Estar enamorado es una auténtica putada

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(Leo)

La luz que entraba por la ventana de la habitación me despertó. Me estiré, y me froté lentamente los ojos.

Sarah se encontraba aún dormida a mi lado. Estaba abrazada a un enorme peluche con forma de osito panda y babeando la almohada.

No pude evitar sonreír ante tan cómica escena.

Nos habíamos dormido tarde, ya que después de llegar a casa, nos habíamos comido una enorme tarrina de helado de chocolate mientras veíamos una película.

La verdad es que no había prestado mucha atención a ella. Mi cabeza no paraba de dar vueltas y vueltas mientras pensaba en Erick.

Salí de la cama sin hacer mucho ruido para que Sarah no se despertase, y salí de la habitación cerrando la puerta con cuidado.

Solo había estado en su nueva casa dos veces desde que se mudaron, pero incluso con mi nefasto sentido de la orientación, era imposible que me perdiese en ella.

Entré en la cocina y me encontré de frente con la señora Ross mientras ponía en la mesa un enorme plato de tortitas.

—Buenos días Leo —dijo al verme—. Hacía mucho tiempo que no te veía. La verdad es que me sorprendí esta mañana al entrar en el cuarto de Sarah y verte dormido a su lado. ¿No estabais en una fiesta o algo así?

No pude evitar volver a pensar en Erick y en aquella chica.

—Sí... bueno... la verdad es que estábamos aburridos, así que decidimos ver una película y dormir juntos como cuando éramos pequeños —mentí.

La señora Ross me miró fijamente con sus ojos marrones, como si no se acabase de creer lo que había dicho. Se colocó un mechón de pelo por detrás de la oreja, y sonrió.

—Está bien, te creeré —dijo sonriente y apartó la vista a su reloj—. A pesar de ser sábado tengo que irme a trabajar. Puedes comer lo que quieras, sabes que estás como en tu propia casa —sonrió, me dio un beso en la frente, y se me quedó mirando de nuevo—. Sea lo que sea, no estés triste. Te voy a dar un pequeño consejo: cada vez que te sientas deprimido, respira hondo y sonríe.

Acto seguido, volvió a sonreír y salió de la cocina. Escuché como salía de la casa y no pude evitar sonreír también.

Cuando mi madre me abandonó, los padres de Peter y Sarah nunca me dieron de lado, por eso siempre estaría eternamente agradecido con ellos.

Antes de que pudiese empezar a desayunar, una Sarah de pelo enmarañado y enormes ojeras entró en la cocina.

—Buenos días —bostezó sin taparse la boca con la mano—. ¿Qué tal te encuentras?

La verdad es que seguía sin estar bien. Tener un amor no correspondido era sin duda alguna, la putada más grande del mundo.

Pero una cosa era cierta, si seguía pensando en Erick me pasaría toda la vida deprimido, así que lo que tenía que hacer era olvidarme de él tan rápido como fuera posible.

Colors of the Soul ©Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin