Capítulo 16

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Maratón [3/?]

—¿Entonces? —escuché que me preguntó de nuevo—. ¿Matteo?

—Ámbar, escuchame —me senté frente a ella y tomé sus manos entre las mías—. Vos... durante mucho tiempo vos y yo estuvimos juntos--

—No empecés con eso... lo hacés más incómodo —se removió e intentó apartar sus manos de las mías, pero yo no lo permití.

—No, en serio tengo que decirlo —la miré a los ojos—. Siento que todo el tiempo que compartimos se fue por un tubo por mi culpa.

—No voy a decir que no porque es la verdad.

—Gracias —dije sarcástico—. La cuestión es que... sí te extraño.

Lo había hecho, sin rodeos, sin miedo, e voz alta. Y frente a ella, que me miraba con su carita de ángel completamente anonadada.

—Matte--

—Pará, tengo que seguir. Vos fuiste mi primera amiga de verdad; durante mucho tiempo fuiste mi única compañía y realmente lo agradezco, me alegra haber descubierto el mundo y las cosas de la vida con vos. Sé que las cosas cambiaron, vos creciste, yo crecí y nuestros caminos se separaron de una manera demasiado fea para ser cierta. Y es lo que me duele.

—¿Y? —preguntó para impulsarme a seguir.

—Que creo que no debió ser así, vos y yo tuvimos una historia muy bonita.

Sus ojos azules estaban llenos de un brillo que yo hace tanto no veía; ¿estarían mis ojos brillando de la misma forma?

—Matteo... yo pienso lo mismo —confesó sonriente.

—¿En serio? —ella asintió—. Vaya, yo... no lo creo. Es asombroso.

—Lo sé —rió nerviosa.

—¿Entonces es un sí? —le pregunté lleno de emoción.

—¿Sí qué? —había confusión, nervios y hasta creo que un poco de ilusión en su voz.

—Pues que sí volveremos a ser mejores amigos —expliqué sonriente.

Ella se quedó en silencio, con esa sonrisa en su rostro. Sin embargo, el brillo en su mirada pareció romperse en trocitos hasta desaparecer. ¿Qué pasaba?
Su sonrisa, sin embargo no desapareció, y hasta pareció forzar sus mejillas para hacer más grande su gesto.

—S-sí, claro —contestó.

Yo fui demasiado feliz en ese instante.

—Oh, Ámbar, no sabés lo feliz que me hacés diciéndome eso —dije sincero.

—A mí también me alegra; ya me hacía falta un amigo. Con Jazmín y Delfina--

Ella misma detuvo su oración y se quedó muda, claramente arrepintiéndose de lo que iba a decir.

—¿Qué hay con ellas?

—Pues que ellas son chicas y a veces una necesita consejos de un chico. Vos sabés —sonrió.

—Entiendo.

—Oye... me tengo que ir —avisó.

—¿Qué? ¿Tan pronto? Pero no tiene mucho que llegamos.

—Tengo otros compromisos y me acabo de acordar —explicó—. Además creo que ya me dijiste lo que querías, ¿no?

—Pero, ¿y vos? ¿No me ibas a contar las locuras de tu madrina?

—Sí, pero otro día será. Ahora que ya somos amigos de nuevo creo que podés ir a casa otra vez. Como... en los viejos tiempos.

—Oh. De acuerdo —me sentía levemente desanimado—. Pero me debés una salida decente.

—Seguro. Nos vemos, Matteo.

Se incorporó y durante un instante se impulsó levemente hacia adelante, como para darme un abrazo. Luego frunció sus labios en una sutil mueca y se alejó para después pararse de la banca e irse.

Yo la vi desaparecer a la distancia, y cuando no la vi más me tiré banca con una sonrisa. Ámbar y yo éramos amigos de nuevo y eso me ponía alegre. Saqué mi teléfono para ver la hora y noté que tenía muchos mensajes y llamadas de Luna que no noté por tener el móvil en silencio.

Pero las ignoré. Estaba tan feliz y no quería que nadie lo arruinara.

Nuestro reino no ha caído || MambarWhere stories live. Discover now