Celos

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(Erick)

Iba caminando a casa intentando ordenar mi mente.

Desde que hace tres días había llegado ese tal Jackson Smith, Leo no se separaba de él. Bueno, en realidad era al revés, ya que era Jackson el que se le pegaba como si fuese un chicle.

El día que había encontrado la nota en su mesa, no dudé ni un segundo en ir a ver lo que pasaba.

Cuando me encontré a Elenna bloqueando la puerta, la aparté de un empujón sin hacer ningún caso de lo que me decía, y la abrí rápidamente. Al ver a ese antiguo compañero de Leo encima de él, la sangre se me subió a la cabeza y no dudé ni un segundo en golpearlo.

Cuando vi que le había golpeado lo suficiente, agarré a Leo del brazo y me lo llevé a casa.

Después de vendarle el hombro, y de que él curase mis nudillos, me sentía tremendamente nervioso a su lado.

Cuando comenzó a hablar de Ric Pole pude tranquilizarme, y eso de que tuviera uno de mis mismos gustos me alegró bastante.

Mientras él hablaba, no había hecho otra cosa más que observar sus suaves facciones, su oscuro pelo revuelto, sus pequeños labios, y sus misteriosos ojos violetas que se me hacían tan conocidos.

Sin poder detener mi cuerpo, me abalancé sobre él y le besé. Fue una sensación extraña. No era mi primer beso (ni mucho menos), pero si fue la primera vez que experimenté ese extraño cúmulo de sensaciones. Al ver que él me correspondía, intenté profundizar aún más el beso, pero él se apartó y salió huyendo.

Por unos minutos me quedé en blanco. Me había vuelto a rechazar, pero esta vez, por alguna extraña razón, no me sentía del todo molesto.

Después de varios días en los que Leo me había evitado completamente, llegué a la conclusión de que las ganas de follármelo habían incrementado.

Sí. Tiene que ser solo eso —pensé.

Llegué a casa y al abrir la puerta, me encontré con una de las escenas más extrañas que había visto en mi vida.

Mi madre y mi hermana estaban apretujando a Leo entre sus brazos, el cual tenía la cara morada como sus ojos por la falta de oxígeno. Mi abuelo y mi padre se encontraban al lado riéndose sonoramente.

—¡Erick! —exclamó mi hermana al verme—. ¿Verdad que Leo es la persona más mona que has visto?

Miré hacia él y nuestras miradas se cruzaron. Leo apartó la vista enseguida, y yo, por alguna razón, también.

—Sí, tienes razón —dije después de un pequeño silencio—. Es un chico muy mono.

Noté como se sonrojaba un poco y después maldecía por lo bajo. Iba a decir algo más, cuando de pronto, mi madre se separó de Leo y me dio un golpe en la nuca.

—Ni se te ocurra hacerle nada malo a este chico —dijo la mujer que me había traído al mundo—. Es demasiado inocente como para que lo perviertas con tus extrañas ideas.

La miré molesto al ver que se reía, al igual que los demás. Incluso a Leo le debió de parecer gracioso que mi madre me echase la bronca, ya que disimulaba muy mal los intentos por no reírse.

Colors of the Soul ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang