Capítulo XIII |Miller

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Capítulo 13. Miller

Sólo Dame Nueve Meses

Llego a mi casa luego de un largo día en el hospital. Ya quiero ver a este bebé. Según el doctor la cita para saber su sexo será en un mes y la curiosidad me está matando, así que probablemente no lo mantenga una sorpresa como planeé.

Mi bolsillo empieza a vibrar, así que cojo el teléfono y me sorprendo con lo que leo en pantalla: Camila. Es mi madre.

—Hola, cariño—escucho su voz agitada a través del móvil.

Yo guardo silencio unos segundos. Escucharle después de tanto tiempo es bastante sorprendente para mí. —Mamá... ¿Qué quieres?

—Bueno —escucho cómo se sobresalta —, yo estoy bien gracias y, ¿tú?

—Lo siento—restriego mi cabeza, creo que me dará una jaqueca — ¿Cómo estás?

—Estoy bien. ¿Adivina quién está en Boston? —dice, con un tono de voz exagerado, como si esa noticia me haría tanta gracia. Dios mío. «¿Qué demonios se supone que haré ahora?» Ella no puede enterarse que estoy embarazada, no ahora. Mi panza ya está creciendo y se puede notar con facilidad. Es justo lo que me faltaba, cuando pensé que mi mala suerte no podría ser peor.

El solo hecho de pensar en la reacción despectiva de mi madre ante la gran noticia, me hacía querer vomitar.

—Ah, ¿te quedarás en un hotel? —digo, aunque sé que la respuesta es obvia. Ella vendrá a mi apartamento sin duda alguna. Aunque no le interese verme, ella es muy ahorrativa como para hospedarse en un hotel. Siempre que viajaba, mi madre se encargaba en hacerse amiga de alguien en esa ciudad y así conseguir compañero de cuarto.

—¿Qué dices? Llegaré a tu apartamento en una hora.

Se me hizo un nudo en el estómago. — ¿En una hora?

—Sí, Lía, tranquila, no me importa que tú apartamento esté hecho un chiquero... —pongo los ojos en blanco, y después de un "está bien", cuelgo el teléfono.

Con el corazón a mil, lo primero que hago es correr a cambiarme de ropa. Tal vez usando algo flojo no se note. Cojo una pollera junto con un vestido que me regaló Josh y al sostener aquel vestido en mis manos los recuerdos de esa época invaden mi memoria.

¡Basta! No hables de Josh.

Me pongo una prenda encima de la otra, luego de varias improvisaciones, lo tenía: ¡Bingo!
Sí, se notaba, pero no mucho. Sería difícil que mi madre se enterase.

Pasa una hora, y yo estoy sentada en el sofá luego de prepárale un platillo a mi madre. Tocan la puerta, y escucho a lo lejos la voz imperdible de mi madre, parece hablar con alguien más y eso me preocupa pues, yo solo me preparé para una persona. Dios.

Luego de arreglar mi ropa por última vez, abro la puerta y me encuentro con mi madre, ella va portando unas gafas de sol, aunque no hay sol el día de hoy. Ella me ve y sonríe, a mí me cuesta sacar una sonrisa para devolvérsela.

—Espera, Candy —dice, hablándole al móvil —, te escribo luego.

— Guau, mira nada más ¡Mi hermosa hija! —ella extiende los brazos y con un cálido abrazo me enrolla completamente. Yo me tenso de inmediato, este abrazo era demasiado peligroso. Entonces, siento cómo ella me aparta de golpe —Lía —dice, mirándome con recelo.

Nos quedamos así, viéndonos la una a la otra, por un instante.

—Horneé un pastel, ¿quieres?

— ¿De quién es? —espetó, tomándome por sorpresa. Yo me muerdo el labio y bajo la cabeza, parece que no sirvió de nada vestirme de la forma más ridícula posible.

Solo Dame 9 Meses ©Where stories live. Discover now