Capítulo 2

4.7K 310 63
                                    

Ser novio de Luna, para mí, era toda una aventura.

A veces lo veía más como un reto, porque ambos éramos completamente diferentes, e incluso a veces varias cosas que hacíamos juntos nos salían mal. No teníamos los mismos gustos musicales, ni tampoco podía acompañarla a comprar cosas porque nunca iba al mall, ni mucho menos podíamos tener citas que no fueran en el Roller, en su casa o patinando.

Aún así, yo la quería muchísimo; Luna era una niña maravillosa que siempre me animaba a ser una mejor persona. Tenía un brillo muy especial que la hacía destacar por sobre los demás.

Pero debo aceptar, que su brillo no opacaba el de Ámbar.

Era más como una competencia entre ambas, porque las dos sabían ser especiales a su modo. Y yo era consciente de eso.

Muchas veces me sentía como una basura. Demasiado idiota. Porque de forma inconsciente cuando menos lo esperaba me descubría a mí mismo comparando a Luna con Ámbar.

Siempre pensando. Imaginando cómo serían las cosas si tan sólo la mexicana se pareciera más a la rubia; si pudiéramos componer canciones juntos en el parque, si pudiéramos cenar juntos como pareja, si pudiéramos simplemente estar juntos en silencio, mirándonos y conociéndonos. Porque todo eso lo pasaba con Ámbar, pero no con Luna.

Yo adoraba a Luna, y nuestra relación estaba en un punto maravilloso en el cual todo parecía tranquilo. Y aún así a veces consideraba que nuestra relación debería ser más emocionante; comenzaba a sentirme... aburrido.

Aburrido de que todo fuera lo mismo siempre. Era como una rutina que me mantenía en el mismo sitio siempre; y Luna siempre era tan alegre que nunca había necesitado de mi consuelo, y creo que justamente por eso no habíamos creado aún un vínculo más intimo, como el que tenía con Ámbar.

¿Lo ven? Siempre comparando. Y me sentía mal por hacerlo casi todo el tiempo.

De cualquier forma, yo era feliz; y Luna también.

—¿Qué te parece si vamos a un picnic hoy por la tarde? —propuse yo, con emoción.

—No lo sé —me dijo ella con cierta inseguridad, dándome a entender que ella rechazaría mi invitación para salir.

—Vamos —insistí—. Sólo un rato, saliendo de la escuela.

—Tengo que llegar a casa pronto si quiero llegar a tiempo al Roller; vamos otro día.

Sin más, se levantó del lugar en el que estábamos sentados en la escuela y se marchó dándome un beso en la mejilla.

—¿Irás al Roller? —escuché que decía una voz del otro lado del que estaba sentado.

Oír conversaciones ajenas siempre me había gustado.

—No —esa voz la reconocería donde fuera—. Mi madrina me castigó por ignorarla cuando me estaba ignorando, así que ahora no puedo salir.

—Ay —la voz chillona de Jazmín fue ahora la que sonó—. Pero, ¿puedo ir a probarme unos de tus vestidos? Necesito impresionar a Simón.

Desde donde yo estaba, giré mi rostro para mirar a las chicas que conversaban, de manera discreta. Me topé con el rostro serio y perdido de Ámbar; se notaba cansada, triste. Y sentí una opresión en el pecho.


Nuestro reino no ha caído || MambarWhere stories live. Discover now