Capítulo XXIX | La entrevista

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Capítulo 29. La entrevista

Sólo Dame Nueve Meses.

Mi corazón iba a mil por hora y sudaba por partes de mi cuerpo que ni siquiera sabía que era posible transpirar ¿cuántas personas me verán ser un desastre? En serio, siempre meto la pata y dudo que esta entrevista sea una excepción para no hacerlo.
No seas negativa, no seas negativa, no seas negativa. Imposible, imposible no ser negativa siendo Lía Miller.
Me delineo los ojos con cuidado; dándome los últimos retoques, mirándome por onceava vez en el espejo, no sé qué más ver o buscar en mi rostro, pero no me siento lo suficientemente confiada aun.
Salgo del baño, mordiéndome las uñas, contando cada uno de mis dedos, mirando el techo, contando todas las luces, decoraciones que hay a mi alrededor; necesitaba fijarme en algo, distraer mi mente en algo, solo de esa forma alcanzaría a sentir menos nerviosismo.

— ¿Nerviosa? —escucho la voz de Gabriel, quien está en el mismo salón en el que yo me encuentro buscando aire, ahora que lo veo me tenso más. Está sentado en un sillón rojo, con su teléfono en mano.

—No —afirmé, incorporando mi estresado cuerpo—, bueno sí — terminé.

Él me dirige una sonrisa y se incorpora del sillón.
—No tienes por qué preocuparte, Lía—dice, aproximándose a mí — Todo saldrá bien, estoy seguro de eso, luego será parte de tus recuerdos —hace una pausa, mira a su alrededor — ¡Mitchell!

Yo me sobresalto, cuando una mujer rubia vestida de uniforme de oficina, aparece detrás de mí.
—Aquí estoy señor.

—¿Todo en orden? —pregunta. Ella asiente y pronto, toda la sala parece entrar en movimiento. Mi corazón empieza a moverse con más fuerza dentro de mi pecho. Ay, dios, llegó la hora.

— ¡Saldremos en 60!— gritó, a lo lejos una mujer castaña, quien llevaba un micrófono en la blusa.

—Buena suerte, Lía —Gabriel me dio dos golpecitos en el hombro y desapareció. Yo entro en pánico.
Las mujeres empiezan a indicarme a donde dirigirme y mis pies parecen llevar piedras con ellos pues apenas y puedo moverme, cada paso que doy está acompañado con dolor en los talones.

—¡Lía!
Escuché su voz y de inmediato sonreí. No puedo creer que lo haya recordado.
Edward.
Me giro y me encuentro con él. Sé que las noticias son nuevas y no confío en él al cien por ciento, pero verlo aquí me reconforta un poco, por alguna extraña razón me siento feliz por su presencia.

Camino hacia él, esta vez un poco más tranquila y le devuelvo la sonrisa.
—Edward —nos abrazamos de manera veloz, un abrazo incómodo, pero era necesario..., era muy necesario para mí.

—Recordé que tu entrevista era hoy y..., claro que debía de presentarme.

Algo dentro de mi corazón me dice que debería dejarme llevar y llorar de lo conmovida que me siento justo ahora, pero mi mente me recuerda que esto es algo mínimo y no vale la pena llorar.

—De verdad, muchas gracias por venir.

—No tienes que agradecer, realmente me emociona mucho esto —de pronto su semblante cambia, ahora me encuentro con una sombra repentina en su rostro —, por cierto, hay algo que debería decirte.

—Adelante —le sonreí.

Pasa una mano por su nuca y suspira
—Una persona me acompaña... —hace una pausa y analiza mi rostro. Yo hago lo mismo.

— ¿Aaron? —dije, arrepintiéndome de inmediato pues no debería ni siquiera pensar en la idea de Aaron volviendo por mí después de lo sucedido.

Él agita su cabeza de lado a lado.
—No, en realidad...

Solo Dame 9 Meses ©Where stories live. Discover now