Capítulo XXVI | Noticias

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Capítulo 26. Noticias

Sólo Dame Nueve Meses.

¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho?

Estoy en las afueras de la mansión de los Bianchi, sentada en una roca pulida mientras veo pasar a los coches en la calle. El frío aire entra por mi nariz e inunda mis pulmones. Las lagrimas salen de mis ojos y recorren mis mejillas, cayendo finalmente en el vestido que llevo puesto. No puedo quitarme los ojos de absoluta decepción que Aaron me lanzó antes de marcharse.
Pero tampoco puedo dejar de pensar en todo lo que acababa de ocurrir. Dolor, todo había sido dolor. Trataba de borrar los últimos minutos de mi vida y pensar triviales, pero sabía perfectamente que cualquier intento que hiciese sería en vano.

—Lía —. Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar la voz de Sophia acercarse. Me tragué el llanto y limpié mis lagrimas pues no quería que ella me encontrara de esta manera, pero había sido demasiado tarde. Pronto sentí sus fríos brazos atrapándome en un abrazo. Sentí su perfume y la suavidad de su cuerpo y aquello me hizo sentir mucha paz. No pude evitar seguir derramando lágrimas — ¿Lía?  ¿Qué ha pasado?

Seguía sollozando mientras la abrazaba y por más que intentase abrir la boca para resumirle lo ocurrido, un nudo en la garganta me impedía hablar. Así que empecé a negar con la cabeza antes de responder — No quiero hablar de eso —digo, apoyando mi barbilla en su hombro —. No ahora.

— ¿Qué le pasa a Josh? ¿Por qué actúa como un imbécil?

¿Quizá es porque es un imbécil?

—No lo sé —corté —, pero tampoco me interesa saberlo —dije, al mismo tiempo que las imágenes de Zack besándome aparecían en mi mente. La sangre me empezó a hervir.

—Está helando aquí —susurró Sophia, mientras me colocaba una bufanda gris alrededor del cuello — ¿No vas a volver?

Suspiré.

—No.

—Bien. Pidamos un taxi.

Pensé en lo mucho que Sophia disfrutaba de esta clase de eventos y no quise que mi mala suerte arruinara su noche. Así que me apresuré a decir —: No tienes por qué venir conmigo, Sophia. Puedo ir sola, de verdad.

Ella negó, agitando su cabeza —No, no pienso dejarte sola.

Sophia era muy alta, por lo que llamar la atención de los taxistas no era una tarea complicada para ella. Sin embargo, en esta zona no parecía transcurrir ninguno y los pocos que transcurrieron, hacían caso omiso a sus llamados.

— ¡No escuchaste, imbécil! —le gritó Sophia al quinto taxista que pasó cerca.

—Es imposible —reí —, pediremos un Uber.

—No comprendo por qué nos ignoran.

—¿Quizás porque les gritas "imbécil" para llamarles?

Sophia pasó su mano por la cara —No. No, vivimos en Boston. Estas personas están acostumbradas a vivir bajo este tipo de vocabulario, por el amor a dios.

Sophia seguía intentando con los taxis y yo ya estaba sacando el móvil para buscar un Uber. Por un momento pensé en Aaron, en si quizá estaba dentro de la fiesta aun y yo me estaba marchando sin más. Sin embargo, era más que obvio que él ya se había ido. Él había desaparecido de mi vida y eso era lo mejor, sé que él estaría mucho más feliz sin una persona con tantos líos ocurriendo a su alrededor. No obstante, sí, sí dolía.

Solo Dame 9 Meses ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora