Extra 1: El amor reluce como las estrellas

30.7K 2K 249
                                    

[Dos años antes del epílogo]

(Mickel)

—Listo —dije al mismo tiempo que sacaba la tarta del horno.

Hoy hacía ya tres años desde que Peter y yo habíamos comenzado a salir, así que había decidido llegar un poco antes a casa, y preparar una cena romántica para el pelirrojo.

Coloqué con cuidado la tarta sobre la mesa, y me acerqué a la nevera para sacar el resto de la comida que había preparado para esta noche. Cuando tuve todo listo, decidí sentarme en el sofá hasta que el pelirrojo llegase.

Aún quedaba una hora para que saliese de la universidad, así que mientras tanto, me dedicaría a hacer el vago en casa.

Me acurruqué en el sofá, colocando mis piernas sobre él, y cerré los ojos sin borrar mi sonrisa.

Aún no me creía que Peter y yo viviésemos juntos (y eso que ya habían pasado dos años desde que alquilamos “nuestra casa”). Cuando el pelirrojo lo había insinuado hace años en aquella playa, nunca imaginé que pasaría de verdad.

Dormir todos los día acurrucado entre sus brazos, era la mejor sensación del mundo.

Sentí cómo mi cara se teñía de rojo solo por pensar en él. A pesar de tener ya 20 años, mi corazón seguía latiendo como loco cada vez que me besaba o me agarraba de la mano, como si aún fuera aquel adolescente que se enamoró a primera vista en una tienda de mangas.

Me hice un ovillo sobre el sofá, y di un largo suspiro.

Peter solía llegar cansado cuando volvía a casa después de salir de la universidad. Había comenzado a estudiar medicina, al igual que Erick; pero al contrario que éste último, Peter quería ser pediatra. Siempre le gustaron los niños, por lo que había decidido dedicarse a ellos en un futuro.

Yo había seguido mi sueño de ser chef y estudiaba en una prestigiosa escuela de cocina que había en la ciudad. Aún recordaba cuando sólo éramos mi madre y yo, y cocinaba para los dos todos los días, aunque ahora también cocinaba para un tercero de cabello pelirrojo.

Me acomodé aún más en el sofá, y mientras que por mi mente solo pasaban imágenes de Peter y yo durante todos estos años, el sueño se fue adueñando de cada fibra de mi cuerpo.

____________________________

El incesante sonido de mi móvil me despertó.

Me froté los ojos algo desorientado, y cambiando de postura sobre el sofá, saqué el aparato electrónico de mi bolsillo y me lo acerqué a la oreja.

—¿Quién es? —pregunté después de soltar un bostezo.

Colors of the Soul ©Where stories live. Discover now