Capítulo 23

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—Apuesto lo que quieras a que regresan —dijo segura la pelinegra, observando a Matteo y Ámbar llegar juntos al Roller.

—¿Me estás hablando? —preguntó desorientada la pelirroja, recibiendo una mirada fulminante por parte de su compañera—. Ay, Delfi, lo siento, es que hay una subasta de los mejores vestidos de diseñador en línea.

—¿En serio? —preguntó incrédula.

—Sí —Jazmín miró hacia otro lugar, alcanzando a ver a los que un día se hicieron llamar reyes—. Oh por Dios.

—¿Qué? ¿Hay descuento?

—No, mirá eso —los apuntó—. ¿Vos decís que regresan pronto?

—Tarada, es lo que casi apuesto ese rato.

—Ahhh —expresó—. Pues yo creo que vuelven a estar juntos. Ámbar lo merece.

Ambas miraron a los chicos, quienes ya iban tomando asiento en un lugar del local.

—¿Ya vas a contarme lo que te tiene de tan buen humor? —preguntó ella con curiosidad.

—Terminé con Luna —expresó con simpleza.

Ámbar, en cambio lo miró con ojos llenos de sorpresa.

—¿Qué? ¿Por qué? —no podía creerlo.

—Te dije que las cosas no iban bien, ya estaba cansado de dar mucho de mí y recibir poco.

—Pensé que ella te quería.

—Yo igual —confesó—. Pero me di cuenta de que me estaba equivocando.

—Oh, vaya. Supongo que lo siento.

—¿En serio? —le pregunté sarcástico.

—No en realidad. Pero todavía no sé cómo ser una buena persona.

Yo me reí ante eso. Ámbar realmente estaba cambiado, se había transformado en una chica menos agresiva o rencorosa y eso estaba bien. Si ella quería cambiar por voluntad propia, entonces estaba bien.

—Descuida —le dije—. Seguís siendo la reina de siempre, y eso para mí está perfecto.

Por un momento la vi sonrojarse, y luego giró su rostro para evitar que yo siguiera mirándola. Al voltear, noté que se puso un poco tensa, lo cual me pareció demasiado raro porque a quienes su vista había enfocado, eran Delfina y Jazmín.

—¿Estás bien? —le pregunté confundido.

—Sí, seguro —murmuró—. ¿Podemos irnos?

—Pero acabamos de llegar.

—No me siento cómoda aquí —me dijo.

Y había algo en la manera en que me estaba mirando, algo en sus ojos que me pedía a gritos marcharnos de ahí, que terminé haciéndole caso una vez más. Siempre haciendo lo que ella me pedía porque era la única mujer a la que no podía decirle que no.

—Estás muy rara, Ámbar. ¿Te has peleado con Delfi y Jazmín? ¿Ellas te hicieron algo?

Habíamos llegado al parque cercano al Roller, y tomamos asiento en una de las bancas que habían. Ámbar estaba realmente extraña, con su cabeza gacha mientras jugaba nerviosa con sus dedos.

¿Desde cuándo las manos de Ámbar eran tan delgadas?

—No —negó rápidamente—. No es nada, Matteo.

—Siento que me estás mintiendo.

—No es que te esté mintiendo. Es sólo que hay cosas que me son imposibles contarte —me dijo, sacándome de lugar—. Escuchame, Matteo. Sos una persona a la cual yo aprecio muchísimo, pero tenés que entender que hay cosas en nuestro pasado que nunca vamos a poder borrar; que ahora seas mi amigo no quita el hecho de que también fuiste mi novio, y como novio me fallaste. No puedo decirte todo lo que me pasa, porque aún no confío en vos.

Auch. Eso sí que dolió.
Pero no podía culparla. ¿Qué derecho tenía yo de hacerlo? Si ella tenía toda la razón, y contaba con motivos para no creer en mí. Sin embargo, eso no quitaba que las palabras de Ámbar siguieran teniendo un fuerte impacto en mí, justo como había sido desde años atrás.

Ella tenía la posibilidad de armarme y destruirme en cuestión de segundos, sólo con sus palabras.

—Descuida, yo te entiendo.

—Lo siento.

—No, yo lo siento. Sé que te fallé, pero te juro que no quiero volver a hacerlo, no quiero volver a dejarte sola. Y no importa si debo esperar una eternidad hasta obtener tu perdón, pero yo esperaría todos esos años con paciencia, sólo para algún día volver a escucharte decirme que me quieres.

—Sólo necesito tiempo —susurró—. Pero justo es lo que menos tengo.

—Tranquila —la acerqué a mi para abrazarla—. Yo estoy aquí para vos.

No sabía lo que Ámbar tenía, pero debía hacerle ver que sin importar qué, yo estaba dispuesto a quedarme con ella.

Nuestro reino no ha caído || MambarWhere stories live. Discover now