Capítulo XXV | Dolor

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Capítulo 25. Dolor

Sólo dame nueve meses.

Candelabros, luces amarillas y embriagantes decoraban el inmenso techo de la mansión Bianchi. Decoraciones con colores que se limitaban a dos colores tenues rodeaban la casa, el color negro, sin embargo, era el más predominante. Era oscuro, bastante anticuado para mi gusto, pero no dejaba de verse impresionante. Probablemente, el vestido color azul que llevaba puesto no era el indicado, pero sí era el más cómodo para mi vientre, así que nada más importaba después de todo.

Aaron, llevaba un traje negro con una corbata negra, bastante común, pero él lograba darle vida a su atuendo. Todo le quedaba perfectamente bien, pero verlo usando un traje que parecía haber sido diseñado estratégicamente para resaltar sus músculos me volvería loca. Desde que nos adentramos a la casa de los Bianchi, Aaron, en ningún momento había despegado su mano de la mía y eso me hacía sentir con mucha tranquilidad.

—¡Doctor Franco! —Aaron y yo nos volvimos rápidamente, en busca de aquella voz. Era una mujer, una mujer de edad que había fijado los ojos en Aaron — Qué gusto verle aquí —añadió ella, acercándose con una sonrisa.

—Señora Starks —saludó Aaron, cordialmente. Ambos se estrecharon de manos y empezaron a intercambiar palabras, pronto, varias personas empezaron a aproximarse también, todas ellas conocían a Aaron. Claro, Aaron era un doctor muy conocido en Boston, probablemente todo el mundo allí se sentiría atraído por hablar con un doctor, así que él estaría ocupado intercambiando palabras. Aaron se encargó en presentarme a casi todas las personas que se acercaron a hablar con él, me había presentado como su amiga, no me molestó en absoluto, pues era obvio que aun no habíamos formalizado nada. Sin embargo, la multitud empezó a ser tanta que tuve que decirle al oído que iría al baño para escabullirme. Una vez libre fui en busca de la cocina para tomar algo de agua, pude esquivar a la multitud de personas que se encontraban en la sala y una vez que llegué a un lugar mucho más calmo, sentí un suave agarre en el brazo.

—Lía —escuché su voz y me estremecí. Me volteé y ahí estaba, la mujer que ha intentado asesinarme más de diez veces. Silvia. Me solté de su agarre.

— ¿Señora Bianchi?

Silvia lleva puesto un vestido rojo alineado a su figura, es increíble, tan largo que toca el suelo. Su cuello está decorado por cadenas y gargantillas de oro. No pude evitar sonreír, pues aunque no nos llevásemos bien, ¡esa mujer sí sabía cómo lucirse!

—Necesito hablar contigo — dice, indicándome que la siga. Con algo de recelo empiezo a caminar en su dirección. Una vez que llegamos a lo que parece ser un pasillo que guía a la cocina, Silvia coloca sus manos al lado de mis brazos. No hay nadie.

—Escúchame, esto es muy importante — dice, puedo notar la palidez en su rostro —, necesito pedirte algo.

Asentí con la cabeza para indicarle que prosiguiera.

—Necesito que le digas a Josh la verdad. Dile que él es el padre —agregó, con un tono agitado o nervioso.

Me extraña ver a Silvia así, la mayor parte del tiempo está planeando mi muerte.

Frunzo el ceño — ¿Por qué ahora?

Ella empezó a negar con la cabeza —Es urgente.

—No puedo decirle justo ahora.

—No puedes seguir haciendo esto, tienes que hacerlo, por el amor a dios. Es urgente —finalizó.

Tragué saliva e intenté hacerme ideas del porqué de todo esto. Jamás había visto a Silvia actuar de esta manera y para ser honesta, era lo más raro que había visto en años.

Solo Dame 9 Meses ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora