

—Entremos, todos te esperan.

El castaño abrió las puertas y sentí todas las miradas puestas sobre mí, pero sólo consideré la azulada que me miraba a varios metros de distancia. Algo llorosa, pero feliz.

Caminé con seguridad porque sabía que esto era lo correcto. Con Nate todo sería seguro.

Who Says; Shawn MendesWhere stories live. Discover now